viernes, 16 de abril de 2010

Amnesia selectiva






El tema candente de estos días es el paquetazo fiscal y la aprobación de los bonos. Creo que hay que recordar muy bien los sucesos de hace apenas unos meses para poner en contexto los alegatos de los funcionarios. Porque hay que recordarles sus acciones y declaraciones previas para poner en evidencia su doble discurso.

El año pasado, el presidente y el ministro de Finanzas presentaron para este año un presupuesto menor que el del año anterior. Si mal no recuerdo, el presupuesto propuesto era menor a los 48 mil millones de quetzales. Se rasgaron las vestiduras diciendo que lo hacían para estar en sintonía con los problemas económicos mundiales a raíz de la crisis financiera y que eran conscientes de los efectos de esta sobre los guatemaltecos. Incluso recordamos las promesas vacías del ministro de Finanzas, que amenazó con que si no se aprobaba ese presupuesto más pequeño, él renunciaría porque sería irresponsable trabajar con un presupuesto mayor. Por supuesto que al final ese presupuesto no se aprobó y los funcionarios entonces dijeron que se verían “obligados” a trabajar con el presupuesto mayor. La promesa del ministro tampoco se concretó.

Recuerdo también declaraciones de los funcionarios en el sentido de que debían trabajar con austeridad y restringirse a los ingresos fiscales que esperaban para este año, así que estaban viendo cómo implementar un plan de austeridad para funcionar este año con un presupuesto de alrededor de 43 mil millones de quetzales.

Pasaron unos meses, y ahora los mismos funcionarios se rasgan las vestiduras diciendo que si no se consiguen 50 mil millones de quetzales, el país colapsará. Argumentan que si no se aprueban los cuatro mil 500 millones de quetzales de bonos y el paquetazo fiscal, Guatemala se hundirá, por falta de recursos.

Y yo me pregunto: ¿en dónde quedan entonces todas las declaraciones de austeridad y crisis que dieron el año pasado? ¿Eran, como en efecto creíamos, nada más hacer el amague, para quedar como funcionarios “responsables”, a sabiendas de que lo que querían es lo que realmente sucedió: que no se aprobara el presupuesto menor y que pudieran gastar los recursos de los tributarios a sus anchas?

Esa es la única explicación viable. Porque la otra sería que los funcionarios sufren de una extraña enfermedad de Alzhaimer selectiva, por cuya culpa no recuerdan algunas de sus declaraciones pasadas. Casualmente, a todos se les olvidaron las mismas declaraciones. No sé usted, pero a mí me resulta en extremo improbable esa posibilidad.

Pues por aquello de las dudas, es bueno recordarles a los funcionarios sus actuaciones y declaraciones pasadas, por lo menos para que no finjan demencia y todavía se las quieran dar de muy correctos y consecuentes. Pero lo más importante, creo yo, es recordarles que la situación no ha cambiado para nada. De la crisis todavía no hemos salido. Ya hay algunos indicadores que empiezan a mostrar la luz al final del túnel en algunos de los países desarrollados, pero todavía no hemos dejado atrás la crisis. Ahora es cuando más necesitamos estar en modo de austeridad, y no en el de despilfarradores.

Y si los funcionarios del Ejecutivo no lo quieren entender y les importa un comino lo que hayan dicho antes, ojalá que por lo menos en algunos diputados entre la cordura y entiendan que la situación económica a nivel mundial todavía está, a lo sumo, en plano de recuperación, y que no nos podemos dar el lujo de derrochar los pocos recursos que tenemos. ¿Lo entenderán?

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 8 de abril de 2,010.

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