jueves, 22 de mayo de 2008

Precios acordados

El gobierno, finalmente, presentó la semana pasada su negociación de “acuerdo de precios” en tres productos, como el inicio de lo que podría considerarse una oleada de “precios tope” para intentar frenar el alza del costo del nivel de vida para los guatemaltecos. Desde ya, considero que la decisión es equivocada en principio, y todavía más equivocada en la forma en que se realizó.

Es equivocada en principio porque en cuatro mil años de historia registrada, todas las veces que los gobernantes han intentado controlar los precios, han fracasado miserablemente. El resultado de los controles de precios siempre es el mismo, primero hay escasez y luego se generan mercados negros. Eso ha sido así en todas partes y en todas las épocas, ni siquiera la Unión Soviética se salvó, con todo y los rígidos controles que pretendía tener. Y, ¿quién puede creer que ahora sí va a funcionar en Guatemala, porque no son precios “controlados”, sino que son precios “acordados”? ¡Por Dios! ¡Hay que ser ingenuos!

Pero el problema no solo es que se están tomando decisiones equivocadas que no han funcionado en ninguna parte del mundo, sino que además, pareciera que las están haciendo con las extremidades inferiores.

Tomemos, por ejemplo, el caso de la harina. Resulta que hace dos semanas los panaderos estaban solicitándoles a los importadores de harina que les redujeran el precio, ya que éste se ha reducido en los mercados internacionales, pero los importadores dijeron que no podían bajarlo, porque ellos la habían comprado a los precios altos.

En esa discusión estaban cuando llegó el fin de semana y, ¡oh sorpresa!, durante el fin de semana los importadores “acordaron” con el presidente que se comprometían a no subir los precios de la harina durante los próximos meses. Lo que no sé si alguien le explicó al presidente es que los precios de los que estaban hablando eran de los precios en su máximo reciente y que el precio internacional ya no era ese.

Para quienes no están enterados, resulta que en el mercado internacional, el contrato de harina (de 5,000 bushels) en junio del 2007 se cotizaba en US$375. A finales de febrero y principios de marzo de este año, ese mismo contrato llegó a los US$1300, pero de allí para acá ha disminuido hasta cerca de los US$750, y todo apunta a que seguirá bajando, ya que se espera que la cosecha de trigo de este año bata todos los registros.

Y resulta que el presidente, quiero creer que por ignorancia y no por mala fe, llegó a un “acuerdo” con los importadores de que no van a subir el precio en los próximos meses, cuando, lo que debería estar sucediendo es que los precios bajen considerablemente, siguiendo la tendencia del mercado internacional.

Así que, no sólo es una decisión incorrecta, sino que además el Gobierno la hizo al revés, y en lugar de ponerle un “tope” a los precios, les puso un “piso”, para que tengan la excusa perfecta para no bajarlos.

¿Hasta cuándo entenderán los gobernantes que la mejor y, para efectos prácticos, la única forma de asegurar que el consumidor va a obtener el mejor producto al más bajo precio es abrir las puertas a la competencia, y no seguir con el sistema mercantilista que tanto daño ha ocasionado a los latinoamericanos en general y a los guatemaltecos en particular?

Lo que hay que hacer ahora es eliminar todas las barreras arancelarias y no arancelarias, y no andarse con las medias tintas de decir que lo que tal vez se podría hacer es ampliar un poco los contingentes.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 22 de mayo de 2,008.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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