El artículo de Marta Yolanda Díaz-Durán con señalamientos al vicepresidente Rafael Espada, aparte de acciones legales, le ha atraído una buena cantidad de amenazas y hate mail, algunas de las cuales se esconden tras el anonimato e incluso endilgándoselas a otras personas. ¿Será esta una nueva arma de intimidación de los gobernantes para tratar de acallar las críticas en su contra?
La mayoría de las amenazas y el hate mail han llegado a través de Internet, en los espacios que el mismo medio en que publicó su columna brinda para que los lectores puedan comentar los artículos. En este caso particular, no solo son comentarios a la columna que publicó Marta Yolanda, sino también a otras columnas publicadas por otros periodistas, como Estuardo Zapeta o Karen Cancinos.
Por lo ilustrativo de sus autores que pueden ser los mensajes, transcribo aquí algunos ejemplos:
“¿Realmente importa que los muy ricos se maten entre ellos debido a que a veces no se ponen de acuerdo en el reparto de las transas con el Gobierno? No, no nos importa…”.
“Pobre esta señora que trata de llamar la atención, fabricándose su propio cuento de brujas, este tipo de gente deberíamos mandarlos con los golpistas hondureños y aislarlos permanentemente…”.
“Por mí, los ricos y los mareros, que se maten unos a otros…”.
“Por lo que sea, esta comunicadora debe cuidarse, un atentado puede venir de la izquierda, derecha, centro y sus respectivos medios”.
“(…) Un par de plomazos Doc Espada y esta perra rabiosa se muere. Simple y sencillo. (…) Revisen el historial de doña Marta Yolanda y verán que siempre tira la piedra y esconde la mano”.
Este último, que fue publicado como comentario a la columna de Karen Cancinos del viernes recién pasado, representa quizá el extremo de cómo se deben “resolver” los problemas: a plomazos.
Por la gravedad de la amenaza y debido a que se utilizó para firmarlo un nombre completo, hicimos algunas averiguaciones y llegamos con la persona, cuyos dos nombres y apellidos coincidían con los puestos en el comentario. No fue tan difícil porque era conocido de algunos amigos, quienes nos dieron fe de que no podían creer que él escribiera semejante amenaza. Cuando lo contactamos, resultó que él ni enterado estaba de tal amenaza, e inmediatamente envió una nota al medio solicitando que ésta fuese retirada del sitio, lo que prontamente hicieron.
O sea que, al final, no solo amenazan, sino que lo hacen de manera anónima y, todavía peor, endilgándole a alguien más la responsabilidad de la amenaza. El colmo de la ironía es que acusan a Marta Yolanda de “tirar la piedra y esconder la mano”, cuando quienquiera que haya sido que puso el comentario hizo exactamente eso. ¿Será porque el león juzga por su condición? En el caso de Marta Yolanda es claro que esa acusación no tiene ningún sustento: ella siempre ha hecho frente a las consecuencias de sus actos.
Lo cierto es que si creen que con eso ayudan al vicepresidente, están equivocados: lo pintan todavía peor, si así piensan los que supuestamente lo apoyan.
Y para estar en sintonía con los actuales gobernantes, que en todas partes ven conspiraciones y planes de desestabilización, me pregunto: ¿serán estos comentarios parte de un “plan de desestabilización” gubernamental para tratar de amedrentar a la opinión pública, para que mejor se quede callada y no se meta en líos con los “poderosos”?
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 10 de septiembre de 2,009.