La mejor opción para reducir el precio de los combustibles es eliminarles los impuestos directos.
Aparentemente, el Gabinete Económico propuso al presidente Berger la reducción de los impuestos a los combustibles como una medida para reducir su precio de venta al público. Finalmente, parece ser que el sentido común empieza a aparecer en las altas esferas del ejecutivo.
En efecto, uno de los principales componentes en el precio de los combustibles, que en algunos casos llega a acercarse a la mitad, son precisamente los impuestos. Y si lo que se quiere es que el precio de estos no suba tanto, la primera opción, naturalmente, es reducir los impuestos que abultan esos precios.
Debo decir que esta es la opción del sentido común, pero también la apegada a nuestra Constitución, ya que, como ya se ha repetido en varias ocasiones, el Impuesto a la Distribución de Petróleo Crudo y Combustibles Derivados del Petróleo, es un impuesto inconstitucional porque se constituye en una doble tributación.
En efecto, la versión anterior de este impuesto fue declarada inconstitucional por la Corte de Constitucionalidad, CC, y la nueva versión probablemente lo será también cuando alguien presente el caso ante la CC.
Así que, si se elimina este impuesto, no sólo se mejorará el poder adquisitivo de la población guatemalteca, sino también se estará cumpliendo con lo que nuestra carta magna establece.
Por supuesto que siempre salta el argumento de que entonces de qué va a vivir el gobierno, cómo se van a reponer los ingresos fiscales que se "pierden" al quitar este gravamen. Sin embargo, yo creo que esta decisión si bien es cierto al principio probablemente se reduciría un poco los ingresos fiscales, en el mediano y largo plazo sería compensado con creces con los ingresos tributarios que generaría una economía más dinámica.
Lo mismo es cierto, por supuesto, para otros impuestos directos como el Impuesto Sobre la Renta y el IETAAP, así que ojalá que la entrada del sentido común al gobierno sea a todo nivel.
Lo que no se puede aceptar es que se siga considerando establecer un "subsidio" sobre el valor de los combustibles, lo cual es casi un contrasentido, si se toma primero en cuenta los impuestos que encarecen su precio.
Señor Presidente, la solución que le han planteado es una que va en la dirección correcta. La situación no está para gravar más la economía de los guatemaltecos, todo lo contrario, ya nosotros nos hemos ceñido bastante el cincho, el gobierno también debe hacer su parte. De otra manera, estamos condenados a permanecer estancados durante mucho tiempo más.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 25 de agosto de 2,005
Este es un lugar en el cyberespacio para compartir ideas. Las mías, en particular, se centran alrededor de la libertad individual que nos permite desarrollarnos y llegar a ser todo lo que queremos ser. Mis Ideas se publican originalmente todos los viernes en el diario Prensa Libre de Guatemala.
jueves, 25 de agosto de 2005
jueves, 18 de agosto de 2005
¡Prohibamos las adopciones!
¿Para qué permitir que los niños guatemaltecos vivan mejor?
Es realmente fastidioso ver cómo niños con excelentes condiciones para ser los mareros del futuro, se desperdician miserablemente siendo "exportados" para que los críen familias decentes en otros países; por tanto, ¡debemos prohibir las adopciones!
No es justo que se les vede a tantos bebés la oportunidad de crecer en las calles de Guatemala, en donde aprenderán los vicios y oficios que les convertirán en los delincuentes del mañana, y quien sabe, quizá alguno llegue incluso a ser uno de los capos de la droga de ese entonces y hasta podría llegar a engrosar la lista de los más buscados de la DEA; por tanto, ¡prohibamos las adopciones!
No es correcto que esos niños que sus padres no quieren o no pueden criar tengan la oportunidad de vivir en un país desarrollado, cuando los demás, ese privilegio se lo tienen que ganar arriesgando la vida para irse de mojados; por tanto ¡prohibamos las adopciones!
No es justo que unos niños guatemaltecos que aquí estarían condenados a la desnutrición y la extrema pobreza, al igual que la mayoría de los demás, se escapen de esa triste suerte y se vayan a otras partes para tener un estilo de vida mejor, mientras que el resto se queda acá sufriendo estóicamente su destino, por tanto, ¡prohibamos las adopciones!
No es ecuánime que algunos niños tengan el privilegio de irse a vivir con familias que les brindarán amor y en donde son deseados y esperados, mientras que muchos acá se deberán conformar con vivir en hogares desechos, en donde no se les aprecia y, en muchos casos, se les explota y hasta se abusa de ellos; por tanto, ¡prohibamos las adopciones!
La solución es fácil: sólo debemos lograr que los diputados aprueben la nueva "Ley de Adopciones". Sólo hay que hacerles creer que con ella, el proceso será límpido y transparente porque ya no estará a cargo de un desalmado abogado, sino en los brazos de un amoroso y deinteresado burócrata. Como ellos se creen todo lo que les dicen, ni siquiera recapacitarán en las consecuencias "inesperadas" de la ley que, como se ha comprobado en otros países, logra nuestro verdadero propósito: ¡prohibir las adopciones! Claro que no lo dice así, pero eso no interesa, lo importante es el resultado.
Y con ello lograremos que todos los niños guatemaltecos se queden aquí, y que todos sufran lo mismo, así alcanzamos la igualdad para ellos y, para nosotros, la satisfacción de ganarle una batalla más a los desalmados que sólo les interesa el "bienestar material" y no las raíces, la cultura y la igualdad.
P.S.: Por aquello de las dudas y por experiencias pasadas, aclaro que este artículo está escrito con ironía. Yo considero que la adopción es una de las instituciones más admirables, cuando las personas están dispuestas a darle amor de padres a niños que no son suyos.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 18 de agosto de 2,005
Es realmente fastidioso ver cómo niños con excelentes condiciones para ser los mareros del futuro, se desperdician miserablemente siendo "exportados" para que los críen familias decentes en otros países; por tanto, ¡debemos prohibir las adopciones!
No es justo que se les vede a tantos bebés la oportunidad de crecer en las calles de Guatemala, en donde aprenderán los vicios y oficios que les convertirán en los delincuentes del mañana, y quien sabe, quizá alguno llegue incluso a ser uno de los capos de la droga de ese entonces y hasta podría llegar a engrosar la lista de los más buscados de la DEA; por tanto, ¡prohibamos las adopciones!
No es correcto que esos niños que sus padres no quieren o no pueden criar tengan la oportunidad de vivir en un país desarrollado, cuando los demás, ese privilegio se lo tienen que ganar arriesgando la vida para irse de mojados; por tanto ¡prohibamos las adopciones!
No es justo que unos niños guatemaltecos que aquí estarían condenados a la desnutrición y la extrema pobreza, al igual que la mayoría de los demás, se escapen de esa triste suerte y se vayan a otras partes para tener un estilo de vida mejor, mientras que el resto se queda acá sufriendo estóicamente su destino, por tanto, ¡prohibamos las adopciones!
No es ecuánime que algunos niños tengan el privilegio de irse a vivir con familias que les brindarán amor y en donde son deseados y esperados, mientras que muchos acá se deberán conformar con vivir en hogares desechos, en donde no se les aprecia y, en muchos casos, se les explota y hasta se abusa de ellos; por tanto, ¡prohibamos las adopciones!
La solución es fácil: sólo debemos lograr que los diputados aprueben la nueva "Ley de Adopciones". Sólo hay que hacerles creer que con ella, el proceso será límpido y transparente porque ya no estará a cargo de un desalmado abogado, sino en los brazos de un amoroso y deinteresado burócrata. Como ellos se creen todo lo que les dicen, ni siquiera recapacitarán en las consecuencias "inesperadas" de la ley que, como se ha comprobado en otros países, logra nuestro verdadero propósito: ¡prohibir las adopciones! Claro que no lo dice así, pero eso no interesa, lo importante es el resultado.
Y con ello lograremos que todos los niños guatemaltecos se queden aquí, y que todos sufran lo mismo, así alcanzamos la igualdad para ellos y, para nosotros, la satisfacción de ganarle una batalla más a los desalmados que sólo les interesa el "bienestar material" y no las raíces, la cultura y la igualdad.
P.S.: Por aquello de las dudas y por experiencias pasadas, aclaro que este artículo está escrito con ironía. Yo considero que la adopción es una de las instituciones más admirables, cuando las personas están dispuestas a darle amor de padres a niños que no son suyos.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 18 de agosto de 2,005
jueves, 11 de agosto de 2005
¿Qué es lo importante?
No perdamos las cosas más importantes de la vida, por aquellas que son vanas y pasajeras.
Todavía tengo grabado en la mente la primera vez que te ví, en la puerta de tu casa. Desde ese momento, mi corazón quedó prendado y, de allí para acá, mi vida ha girado alrededor tuyo. Las diferencias que en ese momento nos separaban no fueron obstáculo suficiente para detener el amor que entre los dos empezaba a surgir.
Con el tiempo nos casamos -precisamente ayer hace 14 años- y poco a poco hemos ido construyendo un hogar, una vida en común, un compartir tanto los buenos como los malos momentos. Luego nació Nicolle, esa hija que tantas satisfacciones y alegrías nos ha traído. Y todos estos años han sido los mejores de mi vida.
Tu carácter firme y decidido ha sido mi apoyo en muchas más ocasiones de las que puedo recordar. Siempre has estado presente, dispuesta a echar el hombro cuando ha sido necesario. Pero a la vez, tu alegre actitud frente a la vida y esa confianza que inspiras que hace que tantas personas abran su corazón a ti, te hacen una persona llena de deliciosos contrastes.
Sabes tratar a todos por igual, ser fuerte cuando es necesario, defender a los tuyos cuando las circunstancias lo demandan, ser cariñosa y efusiva, pero, sobre todo, centrada e inquebrantable.
Podría continuar con una interminable lista de características que de ti admiro, pero debo reconocer que siempre será un juicio parcializado, una balanza predispuesta hacia ti por ese amor que -contrario a lo que se podría esperar- con el pasar del tiempo ha ido creciendo en lugar de menguar.
Lo que me lleva a la reflexión sobre las cosas importantes en la vida. No son el trabajo (aunque muchas veces lo pareciera), ni las cosas materiales, ni los logros alcanzados. No es el éxito esperado al final del camino, sino que es precisamente el camino recorrido, cómo lo has recorrido y junto a quién. Al final del día, lo que tenemos es a las personas que amamos. Todo lo demás, como decía Salomón, es vanidad.
En mi caso particular, soy feliz. Estoy convencido que Dios no me pudo dar una mejor compañera para este recorrido por la vida que tu. Y por eso cada día le doy gracias por haberme dado la dicha de vivir junto a ti.
Termino dedicándote las palabras de Garcilazo de la Vega: "Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma misma os quiero. Cuanto tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir y por vos muero".
P.S.: Con las disculpas a mis estimados lectores, esta semana me salí un poco de los temas que acostumbro tratar y lo dedique a la persona más importante en mi vida: mi esposa, Lissette.
Artículo publicado en Prensa Libre el 11 de agosto de 2,005
Todavía tengo grabado en la mente la primera vez que te ví, en la puerta de tu casa. Desde ese momento, mi corazón quedó prendado y, de allí para acá, mi vida ha girado alrededor tuyo. Las diferencias que en ese momento nos separaban no fueron obstáculo suficiente para detener el amor que entre los dos empezaba a surgir.
Con el tiempo nos casamos -precisamente ayer hace 14 años- y poco a poco hemos ido construyendo un hogar, una vida en común, un compartir tanto los buenos como los malos momentos. Luego nació Nicolle, esa hija que tantas satisfacciones y alegrías nos ha traído. Y todos estos años han sido los mejores de mi vida.
Tu carácter firme y decidido ha sido mi apoyo en muchas más ocasiones de las que puedo recordar. Siempre has estado presente, dispuesta a echar el hombro cuando ha sido necesario. Pero a la vez, tu alegre actitud frente a la vida y esa confianza que inspiras que hace que tantas personas abran su corazón a ti, te hacen una persona llena de deliciosos contrastes.
Sabes tratar a todos por igual, ser fuerte cuando es necesario, defender a los tuyos cuando las circunstancias lo demandan, ser cariñosa y efusiva, pero, sobre todo, centrada e inquebrantable.
Podría continuar con una interminable lista de características que de ti admiro, pero debo reconocer que siempre será un juicio parcializado, una balanza predispuesta hacia ti por ese amor que -contrario a lo que se podría esperar- con el pasar del tiempo ha ido creciendo en lugar de menguar.
Lo que me lleva a la reflexión sobre las cosas importantes en la vida. No son el trabajo (aunque muchas veces lo pareciera), ni las cosas materiales, ni los logros alcanzados. No es el éxito esperado al final del camino, sino que es precisamente el camino recorrido, cómo lo has recorrido y junto a quién. Al final del día, lo que tenemos es a las personas que amamos. Todo lo demás, como decía Salomón, es vanidad.
En mi caso particular, soy feliz. Estoy convencido que Dios no me pudo dar una mejor compañera para este recorrido por la vida que tu. Y por eso cada día le doy gracias por haberme dado la dicha de vivir junto a ti.
Termino dedicándote las palabras de Garcilazo de la Vega: "Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma misma os quiero. Cuanto tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir y por vos muero".
P.S.: Con las disculpas a mis estimados lectores, esta semana me salí un poco de los temas que acostumbro tratar y lo dedique a la persona más importante en mi vida: mi esposa, Lissette.
Artículo publicado en Prensa Libre el 11 de agosto de 2,005
jueves, 4 de agosto de 2005
¿Pacto fiscal del TLC?
Ahora resulta que "ante el TLC", la preparación es subir los impuestos.
Esta semana dos diputados externaron su opinión en el sentido que, para "prepararnos" para la entrada en vigencia del Tratado de Comercio Dirigido (eufemísticamente llamado tratado de libre comercio), se debe restablecer el Pacto Fiscal, con el obvio propósito de incrementar los impuestos. Me opongo rotundamente a tan perniciosa pretensión.
El argumento se centra en que, debido a la eliminación de algunos aranceles, "el fisco dejará de recibir unos Q 500 millones". Siguiendo la línea argumental de los diputados, hay que ver a qué otra actividad se le incrementan los impuestos para que el fisco pueda recuperar el dinero "perdido".
Este es un nuevo ejemplo del recurrente error que cometen muchas personas: utilizar un modelo estático de la economía del tipo que sólo existe en los libros de texto, el famoso "ceteris paribus" que, en pocas palabras, significa que todas las demás cosas se mantienen igual.
Pues bien, nada hay más alejado de la realidad que el "ceteris paribus", el cual, en los mismos libros de texto se explica que sólo sirve para propósitos de ilustración.
Para entender esto, primero hay que comprender que la "economía" no es más que la suma de millones de decisiones que día a día tomamos todos los ciudadanos. Es decir, la suma de las decisiones que tomamos usted, yo y todos los demás guatemaltecos referente a qué vamos a comprar o vender.
Lo atingente al caso que nos ocupa es que las decisiones que toman todos los ciudadanos de un lugar, no están determinados de antemano, sino que van cambiando de acuerdo a los gustos, opiniones y circunstancias que a cada quien se le presentan. Eso es lo que hace dinámica la economía.
Volviendo a los aranceles supuestamente "perdidos" por el TLC. Quienes antes compraban esos productos y pagaban los Q 500 millones de impuestos, que de seguro era un gran grupo de ciudadanos, ahora van a comprar los mismos productos que compraban antes (o quizá más, dependiendo de las decisiones y necesidades que tengan) y, adicionalmente, les quedarán Q 500 millones en los bolsillos que de seguro les van a encontrar un buen uso, es decir, los van a utilizar para comprar otros productos que de otra manera no hubieran podido o los invertirán de una forma que antes no les era asequible. Ese dinero, entonces, va a generar una mayor actividad económica que, a la postre, se convertirá en nuevos impuestos que llegarán a las arcas del fisco.
Esta característica dinámica de la economía nos hace recomendar insistentemente que, para "reactivar" la economía, lo que necesitamos es la eliminación, o por lo menos reducción, de los impuestos directos. Subirlos, como pretenden los diputados defensores del "Pacto Fiscal", sólo logrará perpetuarnos aún más en la miseria.
Artículo publicado en Prensa Libre el 4 de agosto de 2,005
Esta semana dos diputados externaron su opinión en el sentido que, para "prepararnos" para la entrada en vigencia del Tratado de Comercio Dirigido (eufemísticamente llamado tratado de libre comercio), se debe restablecer el Pacto Fiscal, con el obvio propósito de incrementar los impuestos. Me opongo rotundamente a tan perniciosa pretensión.
El argumento se centra en que, debido a la eliminación de algunos aranceles, "el fisco dejará de recibir unos Q 500 millones". Siguiendo la línea argumental de los diputados, hay que ver a qué otra actividad se le incrementan los impuestos para que el fisco pueda recuperar el dinero "perdido".
Este es un nuevo ejemplo del recurrente error que cometen muchas personas: utilizar un modelo estático de la economía del tipo que sólo existe en los libros de texto, el famoso "ceteris paribus" que, en pocas palabras, significa que todas las demás cosas se mantienen igual.
Pues bien, nada hay más alejado de la realidad que el "ceteris paribus", el cual, en los mismos libros de texto se explica que sólo sirve para propósitos de ilustración.
Para entender esto, primero hay que comprender que la "economía" no es más que la suma de millones de decisiones que día a día tomamos todos los ciudadanos. Es decir, la suma de las decisiones que tomamos usted, yo y todos los demás guatemaltecos referente a qué vamos a comprar o vender.
Lo atingente al caso que nos ocupa es que las decisiones que toman todos los ciudadanos de un lugar, no están determinados de antemano, sino que van cambiando de acuerdo a los gustos, opiniones y circunstancias que a cada quien se le presentan. Eso es lo que hace dinámica la economía.
Volviendo a los aranceles supuestamente "perdidos" por el TLC. Quienes antes compraban esos productos y pagaban los Q 500 millones de impuestos, que de seguro era un gran grupo de ciudadanos, ahora van a comprar los mismos productos que compraban antes (o quizá más, dependiendo de las decisiones y necesidades que tengan) y, adicionalmente, les quedarán Q 500 millones en los bolsillos que de seguro les van a encontrar un buen uso, es decir, los van a utilizar para comprar otros productos que de otra manera no hubieran podido o los invertirán de una forma que antes no les era asequible. Ese dinero, entonces, va a generar una mayor actividad económica que, a la postre, se convertirá en nuevos impuestos que llegarán a las arcas del fisco.
Esta característica dinámica de la economía nos hace recomendar insistentemente que, para "reactivar" la economía, lo que necesitamos es la eliminación, o por lo menos reducción, de los impuestos directos. Subirlos, como pretenden los diputados defensores del "Pacto Fiscal", sólo logrará perpetuarnos aún más en la miseria.
Artículo publicado en Prensa Libre el 4 de agosto de 2,005
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