jueves, 26 de junio de 2008

La Gran Estafa

¿Será que toda la alharaca por el calentamiento global no es más que una gran estafa?

Todo el tema del calentamiento global por razones antropomórficas sigue siendo para mí muy intrigante, a lo sumo, cuando no engañoso, ya que considero que no hay la suficiente evidencia como para saltar a conclusiones, mucho menos para jactarse arrogantemente de que “el debate ya se acabó”, como dijo cierto político que le ha sacado mucha fortuna al asunto. A veces, cree uno que es nadar contra la corriente, pero, ¿qué le vamos a hacer? Ya estamos acostumbrados.

Lo bueno es encontrar que no somos los únicos y que incluso hay mucha gente que es todavía más radical que uno en su oposición. Por eso, me alegró mucho cuando un amigo me envió un correo con una conferencia que dictó John Coleman —el "weatherman” de una estación de televisión en San Diego— hace un par de meses, en las que aclara los puntos en los que sustenta su férrea oposición al tema del “calentamiento global”. Me llamó tanto la atención su postura, que creí conveniente transcribírselas para su conocimiento. Lo que sigue es un resumen de una traducción libre de una conferencia que presentó recientemente.

"Es la más grande estafa de la historia. Estoy asombrado, horrorizado y sumamente ofendido por ella. El calentamiento global es una estafa. Con esas palabras, publicadas en la página del clima del sitio de la estación de televisión de San Diego donde soy jefe meteorólogo, salí del closet a la luz en el movimiento para desacreditar la histeria sobre la supuesta catástrofe climática del calentamiento global. Y, ¿cómo se siente estar en el ruedo luchando con los proclamadores del apocalipsis? En palabras de James Brown: “Me siento muy bien”. Me siento muy bien, porque sé que estoy en el lado correcto en este debate.

"Reconozco que los lados están muy desbalanceados. En el otro lado están las Naciones Unidas, los líderes de las muchas naciones del mundo, más los políticos aquí en los Estados Unidos, incluyendo a los actuales candidatos a presidente, el gobernador de mi natal estado de California y muchos otros gobernadores; virtualmente, todas las estrellas de Hollywood, casi toda la Prensa nacional, aparentemente todos los ecologistas del planeta y media docena de prestigiosas organizaciones científicas, muchos reconocidos científicos, muchos maestros y más del 80 por ciento de la gente. Todos ellos a la par del premio Nobel y ganador del Oscar, el ex vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore.

"Así que aquí estoy ahora como parte de un grupo de marginados y muy asediados contradictores del calentamiento global. Pero he decido que es inaceptable que me quede callado cuando sé que estoy en lo correcto.

"En algún punto lejano del camino, quizá hace una década, comencé a leer acerca del calentamiento global. No lo tomé en serio, después de todo, fui testigo de la locura de la llegada de la Era del Hielo en los setenta. Sin embargo, lo leí y escuché. Tenía mis dudas, pero probé mantener abierta mi mente. No podía creer lo que pasaba a mi alrededor. Empezó una explosión de información catastrófica sobre lo que sucedería como consecuencia del calentamiento global.

"He tratado de mantener la calma. Sin embargo, mis estudios me han convencido, más allá de toda sombra de duda, que esta bien orquestada y frenética información está equivocada; mortalmente equivocada. No existe ningún incontrolable calentamiento global producido por el hombre, y no existe evidencia de que vaya a existir… (Continuará)

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 26 de junio de 2,008.

viernes, 20 de junio de 2008

¿Más corrupción?

El escándalo más reciente en el Congrueso, el de los Q82 millones, no ha hecho más que apuntar los reflectores hacia algo que ya todos percibíamos pero que es muy difícil señalar y más aún probar: la corrupción campea en las instituciones públicas. Y, ¿para eso es que quieren más recursos?

El Congrueso solo es el más reciente de la larga fila de escándalos que en lo que va del año se han hecho patentes en la administración pública, como por ejemplo las acusaciones que existen en el Renap.

Lo que tienen en común estos escándalos es que todos han sido sacados a luz, no por las autoridades encargadas de vigilar que no sucedan (el mismo Congrueso, la Contraloría), sino por investigaciones realizadas por periodistas, publicadas en los medios de comunicación. Según sé, están tras otras pistas, pero estas investigaciones son complicadas y tardadas, ya que no es fácil obtener la información desde afuera.

El punto, al final, es que, así como esto del Congrueso y lo del Renap y cuanto otro escándalo logremos llegar a conocer a través de los investigadores periodísticos, les puedo garantizar que de igual manera se pueden encontrar casos similares a todo lo largo y ancho de la administración pública, incluyendo, por supuesto, el Ejecutivo y las municipalidades. Lo que pasa es que no nos enteramos de ello porque quienes debieran vigilar que no suceda, o por lo menos que suceda lo menos posible, no lo están haciendo.

Y la pregunta del millón es ¿para eso es que quieren más recursos? ¿Por qué en las propuestas de reforma fiscal nunca se habla del gasto, sino solo del ingreso? ¿Por qué siempre se habla de perseguir a los desgraciados que no pagan impuestos, y nunca de perseguir a los desgraciados que se los roban ya en el Gobierno? ¿Por qué?

Ahorita dijeron que van a esperar que se calmen las aguas en el Congrueso para presentar la propuesta fiscal, lo cual la deja ver más todavía como una propuesta oportunista, ya que solo les preocupa que, debido al actual escándalo, la población se enardezca porque presenten su propuesta para incrementar los impuestos.

Pero solo quieren esperar a que se olvide el asunto del Congrueso, como suele suceder en Guatemala, ya que casi no hay día que no surja un nuevo escándalo, y entonces es muy difícil llevarle la cuenta a todos los escándalos. Y así, cuando ya estemos pensando en algún otro problema, la violencia, el transporte, la gasolina, entonces van a aprovechar para presentarlo en el Congrueso y que nadie, o por lo menos no la mayoría, se oponga.

Esa es la triste historia de los políticos oportunistas, y que en esta ocasión no serán la excepción. Lo único que les interesa es cómo le sacan más dinero a los tributarios, para tener más dinero al cual ponerle las manos encima. Por supuesto que siempre saldrán con la excusa de que es por los pobres, para poder hacer más obra, para sacar de la extrema pobreza a algunos guatemaltecos, y cuanta otra excusa bonita y solidaria se les ocurra, pero la triste realidad es que los ingresos que más han subido en la última década son los de los gobernantes, y por ningún lado se ven esos resultados que ellos siempre prometen.

Definitivamente, no debemos aceptar que nos vengan nuevamente con el cuento de los pobres, porque es solo eso, un cuento. La realidad es lo que estamos viendo ahorita en el Congrueso, en Renap y en algunas otras partes de la administración pública. ¿Para eso quieren más impuestos?

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 19 de junio de 2,008.

jueves, 12 de junio de 2008

10 años

En 1998 iniciamos, con el doctor Armando De la Torre y Marta Yolanda Díaz-Durán, una aventura radial que ni nosotros mismos nos imaginábamos que nos llevaría tan lejos. Hoy, 10 años después, Marta Yolanda y yo seguimos al aire, tratando de que todos los que nos escuchan, así como nosotros mismos, podamos ir aclarándonos las ideas. Todo ese tiempo, sin interrupciones, hemos estado día a día conversando con la gente que nos ha concedido el favor de su audiencia.

Al inicio, como dice Marta Yolanda, parecíamos tres locos con algo que decir. El ambiente era muy distinto del actual. No se conocía eso de los programas de opinión, ni mucho menos las ideas libertarias que nosotros proponíamos, y la mayor parte de gente que nos escuchaba, o por lo menos la que nos llamaba, estaba encandilada por las promesas de oropel del estatismo. Recibíamos muchas llamadas, recuerdo, que nos decían que éramos pagados por lo ricos, por los gringos, o por los dos. Sin embargo, no desistimos. Continuamos.

Primero, el programa se llamó “¿Qué nos espera en el próximo milenio?” (tal vez como un indicativo que no teníamos idea de que duraríamos tanto al aire). Luego, el tiempo nos rebasó y tuvimos que cambiarle de nombre a “Milenio 3”. En esos programas pasamos más de cuatro años maravillosos en los que tuvimos el privilegio de compartir cada día con el doctor De la Torre, quien no había día que no nos compartiera algo de ese conocimiento enciclopédico que siempre le acompaña.

Pero, aparte de todo el conocimiento, lo que más llegué a admirar en el doctor es su inquebrantable optimismo. Yo de por sí siempre había sido algo optimista, pero la experiencia de compartir tanto con él llegó a cimentar mucho más en mí ese optimismo que le permite a uno ver que, no importa cuán oscuros se vean los nubarrones que tenemos enfrente, por muy larga que aparente ser la tormenta, siempre habrá un nuevo amanecer, siempre el tiempo se encargará de disipar las negras nubes y lograremos ver la luz que éstas obstaculizaban.

Concluida esa etapa, nos tocó volar solos. El doctor se quedó en “Milenio 3”, y nosotros empezamos una nueva aventura: “Todo a pulmón”, que ya casi cumple seis años. Aquí también hemos tenido nuestra ración de alegrías y tristezas, buenos momentos, buenísimos momentos y algunos sinsabores. La diferencia principal es que en esta ocasión nos tiramos al agua ya no solo como conductores del programa, sino como empresarios, para, como dicen, poner la billetera donde ponemos la boca (en un sentido metafórico, pero también literal).

La experiencia ha sido increíble. Junto con nuestro socio, Estuardo Zapeta, hemos aprendido mucho, hemos reído, hemos llorado, hasta nos hemos peleado, pero siempre el cariño, la amistad y la concordancia de propósitos y valores han prevalecido. Ahora la empresa produce siete programas radiales, ya no solo enfocados en la política y la actualidad, sino también en otras áreas de la vida como la música, los tabús y la empresarialidad.

Estos 10 años nos han bendecido con llegar a conocer a muchísimas personas que han agrandado tanto cuantitativa como cualitativamente nuestro círculo de amistades. Los muchos “amigos invisibles” con los que nos topamos por todas partes nos dejan entrever que algo hemos logrado. Si tan solo logramos que algunas personas se hayan aclarado las ideas y vuelto más inquisitivas, todo el esfuerzo de estos 10 años está más que recompensado.

Hoy, puedo volver la vista atrás y decir que no me arrepiento de esta aventura. Sé que Marta Yolanda tampoco.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 12 de junio de 2,008.

jueves, 5 de junio de 2008

Menos aranceles

La decisión del gobierno de Álvaro Colom de eliminar los aranceles para paliar el alza a los productos de la canasta básica por fin se encamina en el camino correcto. Y aunque solamente sean 10 productos los que quedan libres de aranceles, esta medida es de por sí mejor que la que se pretendía al imponer precios topes a muchos productos. Creo que es un buen inicio para encauzarnos por el camino del desarrollo.

Los aranceles no son más que trabas que los gobiernos imponen a los consumidores, so pretexto de evitar la competencia del extranjero y el mantenimiento de industrias y empleos nacionales. Sin embargo, los aranceles tienen una doble función de empobrecimiento; primero, al elevar los precios de productos que podrían ser comprados a un menor precio y con mejor calidad, y segundo, al mantener la “protección” a empleos e industrias que no son económicamente viables sin ella, se afectan otras industrias más rentables que nunca se crearán, en detrimento del consumidor y la economía en general.

El Gobierno al fin ha prestado oídos al sentido común, aunque no del todo, puesto que si ese sentido común indica que es bueno para el consumidor eliminar aranceles a 10 productos, ¿no sería mucho más beneficioso eliminar completamente todo tipo de aranceles? Si lo que se busca es el beneficio de los consumidores, la mejor forma de paliar la crisis es eliminar los aranceles, no solo a determinados productos sino a todos por igual. Esto se reflejaría inmediatamente en una reducción de precios de todos los productos importados y, por tanto, el beneficio sería para los consumidores, quienes podrían disponer de mejor forma de sus ingresos.

Creo firmemente que esta decisión, si bien es parcial y no hará gran diferencia en la economía, sí entreabre la puerta hacia ese ansiado desarrollo que todos esperamos pues, como dije anteriormente, da la pauta a pensar que este gobierno por fin ha escuchado y, sobre todo, experimentado con el sentido común y la lógica del mercado.

Pero no todo es arena, pues la de cal la anunció un día después el presidente con la implementación de la ley de cultivo forzoso. Él mismo se contradice, pues afirma que “no se está obligando a nadie, sino que es lo que manda la ley”.

Es el mercado, no ninguna ley caduca, lo que va a determinar qué se produce y qué no, en qué cantidad, de qué calidad y a qué precio. Al obligar a los dueños de tierras a cultivar el 10 por ciento de sus tierras con “granos básicos”, el Gobierno está interviniendo de forma dañina no solo la producción nacional sino, más importante aún, todo el concepto de la propiedad privada: se estaría violando de forma flagrante el sagrado derecho a que las personas hagan con su propiedad lo que mejor les parezca. Y en última instancia, ¿quién decide qué tipo de grano se va a cultivar? ¿Será que también van a decretar una ley de Tin Marín para ver si se cultiva frijol, maíz, soya o arveja?

Aunque el Gobierno está dando algunas señales de cordura, creo que aún hace falta mucho camino por recorrer. Actualmente, el presidente parece que escucha voces disonantes en cada oído, y dependerá de cuál le pone más atención la dirección en la que ha de encaminar al país.

Estamos en el momento justo de decidir entre el despeñadero o el buen camino. Esta crisis es el momento para definirnos, ¿a dónde nos irán a llevar?

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 5 de junio de 2,008.