jueves, 13 de junio de 2013

Realidad mordelona

La realidad finalmente mordió de regreso a Otto Pérez Molina, su ministro de Finanzas y todos sus achichincles, incluidos la mayoría de diputados. La puñalada fiscal adolece de tantos y tan variados errores que tarde o temprano y muy a su pesar se iban a ver en la necesidad de corregir la plana. La solicitud del presidente al Congreso, de aprobar una reducción del 50% al Impuesto de Circulación, es solo la punta del iceberg.

Debo suponer que el hecho de que a estas alturas del partido solamente el 35% de los obligados a pagar el impuesto de circulación lo hubiesen hecho, más las muchas y variadas manifestaciones de descontento hacia ese leonino incremento en particular hayan hecho que el radar político del mandatario lo llevara a recapacitar sobre el inmenso error que sería continuar empecinadamente montados en su macho.

Ahora bien, como parece ser que el radar político no da todavía para más, me permito informarle al presidente que problemas similares y con mucho peores consecuencias tienen las otras reformas impositivas que planteó el año pasado. El impuesto de circulación probablemente es el que en el corto plazo más resentía un buen grupo de la población porque les era más palpable y cercano, pero en el largo plazo sus consecuencias se vuelven un granito de arena comparadas con las de varias de las otras reformas.

De ellas quizá no va a escuchar tantos y tan airados comentarios, porque ni la misma gente se ha percatado de las consecuencias que tendrán para su propia economía. Pero que ni la gente ni los políticos se den por enterados de esas consecuencias no implica que no se vayan a dar. Como bien dijo Ayn Rand, se puede ignorar la realidad, pero no las consecuencias de ignorarla.
En este caso la realidad es tan abrumadora que hasta sus mismos aliados que aprobaron sin chistar —ni siquiera leer, debo concluir— la puñalada fiscal, ahora se hacen un queso para poner tierra de por medio entre ellos y el partido oficial.

La declaración más patética en ese sentido hasta la fecha es la del diputado Roberto Alejos, quien, para zafar bulto de su responsabilidad en semejante entuerto, prefiere reconocerse tonto que mal intencionado. Así lo afirma cuando dice: “la cual el Ejecutivo hizo creer a todos los sectores que generaría una mayor recaudación y estabilizaría el déficit presupuestario”. ¡Cómo no! Que hable por sí mismo y reconozca sus culpas. El Ejecutivo pudo haber dicho misa pero quien levantó la mano para aprobar ese esperpento fue el diputado Roberto Alejos, junto con la mayoría de otros diputados.

Yo por lo menos no me incluyo entre esos “sectores” a los que Alejos argumenta que Otto Pérez engañó. Puedo afirmar que desde que se conoció la propuesta me opuse a la misma. Y tengo año y meses de estar argumentando esa oposición sobre los errores, no solo de forma sino también de fondo que considero que la puñalada fiscal tiene. También en su momento advertí de los efectos que iba a tener, efectos que conforme pasa el tiempo hemos visto cómo se han ido dando.

No, señores diputados, no nos engañan con sus dizque “mea culpas”. Nos convencerán cuando den marcha atrás y deroguen la puñalada fiscal.


Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 13 de junio de 2,013.

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