En plena crisis financiera y tratando de encontrar el mejor camino para salir de la misma, me sorprende ver en algunos medios “serios” de comunicación y en alguna medida en correos electrónicos masivos la idea de que el uso de celulares del que hacemos gran parte los guatemaltecos hacen que el “capital” y las “ganancias” sean trasladadas a las grandes trasnacionales de telefonía.
Si no mal recuerdo, antes de 1996, año en que entró en vigor la Ley de Telecomunicaciones y se privatizó Guatel, comunicarse entre nosotros mismos era una tarea titánica. La inoperancia e incapacidad de la empresa estatal para proveer de ese servicio a la población hizo que las líneas telefónicas se convirtieran en un bien de uso suntuario —de lujo, para mayores señas—. Se debía esperar una eternidad para la instalación, si se recurría a un procedimiento normal, y si era de mucha urgencia, una que otra mordida por aquí y por allá garantizaban una línea telefónica, sin que esto significara un servicio regular, pues de hecho no funcionaba siempre.
Hoy, gracias a la competencia que existe entre esas trasnacionales, pocas personas en Guatemala no disfrutan de la comodidad de comunicarse. Y en esto de comunicarse entra en juego tanto los negocios como la vida privada de las personas, quienes no fueron obligadas a comprar ni los aparatos ni los servicios, mucho menos escoger una de las varias compañías que prestan el servicio. Es simplemente el mercado el que hace que el capital fluya hacia aquellas actividades que son productivas.
Si alguien quiere arriesgarse a quedarse incomunicado en medio de una crisis en una carretera a media noche, o perder su dinero por una información que podría conocer con una llamada de celular, es problema de cada quien, pero me parece retrógrado que aún hoy algunas personas piensen que los guatemaltecos estamos siendo esquilmados por las trasnacionales con los servicios de telefonía móvil. ¿Cuándo, con los niveles de mercantilismo e intervencionismo que tenemos en el país, alguien podría decidir invertir millones de dólares para echar a andar una empresa de telecomunicaciones celulares? Ha quedado demostrado, y algunos ejemplos aún persisten, de que la oferta de servicios por parte de cualquier Estado resulta cara y onerosa, no solo en el desperdicio de recursos a costa de todos, sino en la inoperancia e incompetencia de los mismos.
Si usted quiere tragarse ese cuento del abuso de las compañías trasnacionales, también debería dejar de comprar televisores, radios, automóviles, no ver el cable, e incluso quedarse desnudo, no sea que la compra de jeans y ropa casual se lleve el “capital” guatemalteco para engordar a las empresas extranjeras.
Alguna personas, lamentablemente, piensan que la pobreza y el aislamiento son signos de resistencia, patriotismo y dignidad, pero ya llegó el momento de que aceptemos, con evidencias claras y concretas, que es el libre mercado el que al final puede sacarnos de la podredumbre en la que nos encontramos. Y aunque nos veamos entre crisis financieras y falsos discursos en defensa de nuestro “capital”, recordemos que nuestra mejor opción es el libre mercado.
Por último, lo invito a que este viernes 19 se vista nuevamente de luto para protestar contra más impuestos, y el sábado 20, a que nos acompañe en El Obelisco, a las 9.30 de la mañana.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves19 de Septiembre de 2,008.
1 comentario:
Estoy de acuerdo en todos tus planteamientos, pero quisiera también, que me explicaras, como es posible que por el mismo servicio, acá paguemos 10 veces o mas de lo que se paga en otros países (europeos por ejemplo).
Si la respuesta es por el "volumen de ventas", quiere decir que estamos eternamente condenados a pagar alto por lo mismo, o en el peor y común de los casos, a pagar mucho por un menor y mal servicio.
Saludos.
Publicar un comentario