sábado, 3 de abril de 2010

Empresaurios vividores

El "negocio" del transporte urbano es perfecto: sin costos ni riesgos, cortesía de los tributarios.










Los bloqueos de este lunes y los subsiguientes reclamos, denuncias y contradenuncias en el Congreso alrededor del transporte público no hacen más que desenmascarar un poco uno de los negocios más corrompidos por la intervención gubernamental. La solución al problema no es más intervención y subsidios que siempre terminan pagando los tributarios, sino más libertad para todos, tanto para los usuarios como para los empresarios.

El punto culminante en esta lucha por conseguir privilegios es la petición de los transportistas de las rutas “cortas”, cuyo argumento es que si se les da subsidios y exoneraciones fiscales a los transportistas de las rutas urbanas, ¿por qué a ellos no? Si bien es cierto lo que están pidiendo es trato similar para ellos, lo que realmente deberían pedir es que ninguno tenga privilegios ni prebendas. Es decir, la petición debería ser que a los otros se les quiten los privilegios y las exenciones y no que a ellos también les den. Pero por supuesto, lo más fácil es lograr que, a través de presiones y extorsiones, los gobernantes aprueben el que uno pueda tener su negocio subvencionado con los impuestos de los tributarios.

La guinda del pastel la puso la diputada Rosa María de Frade al informarnos que los empresaurios del Transurbano no solo quieren que se les exonere del pago de impuestos, sino que adicionalmente ¡los tributarios les regalamos los buses! Así quien no quiere ser empresaurio del transporte urbano, si es el negocio perfecto: los tributarios les regalamos los buses, las computadoras y todo el equipo que necesitan para trabajar, luego los mismos tributarios les damos un subsidio para que su negocio funcione bien y adicionalmente, no tienen que preocuparse porque alguien les ponga competencia, porque tienen el monopolio de su servicio asegurado por las autoridades, tanto las nacionales como las municipales.

Ante un sistema de incentivos como estos, no nos debe extrañar que tengamos el servicio de transporte urbano que tenemos. ¿Tan difícil será entender esto? ¿O es simplemente que a los gobernantes no les interesa entenderlo porque así como está“todos” ganan? Que conste que ese “todos” se refiere a todos los involucrados en el negocio, es decir, a los del Ejecutivo, a los de la municipalidad, a los diputados y a los empresaurios del transporte, porque los que no ganan por ningún lado son los tributarios que tienen que correr con los costos de este sistema emblemáticamente mercantilista ni tampoco los usuarios del transporte urbano, que se tienen que conformar con un pésimo e inseguro servicio, sin muchas esperanzas de que mejore ya que los incentivos son otros.

No nos engañemos, los del transporte urbano no son empresarios, son empresaurios mercantilistas que viven y florecen a expensas de los tributarios. Lo que están discutiendo ahorita en el Congreso es ampliar los privilegios para estos empresaurios, no mejorar sus servicios. La forma de mejorar los servicios pasa porque exista competencia y para ello hay que eliminar las trabas monopolistas que impone la Municipalidad al asignar rutas y darlas en "concesión".

Mientras no se cambie este sistema, seguiremos encontrándonos con sorpresas como la de que a los del Transurbano los tributarios les regalamos US$35 millones de dólares para que compren sus buses y equipos. Lo que se necesita es menos intervención gubernamental y más libertad, no más subsidios y exoneraciones.


Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 25 de marzo de 2,010.

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