jueves, 28 de julio de 2011

La libertad de Cabral


Por aquellos azares del destino, fui uno de los últimos en entrevistarlo.

La muerte de Facundo Cabral nos tomó a todos por sorpresa. Ya conocíamos su delicado estado de salud y él mismo confesaba que le quedaba poco, pero eso es muy distinto a lo que pasó. Estoy convencido de que fue víctima de haber estado en el lugar equivocado en el momento equivocado. Eso lo hermanó por la eternidad con los millones de guatemaltecos que día a día nos jugamos la vida en esta ruleta rusa llamada Guatemala. Casi todos aquí podemos estar en el momento y lugares equivocados, en cualquier minuto.

De eso tendremos mucho tiempo para comentar. Hoy prefiero transcribir algunas de las últimas palabras de Facundo, a quien, por azares del destino, tuve la fortuna de entrevistar cuatro días antes de su “mudanza”, como el llamaba a la muerte:

“Hay una amistad desde hace muchos años con Guatemala… y he tenido la suerte de una muy buena relación; hemos compartido, he podido compartir con ustedes el mundo caminado, he aprendido tanto aquí de su cultura, de su arte, por eso cada vez que vengo es un placer”.

“Uno es un contador de historias, las canciones aparecen entre historia e historia, entre viaje y viaje, pero creo que lo mío es un testimonio de vida, contar las experiencias que uno ha tenido en el mundo, compartirlas… me ha pasado en todo el mundo, la gente que te viene a escuchar, la gran mayoría, viene por lo que uno cuenta más que por lo que uno canta”.

“El arte es como el amor: vas a tomar un café sin pensar en nadie y te encontrás a la mujer de tu vida en la mesa de al lado… uno nunca sabe y ese no saber hace que la vida sea excitante, porque acá el que decide el juego es Dios…

“Tener la cabeza abierta. El mundo te abre la cabeza, uno es más amplio desde el momento que conoce más gente… Yo le agradezco tanto al mundo porque es tanta la diferencia entre el Cabral que estaba en su pueblo al que tiene ahora 74 años. Yo se lo debo al mundo, también, aprender a amar, por ejemplo, lo más importante que nos puede suceder y que depende de nosotros, que es la libertad. Porque si el hombre no es libre, la vida no es vida… la razón más importante de la vida es el amor”.

“Bueno, aquí, desde que empecé a curiosear el Popol Vuh y los libros de Chilam Balam, aprendí, por ejemplo, que nacer es un dolor que la vida compensa, por muy dolorosa que sea tu iniciación. Indudablemente, las cosas para gozar en la vida son mayoría; hay más en el haber que en el deber, y esa ha sido una de las cosas que aprendí”.

“La libertad es una herencia de mi familia. Mi familia tenía un respeto absoluto y cuidaba mucho a la libertad, principalmente mi madre. Cuando yo salí de mi pueblo, niño todavía, mi madre me dijo cuando subí al tren: ‘este es el segundo y último regalo que puedo hacerte, el primero, darte la vida, el segundo, la libertad de vivirla’. Yo nací con esa barca, yo a veces, cuando he tenido que elegir, incluso hasta entre el amor y la libertad, elegí la libertad, porque el amor, por bello que sea, siempre te hace ceder terreno y no por eso disfrutas toda tu libertad; sin embargo, en la libertad, hasta uno está más cerca de encontrar el amor. Creo que no hay vida sin libertad. Jesús dice: ‘Nadie puede ser esclavo y menos de dos señores’. Es indigno no ser el dueño de su propia vida y es indigno permitir que otro dirija tu vida. Y no es saludable querer dirigir la vida de otro. Yo puedo compartir con otro, no dirigirlo, y no ser dirigido, y ese es el hombre, el hombre esencial, el otro no sé cómo se llama”. Descansa en paz, Facundo.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 14 de julio de 2,011.

jueves, 14 de julio de 2011

Al ojo del ciudadano


Los magistrados deben saber que están jugándose su reputación.

El proceso de inscripción de Sandra Torres como candidata presidencial de la alianza UNE-Gana ha tomado nuevos giros. No pasó en el TSE; ahora le falta salvar los obstáculos en la Corte Suprema de Justicia y en la Corte de Constitucionalidad. La diferencia principal, creo yo, entre este proceso y el de la inscripción de Ríos Montt, hace ocho años, es que cada vez más personas están dispuestas a participar, velar y emitir su opinión en los temas que nos afectan a todos en Guatemala. En otras palabras, los funcionarios públicos ya no pueden tan fácilmente como antes tomar cualquier decisión sin tener que cargar con la responsabilidad y las consecuencias de la misma ante la ciudadanía.

De hecho, creería que esa fue una de las principales razones por las cuales la candidatura fue rechazada por el pleno del TSE. Mucho se es-peculó sobre la cantidad de magistrados que la UNE tenía “colocados” en ese organismo con el propósito ex profeso de avalar su candidatura, pero lo cierto es que, a la hora de la hora, las magistradas María Eugenia Villagrán, Patricia Cervantes y Mirtala Góngora no se doblegaron ante las presiones y votaron en contra de la inscripción. No así los magistrados Ulises Gómez y Marco Tulio Mellini, quienes votaron a favor de la inscripción y cuyos nombres quedarán en la “mente colectiva” de las redes sociales precisamente por esa decisión.

Para que no queden dudas, debo hacer la aclaración aquí, como ya lo he hecho en ocasiones anteriores, que yo estoy plenamente convencido de que la candidatura presidencial de Sandra Torres, en este período, viola flagrantemente la Constitución. Y también considero que su intento de candidatura convalida con mucho las razones por las cuales los constituyentes dejaron esa prohibición: evitar el uso y abuso de los recursos de los tributarios para mantener artificialmente el continuismo. ¿De qué otra manera podemos denominar al despilfarro de miles de millones de quetzales con el único propósito de hacerle imagen a la primera dama, para que luego fuese candidata presidencial?

Ahora el balón está en la cancha de los magistrados de la CSJ, y luego pasará a los de la CC. Todos ellos deben saber que los ojos de la ciudadanía están puestos en su decisión y que cargarán con la misma por mucho tiempo. No me malinterpreten. Esto no es amenaza ni coacción. Si algún magistrado sinceramente está convencido de que la candidatura de Sandra Torres no viola la Constitución está en todo su derecho de votar a favor de la misma. Lo que le recomiendo es que sustente muy bien su decisión para que no queden sospechas sobre los motivos de su actuar.

Pero lo importante de todo esto es rescatar ese concepto fundamental de que la autoridad reside en la ciudadanía. Que los funcionarios públicos no son los amos y señores de los habitantes de un país, sino son sus empleados, sus mandatarios, pero nada más que eso; los mandantes, es decir, quienes emiten el mandato, son los ciudadanos, no los funcionarios públicos. Y por lo mismo, a quienes se deben es a los ciudadanos y no a nadie que por ahora detente algún “poder” y que, quizá, haya abusado del mismo para nombrarlo en algún cargo.

Y a los ciudadanos nos queda la responsabilidad de velar porque los funcionarios no abusen del poder. Si se les dejan las arcas abiertas, hasta los justos pecarán. Parafraseando el dicho: al ojo del ciudadano, se limita el poder.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 7 de julio de 2,011.

Foto: Congreso de la República de Guatemala.

jueves, 30 de junio de 2011

Limosneros


El propósito del foro era conseguir más dinero para malgastarlo.

A raíz de la reunión de presidentes de la semana pasada, un amigo me envió un comentario que me parece interesantísimo compartir con ustedes. Recibí muchos comentarios sobre mi artículo de la semana pasada y mi postura sobre la legalización de las drogas, que espero contestar la próxima semana. Transcribo a continuación el comentario de mi amigo, AA (no de Alcohólicos Anónimos):

“Hace unos días se llevó a cabo en Guatemala una conferencia de seguridad en la cual los presidentes y expertos ‘enérgicamente’ le pidieron al gobierno de Estados Unidos más dinero para el combate del narcotráfico, aduciendo que sus recursos locales no son suficientes para sostener la lucha de varios años sin que se vean resultados positivos. Hillary Clinton, Secretaria de Estado de ese país, ofreció dar más ayuda para el combate del narcotráfico, pero hizo notar que la tributación tenía que aumentar en los países quejosos. ¡Increíble!

“Es el país consumidor por excelencia, reconocen aprox. el 85% del consumo de drogas, el resto va a Europa y otros países; la mayor parte del dinero de drogas se queda y se lava en EE. UU., mientras los países latinos ponemos los muertos y la violencia.

“Una de las conclusiones del foro fue crear un impuesto regional para el combate del narcotráfico. Irónicamente, el presidente de Colombia afirmó que en el mismo foro había gente comprometida con el tráfico de drogas. ¡Por supuesto que sí! El tema del foro no fue cómo solucionar el problema de las drogas, su tráfico, su consumo y la violencia consecuente; fue estudiar, justificar e implementar una nueva forma de sacarle más dinero a los ciudadanos de estos países.

“¡Qué vergüenza de presidentes! Comenzando por el de Guatemala, que tiene ya varios meses luchando por seguir incrementando el presupuesto y endeudando a los ciudadanos más pobres del país. ¡Qué vergüenza, qué falta de dignidad! Foro de limosneros que al final y con tal de aumentar las posibilidades de corrupción en sus respectivos países, aceptaron la presión del gran consumidor y que se queda con la mayor parte del dinero del narcotráfico, para intentar esquilmar más aún la precaria situación de sus ciudadanos.

“¡Hasta cuándo vamos a despertar latinoamericanos, hasta cuándo! A los gobernantes de EE. UU. y Europa les interesa que haya violencia en nuestros países, les interesa que no haya un clima de trabajo, producción e inversión en el área. Con la situación económica actual en el mundo, se necesitan inversiones frescas, pero, ¿cómo hacerlas en lugares de secuestros, crímenes y de justicia limitada y/o comprometida, de políticos corruptos fácilmente manipulables? Incluso los inversionistas latinoamericanos prefieren llevar su dinero a EE. UU. y Europa. ¡Pregúnteles! El capital solo tiene patria donde hay seguridad.

“Los políticos, tanto de EE. UU. como de Europa, presionan a nuestros no tan ingenuos políticos, para la creación de leyes que persiguen una información abierta sobre cuentas de bancos y activos generales, no tanto porque les interese ‘combatir el crimen’ sino para que haya temor en sus propios ciudadanos a invertir acá. ¿Por qué tardaron tanto en cuestionar las inmensas cuentas de los jeques árabes y de nuestros propios políticos latinoamericanos? Sus bancos usaban los fondos para circularlos entre sus ciudadanos para inversión y creación de puestos de trabajo a costillas de nuestras magras economías. ¡Esos son los ‘países amigos’!”

¿Usted qué opina de esta visión?

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 30 de junio de 2,011.

jueves, 23 de junio de 2011

Ms. Clinton: End the war





War on drugs has failed. Legalization is the only way to go.

It is time for the US Government to acknowledge that more than 100 years of international drug control efforts have been wasted and drug trafficking is alive and thriving. The US$26 billion federal funds spent directly each year on failed drug control strategies would be much better used on educating people against wasting their lives on drugs and treating them than on trying to stop its illegal use. The war on drugs is an impossible win. The best example: Afghanistan where ten years of US military presence hasn't made even a small dent on the largest opium producer in the world.

According to a US Congressional Research Service report available at your State Department website, only 16 to 38 million people all over the world can be catalogued as "problem drug users" and they consume most of the drugs used in the world. However, due to the illegal standing of the drug bussines, half of all the "organized crime" —with all the violence, corruption and ungovernability it has spread all over the developing world— is dedicated to satisfy them.It is irrational to continue with this nonsense. Your government should accept the losses, legalize drugs and move on.

Los números simplemente no cuadran. Digan lo que digan y hagan lo que hagan, el consumo de las drogas continúa creciendo aún a pesar de las grandes cantidades de dinero que se han dedicado a su combate. Las reuniones como las de estos días en Guatemala solo sirven para desperdiciar más recursos de los tributarios en tratar de manera infructuosa de detener el tráfico y consumo de las drogas.

La triste realidad es que se han sobredimensionado los riesgos de que el consumo de drogas fuese legalizado y regulado, aduciendo que en ese momento muchísima más gente consumiría droga. La evidencia nos indica que, actualmente, cualquier persona que quiera consumir droga, aquí, en Estados Unidos, en Colombia o en casi cualquier otra parte del mundo, lo puede hacer, consiguiéndola relativamente fácil. Lo que es más, sería mucho más probable reducir el consumo de drogas por parte de menores si estas fueran legales y se regularan para evitar su venta a menores, que criminalizándolas como actualmente se hace.

Lo que se ha subdimensionado es el efecto corruptor, la violencia, la ingobernabilidad, así como las amenazas a la libertad que subyacen bajo muchas de las decisiones de políticas públicas tomadas bajo el paraguas de la "guerra contra las drogas". Mucha legislación que actualmente existe y se está imponiendo alrededor del mundo con la excusa de combatir el narcotráfico tiene el efecto de reducir considerablemente los derechos de todos los ciudadanos, sin que hasta la fecha haya tenido mayor efecto en lograr una reducción del narcotráfico.

Es obvio que para algunas personas y grupos de presión —yEnlace no me refiero solo a los narcotraficantes— la prohibición del consumo de drogas les ha brindado la oportunidad de oro para prosperar abundantemente. Pero esta prosperidad se logra a expensas de las vidas de muchísimas personas a lo largo y ancho del mundo "en vías de desarrollo" que ni consumen, ni producen, ni comercian con las drogas, pero sí sufren las consecuencias.

No, señora Clinton. La guerra no la están ganando, ni la pueden ganar. Las muertes de tanta gente inocente tampoco se puede compensar con unos millones de dólares de "ayuda". Lo que necesitamos es que tengan el valor de tomar la decisión correcta y descriminalizar el consumo de las drogas. ¿Es mucho pedir?

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 23 de junio de 2,011.

Fuentes y lecturas interesantes:

- International Drug Control Policy, Congressional Research Service, Liana Sun Wyler.
Este informe es muy revelador.

- World Drug Report 2,010, United Nations Office on Drug and Crime

- National Drug Threat Assessment 2010, U.S. Department of Justice, National Drug Intelligence Center

- Global Commission on Drugs Report, Global Commission on Drugs

- Drug Decriminalization in Portugal: Lessons for Creating Fair and Successful Drug Policies, by Glenn Greenwal, Cato Institute

- Mexico's Failed Drug War, by Jorge Castañeda, Cato Institute

- The Budgetary Impact of Ending Drug Prohibition, by Jeffrey A. Miron and Katherine Waldock, Cato Institute

jueves, 16 de junio de 2011

No pasa nada


Lo que en cualquier parte del mundo sería un gran escándalo, aquí pasa desapercibido.

Ayer nos enteramos de los dimes y diretes entre la jueza décima del ramo Penal, Verónica Galicia, y Francisco Dall'Anese, jefe de la Cicig, por desacuerdos en la actuación de la jueza en varios casos. En medio de la trifulca, la jueza hace una acusación muy delicada contra funcionarios de la Cicig, por tratar de alterar la documentación de un caso, lo que, además de ser un grave crimen, en cualquier parte del mundo sería suficiente para armar un gran escándalo y correrían las cabezas de los involucrados y quién sabe cuántos niveles jerárquicos superiores más; sin embargo, en Guatemala no pasa nada. La mayoría de la población, incluidos quienes hicieron la nota —creería, por el poco peso que le dieron—, ni siquiera se percataron de la gravedad de las acusaciones.

En la nota titulada “Jueza afirma debilidad de Cicig en acusaciones”, presentada en la edición de Prensa Libre de ayer miércoles 15 de junio, en la página 3, en uno de los últimos párrafos se consigna lo siguiente: “Galicia explicó que no aceptó la recusación en el caso Maskana por estar fuera de tiempo. 'La Cicig intentó hablar con el oficial para que pusiera sello y fecha atrasada, y que cambiara la constancia de su notificación, pero no se le permitió. Esas situaciones provocaron que tomara la decisión de separarme de los dos procesos', dijo la jueza”.

No sé si usted se percata de lo serio de la acusación. La jueza dice claramente que funcionarios de la Cicig trataron de falsificar documentos para que pareciera como si los habían entregado dentro del plazo que establece la ley y así poder utilizarlos dentro de un juicio. Eso, aquí y en casi cualquier parte del mundo es un grave delito. Si a eso le añadimos que quienes intentaron cometer el crimen son quienes supuestamente vinieron a Guatemala para “fortalecer la justicia”, el caso pasa de ser engorroso a totalmente despreciable.

Sin embargo, aquí no pasa nada. ¿Dónde está el Colegio de Abogados reclamando que se investigue esa denuncia? ¿Donde está el Ministerio Público iniciando una investigación? ¿Dónde está la “sociedad civil” exigiendo que se aclare tan grave acusación? ¿Dónde está la ciudadanía indignada pidiendo que se aclare esa situación y se le devuelva la confianza en las instituciones?

No pasa nada. Nadie dice nada. Cualquiera puede hacer lo que se le da la gana, pasarse la ley por el arco del triunfo, y no pasa nada. Por lo menos me queda la conciencia tranquila de que nunca estuve de acuerdo, y lo expresé abierta y públicamente desde hace años, con la absurda idea de que trayendo a un grupo de personas que estuviera por encima de la ley se resolverían los problemas de seguridad y justicia del país. De hecho, ha pasado lo que algunos pocos advertimos desde ese entonces, que quien está por encima de la ley, tarde o temprano acaba corrompiéndose. Esta no es sino la más reciente prueba de tal extremo.

Y ante acusaciones como esta, no queda menos que preguntarse, ¿qué pasa con todas las acusaciones anteriores, muchas de ellas realizadas sin ninguna prueba? ¿Será que podemos confiar en quienes están dispuestos a pasar por encima de todos los principios del debido proceso con tal de que su punto sea el que prevalezca?

Repito aquí lo que Luis Figueroa pone a veces en su blog: “Si usted no está indignado es porque no está poniendo atención”. ¿Qué más se necesita para que entendamos que lo que hace falta es un cambio del sistema? ¡Urge ProReforma!

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 16 de junio de 2,011.

jueves, 9 de junio de 2011

Ruta equivocada




¿Para qué seguir en la ruta que ya demostró 100 años de fracasos?

La amenaza del narcotráfico es el tema principal en las reuniones de burócratas internacionales. En la reciente reunión de la OEA, por ejemplo, se “pusieron de acuerdo” en el ataque frontal al mismo.

En la reunión que habrá a fin de mes y a la que llegará incluso Hillary Clinton, también el enfoque es el mismo. Lamentablemente, a pesar de que la experiencia de más de cien años demuestran que ha sido un completo fracaso, los burócratas siguen empeñados en seguirse topando contra la pared. Esa es la ruta equivocada que solo nos llevará a más muerte y destrucción sin que se reduzca para nada el consumo de drogas. Ya no podemos seguir así.

Lo peor es que, por ignorancia o temor a contradecir al Departamento de Estado y sufrir su censura, los candidatos a dirigir el Ejecutivo en la próxima administración ya cayeron en ese mismo juego, utilizando el “combate del narcotráfico” como su caballito de batalla para garantizar que conseguirán “seguridad” durante su gestión. ¡Qué equivocados están! De esa forma no se conseguirá la “seguridad” nunca. Si no me creen, vean el ejemplo de México, y para no ir más lejos, en Guatemala poco falta para encaminarnos en esa misma vía.

La solución no es, como dice Colom, criminalizar más las drogas. Todo lo contrario. La ruta para salir de ese desgraciado destino al que nos está orillando la guerra contra las drogas es legalizarlas. ¿Tan difícil será entender esto o lo que pasa es que los intere$es para no hacerlo son muchos? ¿Sabía usted, por ejemplo, que el presupuesto para “combatir la droga” en Estados Unidos es de más de US$26 mil millones anuales?

No se deje engañar. La guerra contra las drogas ha sido un total fracaso. Los tratados contra la drogas vienen desde 1909 y a pesar de que casi todos los países del mundo forman parte de esos tratados, luego que se declarara abiertamente la “guerra contra las drogas”, hace más de 40 años, el consumo se ha mantenido básicamente igual, porcentualmente hablando, ya que en números absolutos se ha incrementado.

Para que se dé una idea del fracaso, el principal productor de opio en el mundo es Afganistán, país que ha tenido presencia militar estadounidense desde hace 10 años, mismo período en el que la producción de opio en ese país ha crecido, al grado, que el año pasado los mismos gringos tiraron la toalla y cambiaron sus políticas para tratar de “incentivar” que los afganos se dedicaran a otros cultivos.

Mucho se dice también sobre cómo se “acabó” la violencia en Colombia combatiendo al narcotráfico. Sin embargo, la información no cuadra. Si bien es cierto que entre el 2000 y el 2002 se redujo el cultivo de la coca allí, del 2003 para acá se ha mantenido más o menos constante y a la fecha sigue produciéndose allí más del 40% de la coca mundial. ¿Qué pasó? No lo sé, pero mi apuesta es que llegaron a la conclusión de que mejor dejaban a los narcos en paz y se dedicaban a velar por la criminalidad común. No tengo los pelos de la burra en mis manos, pero los seguiré buscando.

En el caso de Guatemala, a los candidatos les recomiendo, si no tienen las agallas para proponer y defender la legalización de las drogas, por lo menos actúen inteligentemente y dediquen sus esfuerzos a combatir la criminalidad común, es decir, a los ladrones que matan personas por robarles un pinche celular, a los mareros y extorsionistas que mantienen en increíble zozobra a la mayoría de guatemaltecos, y dejen que los gringos continúen su tonta y fracasada guerra contra las drogas por su cuenta.

*Si quiere ver algunas de las fuentes, las pongo en www.jorgejacobs.com

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 9 de junio de 2,011.

Fuentes y lecturas interesantes:

- International Drug Control Policy, Congressional Research Service, Liana Sun Wyler.
Este informe es muy revelador.

- World Drug Report 2,010, United Nations Office on Drug and Crime

- National Drug Threat Assessment 2010, U.S. Department of Justice, National Drug Intelligence Center

- Global Commission on Drugs Report, Global Commission on Drugs

- Drug Decriminalization in Portugal: Lessons for Creating Fair and Successful Drug Policies, by Glenn Greenwal, Cato Institute

- Mexico's Failed Drug War, by Jorge Castañeda, Cato Institute

- The Budgetary Impact of Ending Drug Prohibition, by Jeffrey A. Miron and Katherine Waldock, Cato Institute

jueves, 2 de junio de 2011

Rafa Pilatos


¡Qué fácil lavarse las manos!

Aunque haya a quien el “pronunciamiento” del vicepresidente Espada le parezca encomiable y digno, a mí me parece que es un tardío reconocimiento del total fracaso y desfachatez de la actual administración y una conveniente lavada de manos para quien, pudiendo haber hecho, o al menos dicho, algo mucho tiempo atrás, es plenamente corresponsable del desmadre en que actualmente se encuentra Guatemala.

No nos olvidemos de que él es el segundo a bordo del Ejecutivo y el responsable, constitucionalmente, de las decisiones en materia económica que toma el Gobierno. Que en la práctica haya sido un cero a la izquierda en esta administración no lo exime de todas las malas decisiones tomadas “en gabinete”, de los malos manejos de fondos, del desvío de miles de millones de quetzales malgastados en la campaña de la ex primera dama, una de las que califican entre lo que él llama tímida y tangencialmente a que los tribunales “procesen conforme a derecho”.

No nos debe extrañar esta lavada de manos a poco más de seis meses de concluir su mandato. Tanto él como el presidente Colom parecen finalmente entender que su tiempo se acaba, que el poder y sus mieles —no así sus dineros— son efímeros y que el juicio de la historia los va a arrollar dentro de poco.

El presidente, ya casi al final de su mandato, todavía les echa la culpa de todo lo que sucede a los gobiernos anteriores, con lo que tácitamente reconoce que su administración no ha hecho nada que valga la pena. Desde el inicio fue claro que la seguridad no era su tema y que si la queríamos había que pagar más impuestos porque los que ya se pagaban se iban a utilizar para la campaña de su esposa, digo, para sus “programas sociales”.

Hasta hoy, siguen chantajeando con que si no se aprueba una ampliación presupuestaria, no habrá seguridad, pero cuando uno revisa la dichosa ampliación resulta que la mayoría de los fondos “ampliados” van a dar a los lugares de donde se saca dinero para los “programas sociales”, y todavía con la desfachatez de exigir que se quiten los candados que evitan el traslado a los mismos.

Y aún así el presidente pide que “confiemos en él”, que no serán utilizados para fines políticos. Sí, como no.

El vicepresidente, en su pronunciamiento afirma que vivimos en momentos de crisis, de gasto público “desordenado” que “desata calamidades”, y lo que hace es “exhortar públicamente” a sus colegas del Gobierno Central a “conducir con honor y sentido de Estado”. ¡Hipócrita!

Si a lo que se refiere es a que están robando dinero y haciendo malos manejos con el dinero de los tributarios enfrente de sus narices, lo mínimo que debería hacer es renunciar y presentar las denuncias correspondientes. Si tan solo él mismo hiciera honor a la “transparencia” que solicita de los demás.

A estas alturas de una partida tan deplorable, exhortar al “honor y sentido de Estado” a sus compinches que ha apañado y defendido durante tanto tiempo es una bofetada para los guatemaltecos.

Se equivoca el vicepresidente al decir que llevamos 200 años de vida republicana. Precisamente porque no vivimos en una verdadera república es que sus “colegas”, él y muchos de los que los han antecedido han sido capaces de llevarnos a la “hora crítica” actual. Pero, claro, es mucho pedir de él que entienda la diferencia entre democracia y república.

No, don Rafa. Ese pronunciamiento no basta para lavarle las manos.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 2 de junio de 2,011.

Foto: Cuadro "Pilatos lavando sus manos" de Jan Lievens. Museo Stedelijk de Amsterdam.

jueves, 26 de mayo de 2011

El Fin




No importa cuándo sea el fin del mundo.

El sábado algunas personas se quedaron esperando el momento en el cual serían llevadas al cielo, en el tan esperado “arrebatamiento”. Le creyeron a Harold Camping, un predicador radial estadounidense que, en repetidas ocasiones, ha pronosticado erróneamente el fin del mundo. Charlatanes como este lamentablemente abundan y son responsables del menosprecio de muchas personas hacia el mensaje del evangelio. Pero no son culpables solo ellas, sino también los ingenuos que se dejan engañar.

Camping no es el primero ni será el último de los “profetas” que anuncien la fecha exacta del fin del mundo. En las décadas recientes hemos visto varios, todos fallidos hasta el momento. Y esto viene desde hace dos mil años, al menos en la tradición cristiana, desde la promesa que dos hombres vestidos de blanco hicieran a los discípulos luego de la ascensión. Y desde esa época vienen también las historias de quienes lo “dejaron todo” para esperar esa segunda venida.

Fue el caso de la primera iglesia cristiana, la de Jerusalén, en la que se llevó a cabo y falló el primer experimento de la vida “comunitaria” dentro del cristianismo. Vendieron todo y se dedicaron a esperar el regreso de Jesús. Algún tiempo después, como era de esperar, necesitaron de la caridad de los miembros de las otras iglesias para sobrevivir.

El futuro es intrigante y no nos debe extrañar que muchos intenten “descifrarlo”. Son innumerables las personas, no solo en el ámbito religioso, que han buscado una manera de conocer lo que sucederá. Y la curiosidad por el futuro que casi todos albergamos hace que tengan bastante público y hasta seguidores. Uno de los mejores ejemplos no religiosos es Nostradamus, quien sagazmente se guardó de ser demasiado específico en sus predicciones, lo que ha hecho que incontable cantidad de personas se haya dedicado a tratar de descifrarlas y ajustarlas a los acontecimientos de su presente.

Esto es exactamente igual a lo sucedido con el Apocalipsis desde que Juan lo escribió. Incontables estudiosos de las escrituras han tratado de encontrar en esa alegoría los sucesos de su tiempo. Uno de los ejemplos que más recuerdo es el de Yiye Ávila, un predicador evangélico que hace 30 años pregonaba que la Unión Europea —la CEE de aquellos tiempos— era la bestia del Apocalipsis, y que cuando llegase a tener 10 miembros —en esa época creo que tenía siete— empezaría la Gran Tribulación. Los miembros casi se cuadruplicaron y nada pasó. ¿Y la profecía? Bien, gracias.

A veces no sabe uno si reír o llorar ante casos como el de Camping. El hombre es tan testarudo y cínico que todavía esta semana afirmó que ninguna de sus predicciones ha fallado. Según él, el sábado pasado sí vino Cristo, sólo que de manera espiritual, y ese día empezó el “juicio contra el mundo”, el cual terminará el 21 de octubre, cuando será el verdadero “fin del mundo”. Así también indicó que las anteriores predicciones también se cumplieron, ya que en esas fechas —1988 y 1994— empezó el juicio contra la Iglesia. Pero el meollo del asunto es que no devolverá nada de los US$100 millones que recaudó en donaciones para anunciarlo.

Lo peor es que, a pesar de todo, siempre habrá gente ingenua que seguirá cayendo en los engaños de estos estafadores. Al final, no importa cuándo sea el fin del mundo. Lo importante es cómo vivamos el hoy. Y para ello le recomiendo la frase que se le ha atribuido a Ghandi: Vive como si fueras a morir mañana; aprende como si fueras a vivir para siempre.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 26 de mayo de 2,011.

Masacre


La situación sólo empeorará, si no se le combate de raíz.

Muchas veces hemos leído, oído y visto cosas así en “otras” partes, pero no aquí. Si bien es cierto la vida diaria en Guatemala no es precisamente la de un paraíso terrenal de paz y tranquilidad, no percibíamos con toda su crudeza el verdadero infierno en que vivimos. Hasta ahora, hasta la finca “Los Cocos”. Hasta la irónica “La Libertad”. Hasta la matanza. Hasta los decapitados. Hasta la masacre.

Acostumbrados como estamos a los 17 muertos diarios por la criminalidad, tenía que ser una cifra mayor, con saña y sadismo inmensos, la que nos sacara de ese estupor. 27 muertos. 27 decapitados. 27 vidas truncadas sin razón. Una pared. Un mensaje escrito, literalmente, con sangre. Una advertencia. Una señal.

Lamentablemente, poco será lo que cambie la situación luego de los decapitados. Su muerte implicará un salto en la estadística diaria. Una recordación mayor de la que gozan los 17 de todos los días. Pero poco más. Quizá caerán algunos de los verdugos. Pero la situación seguirá de mal en peor. De los actuales gobernantes, poco podemos esperar. Desde el principio fueron claros que la seguridad no estaba entre sus prioridades. Su prioridad principal siempre fue asegurar la permanencia en el poder, para de esa manera lograr su segunda prioridad, ordeñar la vaca lechera de los tributarios exprimiéndole hasta la última gota, para pasar a mejor vida. Y el colmo de la desfachatez fue decir que si queríamos seguridad, había que pagarles más.

Pero aún si hicieran algo, lo más que lograrían sería aliviar un poco la situación —o quién sabe si empeorarla; si no, vea el caso de México—. Porque estamos en medio de una vana y absurda guerra —como si alguna no lo fuera, pero esta más— en la que, para variar, ponemos los muertos, pagamos los costos y escribimos con sangre su efímera historia.

La raíz del problema no la podemos atacar aquí, porque no está por estos lares. Hay que buscarla en algunas capitales, la de Estados Unidos, las europeas, la “del mundo” (donde están las oficinas de los organismos mundiales) en donde algunos cuantos empecinados e ignorantes “líderes” siguen montados en el macho de la “guerra contra las drogas”. Y envuelven con su discurso moralista a la masa, haciéndole creer que se preocupan por las generaciones futuras.

Lamentablemente, aunque la marea va cambiando y cada vez somos más los que alzamos la voz contra tan absurda “contienda”, todavía tendrá que correr mucha sangre antes de acabarla. Como lo dije en un artículo anterior, hasta que los decapitados no sean ciudadanos estadounidenses en territorio estadounidense, los políticos de por allá no sentirán la presión para tomar la decisión que debieron tomar hace varias décadas pero que nunca se animaron a hacerlo.

Mientras tanto, nosotros debemos seguir sufriendo las consecuencias. Y ya que es poco lo que podemos hacer por aquellos lares, debemos enfocarnos en lo que se puede hacer aquí. Y eso pasa por un cambio del sistema, no por quiénes lo dirigen. Mientras no entendamos esto, seguiremos cada cuatro años cambiando al chofer creyendo que podrá convertir nuestra carcachita en un bólido, solo para concluir unos meses después que este tampoco puede. Necesitamos cambiar el sistema, no el tripulante. Necesitamos el cambio que propone ProReforma. ¿Hasta cuándo la tendrán los diputados durmiendo el sueño de los justos?

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 19 de mayo de 2,011.
Enlace
Foto: Prensa Libre.

viernes, 13 de mayo de 2011

Fracasos


El castillo de naipes de la CICIG se sigue desmoronando.

Era el caso emblemático. El que ponían como su principal logro. El que supuestamente justificaba todos los gastos en que se había incurrido. En pocas palabras, era el caso que podían utilizar para justificar su existencia. Sin embargo, el caso que aparentaba ser el más seguro, el de Portillo, se les cayó. Como si eso no fuera suficiente, al otro día se les cayó también el de Giammattei. Un par de cartas más que se caen del castillo de la Cicig.

En ambos casos las juezas argumentaron que las pruebas presentadas por el Ministerio Público (MP) y la Cicig no eran concluyentes. En el caso de Giammattei, la jueza ni siquiera dejó que pasara a juicio oral y hasta reclamó que el MP cometió varios errores que la Cicig debió corregir, pero no lo hizo. Y eso que supuestamente estos eran dos de sus principales acusaciones. No lo digo yo, sino ellos mismos. Basta recordar cómo Carlos Castresana se ufanaba de la captura de Portillo.

Estas resoluciones todavía deben pasar un largo recorrido para quedar en firme; sin embargo, desde ya se pintan como un nuevo fracaso para la Cicig. Por supuesto que la salida fácil es acusar de corruptas a las juezas y declararse el David de la justicia peleando contra el Goliat de la corrupción, pero no todo es tan sencillo como parece.

Con todo y que yo mismo considero, y así lo he dicho, que este es apenas uno de los muchísimos casos de corrupción que de seguro se dieron durante la administración Portillo —al igual que en todas las demás administraciones, hago la salvedad— y el único del cual lograron conseguir algunas pruebas, es lamentable que el Ministerio Público y la Cicig ni siquiera esto que tenían en bandeja de plata, que era más fácil de probar que otros casos de corrupción, lograron blindar su acusación de tal manera que las juezas, correctas o no, no encontraran la forma de salirse por la tangente y absolver a los responsables. El mismo Portillo no argumentó su inocencia sino que no lograron probar su culpabilidad.

La argumentación de las juezas en el caso del ex presidente trae a luz nuevamente el problema, que también he criticado mucho, de las acusaciones basadas en los “colaboradores eficaces”, ya que estos tienen todos los incentivos del mundo para ajustar su acusación de la manera en que ellos mismos salgan mejor librados, y los demás, con toda la carga de la acusación. No olvidemos que varias dudosas sentencias impulsadas por la Cicig han estado basadas precisamente en ese tipo de declaración.

En resumen, no descarto la posibilidad de que haya corrupción, presiones, amenazas y coacciones de por medio; sin embargo, lo cierto es que las deficientes acusaciones del MP y la Cicig permitieron que las juezas dejaran libres a personas que deberían pagar por sus delitos.

En el caso Portillo, el único consuelo que queda es que quizá—porque ya hasta eso pongo en tela de duda— sea extraditado a Estados Unidos, y allí la situación se le complica, ya que para quitarse la acusación de lavado de dinero tendría él mismo que comprobar lo que aquí no se le ha podido probar: de dónde salieron los US$70 millones. Lo que sí le puedo garantizar es que no fue de su sueldo como presidente.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 12 de mayo de 2,011.
Foto: CNN/EFE

jueves, 5 de mayo de 2011

La victoria de Bin Laden


Creo que Osama Bin Laden logró incluso más de lo que esperaba.

La muerte de Osama Bin Laden cierra un nuevo capítulo en la historia del mundo; sin embargo, las repercusiones de sus actuaciones todavía están por venir; quién sabe si en las próximas décadas o incluso siglos. Desde mi punto de vista, Osama logró lo que nadie antes soñó alcanzar: sentar las bases para el deterioro y posible final de ese interesante experimento sobre lo que se puede lograr en un sistema basado en una república liberal, como lo es (o fue) Estados Unidos.

Me explico. Como consecuencia del ataque a las Torres Gemelas, en septiembre del 2001, cambiaron las reglas en Estados Unidos, al grado de que, utilizando principalmente la excusa de la “Guerra contra el terrorismo”, aunque también, en parte, la de la “Guerra contra las drogas”, redujeron y/o eliminaron las garantías de los derechos individuales, que son el alma del sistema que les permitió prosperar tanto durante más de dos siglos. Si los “padres fundadores” vieran lo que han hecho del sistema que tanto les costó establecer, seguramente se horrorizarían.

Por supuesto que muchos dirán que esas son nimiedades y “costos necesarios” a pagar por la “seguridad”, pero quienes así lo ven son víctimas del cortoplacismo que tanto nos afecta en la actualidad. No se dan cuenta de que en el largo plazo lo que ahora ven como una victoria se podría convertir en su destrucción. No se percatan de que institucionalizar el que “el fin justifica los medios” no puede acarrear buenas consecuencias.

Hay que ver esto en la perspectiva del largo plazo, en el de la historia. El mejor ejemplo que tenemos de algo similar es Roma. Esta se hizo grande y próspera durante el medio milenio que duró la República. Pero su final se empezó a gestar precisamente cuando esta terminó y empezó el Imperio. Por supuesto que en ese momento también inició su época de mayor prosperidad y paz, la de los dos siglos de la Pax Romana, pero las bases ya estaban puestas para que otro medio milenio más tarde colapsara. De hecho, podemos decir que empezó a morir en ese momento, aunque la gran inercia que traía le permitió todavía prosperar más durante algún tiempo y que tardara 500 años en sufrir las consecuencias.

En el caso de Estados Unidos, en un sentido estricto, el punto de inflexión se dio a partir de finales del Siglo XIX, con la aprobación de la ley “antimonopolio” Sherman y siguió luego con los cambios constitucionales de principios del siglo XX; sin embargo, creo que el golpe de gracia se dio a partir del ataque a las Torres Gemelas. Repito, estos son procesos de largo plazo y podrán pasar siglos antes de que se vean sus verdaderas consecuencias, pero lo importante es que las bases ya están sentadas.

Ahora bien, la historia nunca está escrita con anterioridad y las cosas pueden cambiar en el camino. ¿Qué hubiera pasado si en medio de la Pax Romana el Imperio se hubiese revertido a la República? Muy probablemente hubiéramos llegado a la modernidad mil 500 años antes. ¿Sabía usted, por ejemplo, que justo en esa época se desarrollaron las bases para el motor a vapor, tecnología que luego de la caída del imperio se perdió por un milenio y que después impulsó la revolución industrial?

Así también, Estados Unidos todavía está a tiempo de revertir su sistema hacia los principios republicanos liberales de un Estado de Derecho establecidos por los “padres fundadores”. Lamentablemente no se oyen muchas voces que promuevan esto, ni dentro ni fuera. ¿Será que Osama terminará saliéndose con la suya?

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 5 de Mayo de 2,011.

jueves, 28 de abril de 2011

Peregrinaje (II)

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Lo que he aprendido.

Luego de mi salida de Ágape pasé por una difícil etapa en la que me peleé con Dios, echándole la culpa por las situaciones vividas. En esa época no comprendía que todo lo que le sucede a uno lo va formando y, como dice Steve Jobs, en retrospectiva se pueden unir los puntos, pero en el momento es imposible. Ahora entiendo, por ejemplo, que de no haber pasado por esa iglesia, probablemente no habría abrazado la causa de la libertad con la intensidad que lo he hecho. Con el tiempo y la reflexión hice las paces con Dios.

He entendido que lo que hacemos con nuestra vida depende de las decisiones que tomamos y que, precisamente debido a ese libre albedrío, somos los únicos responsables de las consecuencias. Aun si no tenemos control sobre las circunstancias fortuitas, cada quien decide cómo actuar frente a ellas.

He aprendido a respetar a los otros. Lo aprendí al entender que uno de los principales males de la mayoría de religiones y religiosos es que consideran poseer la verdad y que todos los demás están equivocados. Pocos han entendido que, aún si esa premisa fuese cierta, lo correcto es intentar persuadir a los otros y no imponerles su criterio, ni mucho menos considerarse superiores por ello. A mi mejor entender, esta es una de las principales raíces del irrespeto, no solo en temas religiosos, sino en casi todos los demás. Entender esto me ha hecho abrazar con más fuerza el liberalismo, tal como escuché a Alberto Benegas Lynch (hijo) definirlo: “respetar el proyecto de vida de cada quien”.

Algo que me costó entender es cómo personas con buenas intenciones y con un liderazgo religioso auténtico se corrompen. La gran revelación llegó cuando me enteré de que la máxima de Lord Acton, “todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”, la formuló en el contexto de la discusión alrededor del Concilio Vaticano I de 1870, donde se aprobó la infalibilidad del Papa. Lo que he entendido es que toda persona que ostenta algún liderazgo sobre otras personas tiene cierto poder sobre ellas.

En el caso de las organizaciones religiosas, este poder es tanto mayor, cuanto más opresivas e impositivas estas son. Y este poder, tarde o temprano, tiende a corromper a quien lo ostenta. De esto puedo dar fe. Al pastor de Ágape, por ejemplo, lo conocí al poco tiempo de sus inicios y considero que era sincero y con buenas intenciones; sin embargo, pasados los años y conforme acrecentaba su poder sobre los feligreses terminó corrompiéndose. En este peregrinaje por la iglesia evangélica he sabido de muchos líderes que no han podido lidiar con el poder y este los ha corrompido. Debo reconocer que también he conocido y admiro a algunos cuantos que han logrado evitar esa corrupción.

He aprendido que no debo imponerles mis creencias a los demás, pero que la otra cara de la moneda es que no debo dejar que otros me impongan sus creencias, sino cuestionarlo todo. Pero no solo cuestionarlo, sino investigar, y si me convenzo de que algo es correcto, incorporarlo a mi vida.

He aprendido a no juzgar severamente a las personas. Primero, porque no es función de uno andar juzgando la vida de los demás, pero también porque generalmente se desconocen las circunstancias y las situaciones en que otros toman sus decisiones. Y por aquello de las dudas, esto aplica a la vida privada pero no al actuar de quienes detentan el poder público.

Espero que de algo le sirva lo que he ido aprendiendo en este caminar.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 28 de abril de 2,011.

Ilustración: Richard Lyall.

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jueves, 21 de abril de 2011

Peregrinaje


Altibajos de la vida y de la relación con Dios.

Estas épocas parecen ser propicias para reflexionar sobre nuestro caminar en la vida, sobre nuestro peregrinaje en este mundo, pero, en particular, sobre nuestra relación con Dios. Si bien es cierto las experiencias que cada uno de nosotros ha vivido son únicas, compartimos sendas con muchas otras personas, y aunque las circunstancias sean distintas, las enseñanzas pueden ser bastante similares. No sé cuál sea su experiencia, pero espero que la mía le sirva de algo.

Yo me inicié en la vida espiritual en mi casa, un hogar presbiteriano —iglesia evangélica de línea conservadora—, proveniente de una de las primeras familias que se convirtieron al “protestantismo” en Guatemala en el siglo XIX. Mi papá siempre nos inculcó, a su mejor manera de entender, el acercarnos a Dios. Más que con sus palabras, lo hizo siempre con el ejemplo. Recuerdo innumerables ocasiones en que lo veía leyendo la Biblia en su silla preferida. Utilizaba un extraño método de anotaciones que hasta la fecha no nos ha querido explicar ni he podido descifrar. Innumerables fueron también las ocasiones en que, levantándome de madrugada, sin que él se diera cuenta —digo yo—, lo encontraba orando en la sala.

Mis primeros conocimientos acerca de Dios y de la Biblia los obtuve leyendo una colección de 10 tomos de las Historias de la Biblia. Los que luego fueron complementados con muchos años de asistir a la escuela dominical de la iglesia. También importantes en mi desarrollo espiritual —y social, hago la salvedad— fueron los campamentos de verano a los que íbamos todos los años en Monte Sión, Amatitlán.

De adolescente, siempre inquieto en estas cosas, participé en la “Cruzada estudiantil y profesional para Cristo”, organización que se dedica a evangelizar y discipular a jóvenes. Allí aprendí mucho más, hice grandes amigos y tuve muchas experiencias interesantes y enriquecedoras.

Pero mi inquietud daba para más, y a los 15 años tuve una experiencia que cambió mi vida. En uno de esos campamentos, un amigo me contó sobre sus vivencias sobrenaturales en una nueva iglesia. Allí mismo decidí que a mí me gustaría conocer de eso. Unos meses después, cuando me fui a estudiar a la capital, por unos meses me resistí a esa tentación, pero pronto sucumbí y empecé a asistir a esa iglesia.

Se llamaba “Agape” y era completamente diferente a lo que yo hasta ese momento conocía. Fue fundada por un grupo de jóvenes provenientes de una iglesia centroamericana luego de una supuesta experiencia “sobrenatural”. La iglesia y la doctrina que en ella se predicaba era bastante radical y extremista, la cual yo, en plena adolescencia y en la búsqueda de acercarme a Dios, abracé con todas mis fuerzas.

Mi radicalismo llegó a tal extremo que me aparté de la mayoría de conocidos, incluida la familia; por poco me expulsan del instituto católico en el que estudiaba. En una ocasión pasé casi seis meses en cama por no tomar medicinas. Era una iglesia bastante evangelizadora, lo que por cierto me permitió conocer gran parte de la ciudad y de la mayoría de barrios marginales.

Afortunadamente, siempre, en todos esos siete años y pico que estuve imbuido en esa iglesia, algo dentro de mí se revelaba. Con todo y todo, no podía ser tan radical como se esperaba que lo fuera, lo que tarde o temprano me llevaría a conflictos, internos y externos, cada vez mayores que, al final, me dieron el impulso para liberarme y salir.

¿Qué aprendí de todo esto? Se lo contaré en el próximo artículo…

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 21 de abril de 2,011.

jueves, 14 de abril de 2011

¿Cuál carga fiscal?



Ni siquiera comparar bien pueden...

Casi no hay burócrata internacional que pase por Guatemala que no cante siempre la misma cantaleta: “la carga tributaria en Guatemala es muy baja y así no se puede prosperar, lo que necesitan es pagar más impuestos”. Considero que ese argumento está completamente errado, pero por si eso no fuera suficiente, quienes hacen esa acusación ni siquiera se toman el tiempo de revisar sus cifras y basan sus erróneas acusaciones en mentiras. El caso más reciente es el del embajador de Alemania en Guatemala.

No quisiera utilizar el argumento de las cifras, ya que considero muy cierta la frase que popularizó Mark Twain: “Hay tres clases de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas”, sin embargo, como ese es el argumento que utilizan todos los burócratas, entonces por lo menos que sepan de lo que están hablando.

De entrada, para darle validez a su argumento, comparan peras con manzanas. Es decir, para describir la “carga tributaria” en los países desarrollados utilizan una cifra que incluye no solo lo que se paga en impuestos, sino también todo lo que se paga en los impuestos a las planillas y algunas otras “contribuciones sociales”, pero cuando hablan de la carga tributaria en Guatemala, se refieren únicamente a la que tiene que ver con los impuestos, y no con esos “extras”. Quizá porque ni están enterados de lo que dicen, o porque es la cifra que más fácilmente encuentran, o porque es muy difícil hacer una comparación más exacta, o simplemente por la mala fe de darle peso a su acusación. En el ejemplo en mención, el embajador de Alemania dice que los alemanes tienen una carga tributaria del 38%, mientras que la de los guatemaltecos es del 10.5%.

Lo cierto es que si comparamos peras con peras, nos encontramos con algunas sorpresas. Por ejemplo, si busca usted la información sobre los ingresos tributarios —la “carga tributaria” que excluye lo de las planillas y las “contribuciones sociales”—, resulta que las cosas no son como nos las pintan los burócratas internacionales. Para efectos de comparación, utilicé las cifras de ese rubro que encontré en el sitio tradingeconomics.com, que a su vez utiliza cifras del Banco Mundial. Como no tenían las cifras para todos los años, saqué el promedio del 2001 al 2007. Y el resultado es:

Alemania, 11.28%

Guatemala, 11.59%

Como verá, cuando se comparan peras con peras, resulta que en Guatemala el Gobierno recauda, proporcionalmente, más impuestos que el de Alemania. Y si a esas vamos, en el caso de Guatemala, con casi el 80% de la economía en la informalidad, apenas el 20% que está en la economía formal paga en impuestos una carga incluso mayor que la pagada por “todos” los alemanes. Y todavía debemos aguantar las fraudulentas recriminaciones de que los guatemaltecos no pagamos impuestos.

Así que no hay que creerse de primas a primeras las declaraciones de los burócratas que, como vemos, pueden distar mucho de la realidad. Debemos entender en todo esto que son parte interesada, ya que todos ellos viven, muy bien por cierto, de los impuestos que pagan las personas productivas.

Los peores son los de los organismos internacionales y del sistema de las Naciones Unidas, que no solo viven de los impuestos que otros pagan, sino que andan por el mundo recriminándole a la gente que pague más impuestos, pero ellos no pagan ninguno porque se consideran “clase aparte”. ¡Hipócritas!

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 14 de abril de 2,011.Enlace

jueves, 7 de abril de 2011

Más rentable presidente que narco


Es importante la comparación para que comprendamos la magnitud de la corrupción.

El lunes los lectores de Prensa Libre nos enteramos, a través de su artículo de portada, sobre la vida a cuerpo de rey que llevaba el supuesto narcotraficante Juan Ortiz López, alias Chamalé. En el reportaje se menciona que su fortuna se calcula en más de US$100 millones, y la foto de portada es de la casa patronal de “una” de sus fincas, que nada le envidia a las casas que aparecen en los programas de los “ricos y famosos”.

Muchos se sorprenderían del tamaño de su fortuna o de los lujos con que vivía; sin embargo, a mí lo que me impactó sobremanera fue percatarme, con un ejemplo de la vida real, de lo que en verdad representa la corrupción en un país “pequeño y en vías de desarrollo”. Siempre he sabido que la corrupción campea en los gobiernos latinoamericanos, pero con cifras tan grandes como las que se manejan aún en un país pequeño como Guatemala es difícil que uno pueda asimilar o comprender la magnitud de los robos.

Ahora tenemos una comparación perfecta para dimensionar correctamente la magnitud del problema: Alfonso Portillo vs. Juan Ortiz López. La acusación que pesa sobre Portillo en Estados Unidos es por haber “lavado” a través de bancos de ese país alrededor de US$70 millones. Si presumimos que Portillo lavó allá el 50% de lo que se robó durante su paso por el Gobierno, concluiríamos en que la “fortuna” de Portillo ha de rondar los US$140 millones; es decir, un 40% mayor que la de Ortiz.

Ahora bien, ¿qué tanto le costó a cada uno amasar dicha fortuna? Como explica el reportaje en mención, a Ortiz le llevó 26 años, aunque también refieren que realmente destacó en los últimos 10 años. Así que podemos decir que le tomó al menos 10 años de arduo trabajo en uno de los negocios más rentables del mundo amasar esa fortuna. Por el otro lado, Portillo amasó una fortuna mayor en apenas cuatro años de farra porque tampoco es que se mantuviera trabajando, aunque él de seguro argumentará que sí trabajó“arduamente” haciendo campaña durante seis años.

Si esta comparación no es suficiente para que dimensionemos el tamaño de la corrupción en nuestro país, no sé cuál puede ser. Y eso que aquí hablamos solo de un funcionario en una administración, y no de toda la cadena de funcionarios de distintos niveles y sus contrapartes, los “contratistas del Estado”. Así no hay dinero que alcance.

Si todavía no logra dimensionar el problema, le hago otra comparación: el presupuesto del Gobierno en un año es, al menos, 60 veces la fortuna de Ortiz. No nos debe extrañar, pues, que tanta gente se vea atraída hacia el “poder” y las fortunas fáciles que la corrupción puede dar.

Hacer fortuna honradamente no es fácil. En mi vida he conocido a varias personas con fortunas similares o mayores adquiridas legalmente, y en la mayoría de los casos —solo con dos notables excepciones de grandes emprendedores— todas esas fortunas eran el resultado del arduo y honrado trabajo de varias generaciones de emprendedores. Esas son fortunas admirables, no las obtenidas a través de la corrupción y el crimen.

Por eso es que es necesario hacer un cambio en el sistema. No importa quién “llegue” al Ejecutivo, la tentación es muy grande. Necesitamos reducir al máximo la discrecionalidad de los funcionarios públicos. También es necesario que nos involucremos en contarles las costillas a los funcionarios, lo que se puede hacer, como se ha demostrado recientemente, a través del activismo judicial.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 7 de abril de 2,011.

miércoles, 30 de marzo de 2011

La encuesta


Contrario a lo que nos quieren hacer creer, no toda la gente les ve con buenos ojos.

Durante mucho tiempo nos dijeron que toda la gente estaba de acuerdo con su labor. Que sólo quienes tenían intereses ocultos que se veían afectados por su presencia tendrían por qué tener algún reparo. Que quienes hablaban mal de ella era porque algún pecado tenían y temían que éstos salieran a luz debido al excelente trabajo que iban a realizar. Luego se dedicaron a amenazar y acusar sin pruebas ni fundamento a quien osara ponerse en su camino, mientras que por el otro lado excusaban a los gobernantes de acusaciones que ni siquiera se ocuparon en investigar.

Se creían que podían hacer lo que les viniera en gana porque estaban protegidos por un completo manto de impunidad. Pero se olvidaron que todo acción en esta vida tiene consecuencias. Algunas las vemos inmediatamente, otras las vemos más adelante en el camino; algunas nunca las llegamos a ver, otras tratamos deliberadamente de ocultarlas de nuestra vista, pero eso no implica que no estén allí. Lo que sí es cierto es que, tarde o temprano, tenemos que enfrentar las consecuencias de nuestras acciones, y en su caso, parece ser que el tiempo está llegando.

Por si no ha dado todavía, me refiero a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, más conocida como CICIG. Y a las consecuencias que me refiero se ven reflejadas en la encuesta publicada ayer en el diario elPeriódico sobre la percepción que tienen los guatemaltecos de la justicia en Guatemala.

Es interesante que sólo el 3.2% de los entrevistados considera que la CICIG está haciendo muy bien su trabajo, mientras que el 8.7% considera que lo está haciendo muy mal. En pocas palabras, genera muchos más anticuerpos que seguidores.

Más importante aún es la respuesta a la pregunta: “¿Considera usted que el trabajo de la CICIG ha contribuido a recuperar la confianza de la gente en los Tribunales de Justicia de Guatemala?”. El 38.2% de los encuestados respondió que no; el 30.9% respondió que sí.

Estos son datos de una encuesta realizada a nivel nacional. Y que, si bien es cierto puede tener y tiene cierto margen de error, como toda encuesta, nos da un aproximado de las tendencias de todas las personas. Y lo cierto es que la percepción que se tiene de la CICIG no es así como nos la han pintado de que somos un puñado los que nos oponemos a tan loable labor.

Por supuesto que sus defensores podrán decir que este resultado se debe a la famosa campaña de desprestigio de la que siempre se han quejado, pero que no han podido probar. En todo caso, si eso fuera cierto, los candidatos actuales deberían tratar por todos los medios de contratar a quien logró armar una campaña de desprestigio tan exitosa como para lograr los resultados que la encuesta arroja.

Lo cierto es que ese resultado no se debe a ninguna campaña orquestada. Yo más bien creo que se debe a que las personas no son tan tontas como algunos manipuladores quisieran que fueran y no se dejan llevar por todo lo que se les dice, sino que sacan sus propias conclusiones de lo que ven. En este caso, han visto muchas de las acusaciones falsas o sin fundamento que tarde o temprano han caído por su propio peso.

Así que si quieren los candidatos contratar a los orquestadores de este resultado, deberán buscarlos en España y Colombia y tratar de que los contrate su competencia. El que tiene oídos para oír, que oiga.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 31 de marzo de 2,011.

jueves, 24 de marzo de 2011

El fin justifica los medios


El divorcio confirma la farsa negada y los muestra tal como el propio presidente lo calificó: inmorales.

El descubrimiento de la solicitud de divorcio planteada bajo el secreto de la noche por la “pareja presidencial” confirma la farsa preparada por los Colom y sus cercanos para entronizarse en el poder y establecer una dictadura a lo Chávez en Guatemala. No sólo el fondo sino hasta la forma de hacerlo los pintan de cuerpo entero como personas inmorales, dispuestas a cualquier cosa con tal de aferrarse al poder, pero especialmente al chorro de Q50 mil millones anuales de los tributarios.

Esta trama de seguro les valdrá pasar a los libros de texto como un perfecto ejemplo de los politiqueros que consideran que el fin justifica los medios.

Y no lo digo yo, lo dijo uno de sus principales colaboradores, Orlando Blanco, al justificar el divorcio, cuando dijo que “la moral en la política hay que apartarla”. El cinismo de tal declaración demuestra el desprecio que los uneístas tienen hacia la verdad, al respeto de la ley, a la Constitución, pero especialmente a la población, a quien ven simplemente como un medio para alcanzar sus nefastos fines.

Tan poco les importa lo que diga la ley y la Constitución que realizan un fraude de ley y luego lo cacarean descaradamente a los cuatro vientos. El divorcio es un fraude de ley porque, a través de él, pretenden pasar sobre la expresa prohibición constitucional a los parientes cercanos del presidente. En el campo pagado que publicó la UNE dicen que el divorcio es un “sacrificio por servir al país”. Luego la misma candidata expresó en un campo pagado que “nuestro amor es más sólido que nunca”, pero que aún así se divorcia “por los más necesitados”. En pocas palabras, confiesan que le juegan fraudulentamente la vuelta a la Constitución con tal de seguir aferrados al Guacamolón.

Pero si el fondo no fuese suficientemente malo, la forma fue peor. Por ejemplo, una periodista de CNN le preguntó cinco veces si consideraría divorciarse como opción para optar a la Presidencia, y ella la evadió. Como no le respondió directamente, la astuta entrevistadora le preguntó sobre su relación matrimonial, a lo que contestó que “... estamos en una excelente relación, ... muy bien”. Eso a pesar de que apenas unas pocas horas después (a las 3 de la mañana) presentaron su solicitud de divorcio. Se añaden las declaraciones del presidente Colom de que “divorciarse con fines políticos sería totalmente inmoral”.

Considero que este es un punto de no retorno para las aspiraciones de Sandra de Colom. Aparte de molestar considerablemente a muchísimas personas por el engaño y la desfachatez, creo que sus asesores no le previnieron sobre las consecuencias de una a todas luces frívola decisión de divorcio por la pura ambición del poder y del dinero. Esto no creo que haya caído muy bien en la mayoría de guatemaltecos que todavía valoran la importancia de la familia.

Por si eso no fuera suficiente, tampoco previeron que la figura de “fraude de ley” en Guatemala está muy vinculada precisamente con casos de divorcio en los que el marido, antes de que lo demanden, pasa sus propiedades e ingresos a otras personas para que la mujer no le pueda “quitar” nada. Por lo que este tema es todavía más sensible entre la mayoría de mujeres. Y adivine de qué lado se puso Sandra de Colom: del lado del marido que deja en la calle a la mujer y a los hijos. Su mensaje es claro: no importa hacer fraude de ley, con tal de que uno alcance sus objetivos.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 24 de marzo de 2,011.

jueves, 17 de marzo de 2011

Su pasado los alcanzó


Uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras.

“Ellos cuentan con la complicidad del Ejecutivo, y con los atropellos vividos la semana pasada, un fraude es evidente”, fueron las palabras del candidato Álvaro Colom el 31 de julio del 2003, cuando se oponía a la inscripción de Efraín Ríos Montt como candidato presidencial, argumentando que era una “flagrante violación de la Constitución” y que por lo tanto harían todo lo posible para impedirla.

Pero no fue solo el candidato Colom quien se opuso fervientemente a dicha candidatura; también lo hizo su esposa, Sandra Torres de Colom. Ella participó en la Alianza contra la Impunidad (ACI), haciendo campaña en contra de la inscripción del susodicho general.

Las declaraciones de los integrantes de esta organización fueron categóricas: “Lamentamos profundamente la existencia de magistrados, sin mayúscula y sin honorabilidad, que han acertado un duro golpe al estado de Derecho y se han convertido en la vergüenza del pueblo, haciendo de su profesión un sucio negocio político y transformando a una institución como la Corte de Constitucionalidad en un circo”.

Continúa la nota: “La ACI dice que fomentar la impunidad debe ser penalizado, máxime cuando se trata de ‘profesionales’ que fueron comprados para emitir un voto inconstitucional y quienes debieran ser ejemplo de defensa del orden constitucional”.

De seguro a los Colom nunca les pasó por la mente que, ocho años después, iban a estar del otro lado de la cerca, siendo ahora ellos los acusados de “violar la Constitución”.

Eso le suele suceder a la gente que es categórica e implacable para criticar a otros sin siquiera percatarse de su propio techo de vidrio ni mucho menos reflexionar que las acusaciones emitidas pueden regresar a perseguirles con el andar del tiempo.

Por eso la sabiduría popular dice que uno es dueño de su silencio, pero esclavo de sus palabras. Especialmente si las palabras que uno emite quedan registradas, como suele ser en el caso de los personajes públicos (y de quienes escribimos).

Y eso es exactamente lo que le sucede ahora a la pareja presidencial. Sus palabras han vuelto para perseguirles. Y aunque el artículo que se les aplica a ellos es uno distinto al del general, la controversia es la misma, lo más probable es que se deba dirimir de la misma manera y, por si eso no fuera suficiente coincidencia, deberá también ser solucionado por magistrados de la Corte de Constitucionalidad sobre los cuales podrían recaer exactamente las mismas acusaciones que ellos hicieran en su momento, es decir que su nombramiento se debió a su disposición para violar la Constitución con tal de agradar a sus “jefes”. Irónica la vida, ¿no?

Pero no cante usted victoria, porque la sabiduría popular tiene sus excepciones, entre las que destacan los politiqueros (algunos dirán que también los abogados). Para este grupo no importa lo que hayan dicho sus anteriores palabras, estas siempre se pueden cambiar, ampliar, explicar, justificar y, en última instancia, negar y atribuirlo todo a una conspiración de mala fe en su contra.

Dentro de poco veremos un ejemplo de esta incongruencia y desfachatez en vivo y a todo color.

El candidato Colom decía en aquel entonces: “Pareciera que ahora los zanates les disparan a las escopetas”. En efecto, presidente Colom, “pareciera que ahora los zanates les disparan a las escopetas”.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 17 de marzo de 2,011.
Foto: La Hora.

jueves, 10 de marzo de 2011

¿El destape?


No es ninguna sorpresa: ya se viene cocinando desde hace por lo menos tres años.

El martes, Sandra Torres de Colom finalmente hizo pública su candidatura a la Presidencia de Guatemala. Durante tres años lo han negado con todas sus fuerzas, pero era más que obvio desde el inicio de la actual administración que su objetivo principal era continuar usufructuando el poder la mayor cantidad de tiempo posible a través de la reelección, siguiendo el ejemplo de sus amigos del sur.

Creo que hay que analizar la candidatura de Torres de Colom desde varios puntos de vista. Primero, el constitucional. A mi mejor entender su candidatura es inconstitucional, debido a la prohibición existente en el artículo 186. Entiendo que el debate actual se centra en que los constituyentes no fueron lo suficientemente categóricos en la redacción del mismo y debieran haber incluido expresamente el término “cónyuge”, pero como no lo incluyeron, entonces los uneistas dicen que la prohibición “rodea” a la primera dama, pero no la incluye a ella, y se respaldan en toda una argumentación en relación con la “formación de grado”.

Esa argumentación desprecia completamente el principio sobre el cual se basa dicha prohibición y el “espíritu” por el cual se incluyó en la Constitución, como es el hecho de que los parientes cercanos a los mandatarios tienen la posibilidad, mucho más que cualquier otro candidato, de aprovechar los recursos de los tributarios para hacerse imagen y campaña. Y para comprobar la razón que tenían los constituyentes, solo hay que ver la cantidad de recursos de los tributarios que se utilizaron los últimos tres años en promocionar la imagen de la primera dama.

En resumen, yo considero que la candidatura de Sandra Torres es inconstitucional; sin embargo, soy consciente de que han estado haciendo todo lo posible para que la nueva Corte de Constitucionalidad esté conformada por personas afines a la actual administración, con el objetivo principal de aplanar el camino hacia su inscripción. Por lo que considero que lo que diga la Constitución será irrelevante, ya que la inscribirán contra viento y marea.

Luego está el punto de negar la campaña de Sandra Torres hasta esta semana, estrategia utilizada para debilitar el argumento contra los tres años de campaña ilegal financiada con los recursos de los tributarios.

Lo negaron por mucho tiempo, pero ahora queda claro que todo era una mentira. El pez por su boca muere y en este caso han sido los mismos dirigentes de la UNE quienes lo han confesado. Por ejemplo, la semana antes de que empezaran las “manifestaciones espontáneas”, uno de los miembros del comité ejecutivo de la UNE indicó en declaraciones a Prensalibre.com que Sandra Torres había estado “trabajando por tres años” para su candidatura. También dijo que antes de anunciar la candidatura se haría una campaña masiva para dar la impresión de que era “la gente” la que le pedía que fuera candidata. A esto se añaden denuncias investigadas en medios de comunicación sobre que forzaron a muchas personas a firmar dicha “petición”, bajo la amenaza de ya no darles la bolsa solidaria si no lo hacían.

Por si eso no fuera suficiente, otros dirigentes de la UNE explicaron en una entrevista radial la semana recién pasada que su partido no tenía Plan B; era Sandra o Sandra.

De que va a participar en las elecciones, me quedan pocas dudas, por lo arriba expuesto. De lo que no me queda duda es que falsearon la realidad y utilizaron fraudulentamente muchísimos millones de quetzales de los tributarios para impulsar la imagen de su candidata. Lástima tantas oportunidades perdidas.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 10 de marzo de 2,011.

Foto: Prensa Libre.

¿A qué le temen?


No quieren que se sepan todas las tranzas que hacen bajo la mesa.

Ellos no quieren que se sepa. No quieren que los ingenuos votantes se enteren de lo que ellos hacen bajo el velo del poder y la impunidad. No quieren que cambie el sistema. Les sienta muy bien. La democracia, para ellos, es un sistema perfecto: babosean a los votantes una vez cada cuatro años y luego pueden hacer y deshacer a sus anchas, lejos del escrutinio del público, enriqueciéndose a costa de los fondos que les quitan a los tributarios.

Y lo mejor de todo es que, ocultos bajo el “pleno”, ni siquiera deben rendir cuentas a aquellos que votaron por ellos. Solo se preocupan por lograr que algunas “obras” se hagan en su departamento —de las cuales también obtienen su tajada— y cacarear a los cuatro vientos su gran labor en beneficio de los sufridos, para asegurar otros cuatro años de latrocinio. Sí, está usted en lo correcto, me refiero a los diputados.

La mejor prueba es la decidida oposición de muchos de los diputados a que se haga algo tan aparentemente sencillo —y poco tecnológico, a estas alturas del partido— como votar utilizando un sistema electrónico que permitiría, por un lado, que las votaciones sean más exactas y rápidas, pero por el otro, que se lleve un registro de la decisión que cada uno ha tomado en las votaciones en las que ha participado.

Es absurdo que a estas alturas de la tecnología se siga utilizando el anticuado método de levantar la mano y que algún habilidoso “secretario” cuente mentalmente los votos. Este método, además de arcaico, cuenta con muchas deficiencias, siendo la más importante, creo yo, el que en los casos reñidos sea el dichoso secretario el que pare tomando la decisión. Por supuesto que me pueden decir que no es una persona la que cuenta, sino dos o tres. No importa, podrían ser cinco o 10. Esto solo abonaría al absurdo. Lo importante es que es mucho más eficiente el uso de la tecnología para este menester, especialmente si ya se cuenta con el equipo para hacerlo, instalado en el hemiciclo.

Pero no creo que sea esto lo que inquieta a los diputados. Lo que les ha de preocupar es que el registro de sus decisiones sea público y que la ciudadanía pueda revisar en qué sentido votó en algún caso determinado. Eso, por lo visto, sí le causa pánico a muchos de los diputados. No encuentro otra razón para oponerse al dichoso tablero electrónico.

Puede aducir cualquier excusa, pero yo no encuentro ninguna válida para que las decisiones de los diputados sean secretas. Dirán que no es secreto porque levantan la mano, pero el punto es que no queda registrado en ningún lado cómo votó cada quien.

Lo más importante es que con la existencia de dicho registro será más difícil que los diputados puedan esconder las negociaciones bajo la mesa y las transas que se realizan en el Congreso para aprobar decretos y leyes a conveniencia de algunos.

Por ello creo que es importante que presionemos a los diputados a que se apruebe la iniciativa 4323, que hace obligatorio el voto electrónico. Creo que tienen la harta obligación de hacerlo, ya que la ciudadanía tiene derecho a conocer las actuaciones de sus supuestos “representantes”. Este es por lo menos un pequeño paso para devolverle a la ciudadanía sus derechos y empezar a cambiar el sistema, que es lo que realmente se necesita. No es solo un cambio de personas, sino un cambio en el sistema que reduzca la posibilidad de que los políticos que por el momento detentan el poder abusen de él.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 3 de marzo de 2,011.

Foto: Prensa Libre.

martes, 1 de marzo de 2011

Foto inspiradora


No pude resistir postear esta foto. Me parece muy inspiradora. Recordemos que esta gente se está jugando la vida por un cambio hacia mayor libertad. Puede ser que no todo salga como esperan, pero lo están intentando.

Foto: Al-Jazeera