jueves, 26 de julio de 2012

Olímpicos

La controversia no podía faltar en la delegación guatemalteca

Para quienes amamos el deporte, la delegación guatemalteca en los Juegos Olímpicos es un contraste de claroscuros que reflejan mucho de lo que día a día vivimos en otras facetas de nuestra cruda realidad. Por un lado está el brillo de los deportistas que se han ganado a puro esfuerzo, sudor, entrega y dedicación el derecho a participar en esas competencias, y por el otro están las dudas que se han suscitado recientemente alrededor del manejo de fondos, no solo en el COG, sino en todo el deporte “federado”.

Primero, los deportistas. Los 19 atletas guatemaltecos que clasificaron para las Olimpiadas ya son triunfadores. Solo los mejores del mundo logran las marcas requeridas para participar. Luego del trabajo de muchos años, creo que esta delegación tiene más oportunidades que ninguna anterior para conquistar una medalla. Todo aquel que haya practicado algún deporte más de alguna vez ha soñado con una medalla olímpica. Pero conquistar ese sueño es algo que pocos han logrado. Nadie lo ha hecho sin dedicar una buena parte de su vida a eso, desatendiendo muchas veces la vida profesional, social, sentimental e incluso familiar, con tal de enfocar todos los esfuerzos de manera disciplinada en alcanzar ese objetivo.

Hace un par de años entrevisté a Frank Shorter —ganador de la maratón olímpica en 1972, en Múnich, y subcampeón en la de Montreal, en 1976— y me contó de la dedicación y disciplina que le requirió su carrera deportiva, al grado de que durante sus 10 mejores años corría un promedio diario de 30 kilómetros.

Así que todos los atletas guatemaltecos merecen nuestro amplio reconocimiento por haber logrado la primera meta, clasificar para los Olímpicos, y esperamos que más de uno vea coronado su esfuerzo con una medalla olímpica.

Aunque las cosas han cambiado desde que yo participaba en competencias deportivas de adolescente, me temo que la mayoría de los atletas guatemaltecos que han llegado a destacar internacionalmente lo han hecho de la misma manera que sus antecesores: a puro esfuerzo propio y en algunos casos no me extrañaría que incluso ante la oposición de los “dirigentes” deportivos.

No es porque yo crea que debería ser de otra manera, ya que estoy convencido de que así es como debiera ser. Sin embargo, en Guatemala la Constitución nos obliga a los tributarios a subsidiar el deporte con un 3% de los ingresos del Gobierno. Para su referencia, eso representa unos Q1 mil 200 millones anuales. La pregunta del millón es: ¿qué se hace todo ese dinero?

Lamentablemente la fiscalización en Guatemala nunca ha funcionado muy bien, menos en el deporte. Sólo en actividades como estas nos enteramos de cosas como que viajan más de 60 personas, pero los deportistas solo son 19. Cuando los intentan fiscalizar, no responden. Por ejemplo, el diputado Leonel Lira, durante varias semanas, solicitó la información del viaje, pero apenas hasta hace poco le respondieron indicando que viajaban 19 deportistas, 15 entrenadores y seis miembros del comité. ¿Y las otras 20? ¿Nos enteraremos algún día de cómo se maneja el dinero “del deporte”?

Les deseo mucho éxito a todos los atletas guatemaltecos deseándoles que puedan alcanzar su sueño.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 26 de julio de 2,012.
Fotografía: Prensa Libre.

No hay comentarios.: