jueves, 3 de mayo de 2007

La Isla


Es increíble lo mucho que han logrado con tan pocos recursos.

La semana pasada tuve la agradable experiencia de visitar, en compañía de mi compañera radial, Marta Yolanda Díaz-Durán, la isla de Formosa, más conocida como Taiwán. A diferencia de la primera vez que la visité (hace 10 años, por razones de trabajo), esta vez iba con el propósito de conocer más acerca de ese intrigante país.

La vivencia fue muy buena y, a pesar de lo corto de la estadía (apenas cinco días), creo que logramos obtener una visión a vuelo de pájaro de las incontables sorpresas que depara una cultura tan radicalmente distinta de la nuestra. Por supuesto, quedaron muchas dudas pendientes de resolver para alguna nueva oportunidad.

Visitamos museos, edificios, medios de comunicación, mercados, parques nacionales, monumentos, oficinas gubernamentales, parques tecnológicos, templos y hasta un monasterio budista. Hablamos con periodistas, funcionarios, escritores y religiosos.

Quizá uno de los aspectos más importantes por destacar es cómo, a pesar de tener tan poco territorio, han llegado tan lejos. Por supuesto su desarrollo se inició con la producción industrial y se ha orientado en las décadas recientes a la alta tecnología, al grado que actualmente sus productores se cuentan entre los primeros a nivel mundial en ramas tales como pantallas LCD y circuitos integrados.

A pesar de que es un país en donde el Gobierno toma una posición activa en la economía mucho más fuerte de lo que a mí me gusta, es interesante enterarse de que la tasa más alta del ISR es de 25 por ciento, comparada con un 31 por ciento en Guatemala, y que en los parques de alta tecnología, por ejemplo, las empresas tienen ventajas fiscales.

Alguien dirá que la diferencia es que allá se paga y aquí casi es opcional; sin embargo, el problema es que las inversiones que los países necesitan para desarrollarse son aquellas en las que lo primero que ven es este tipo de indicadores.

A diferencia de la isla, aquí, que tan necesitados estamos de ese tipo de inversiones, nos damos el tupé de tener una tasa del ISR más alta que la del promedio de los países desarrollados y todavía algunos políticos despistados proponen que se incremente.

En el monasterio budista al que fuimos, que por cierto pertenece a un grupo de “vanguardia”, tienen un salón en donde el líder atiende a los visitantes importantes, entre los que se incluye a los altos políticos de Taiwán.

En la pared frente a las sillas tiene tres cuadros para que éstos los lean, con la esperanza, nos cuentan, de que algo se les quede. Los tres cuadros dicen: “Haz buenas obras, di buenas palabras, piensa buenos pensamientos”. ¿Será este un buen consejo también para nuestros políticos locales?

P.S.: El espacio es muy corto para contar todas nuestras experiencias, así que si le interesa, lo invito a que visite mi blog (jorgejacobs.com), en donde subiré una crónica más detallada del viaje, con fotos.

Publicado en Prensa Libre el jueves 3 de mayo de 2,007.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante viaje. Yo por trabajo visite Seúl y Osaka ya hace algún tiempo y quedé maravillado de lo que vi. Impresionante como los tigres de Asia han salido de la miseria y hoy son potentados económicos.

En especial me dejo boquiabierto las vistas desde un edificio de 60 pisos (que era lo más alto que yo había subido hasta entonces) …..la vista de la ciudad era espectacular, incluso se podía ver Corea del Norte y su carencia de luz por la noche.

Quisiera saber si tiene idea de la importancia relativa de la reforma agraria en la isla y que tan determinante fue para formar las bases de la industrialización.

¿Habrá otro país que haya tenido una reforma agraria y lograra el desarrollo económico de los chinos?

Saludos,

LUISFP
04.05.07