viernes, 8 de mayo de 2009

H1N1

Strassenmusiker in Mexiko mit Mundschutz

Si alguna lección nos deja la alerta mundial por la gripe A es que, en estas doradas épocas, el pánico se transmite todavía más rápido de lo que se pueda transmitir cualquier virus. Si bien es cierto, las facilidades actuales de movimiento hacen que sea virtualmente imposible incluso saber de la existencia de un nuevo virus antes de que éste haya tenido la oportunidad de viajar a muchos confines de la tierra, ni aun eso se puede comparar con la velocidad a la que la información, aunque a veces sea más desinformación, se propaga.

Solo bastó que se mencionara la palabra “pandemia” para que muchísimas personas esperaran lo peor. Se empezó a hablar, por ejemplo, de la mal llamada “gripe española” de finales de la Primera Guerra Mundial, que fue responsable de alrededor de 60 millones de muertes. Pocos siquiera repararon en que el término se refiere a la extensión geográfica que abarca una epidemia y no a su grado de peligrosidad o mortalidad. Es decir, no tiene nada que ver con lo mortífera que puede llegar a ser la enfermedad, sino con su velocidad y facilidad de contagio.

Como los mismos representantes de los organismos internacionales se han tomado la molestia de recalcar, la gripe A de la cepa H1N1 a que se refiere la actual “crisis” no es letal (por lo menos no más de lo que lo son cualquiera de los virus de gripe que todo el tiempo están atacando a los humanos y que son directa o indirectamente responsables de aproximadamente medio millón de muertes al año). Así es, con todo y que ésta es una cepa “nueva” y no conocida, y por lo mismo el cuerpo humano no necesariamente la reconozca ni tenga las defensas para combatirla, no tiene la capacidad para diezmar a la población humana, ni mucho menos.

De lo que se ha logrado averiguar en estos pocos días, ésta es una gripe que muy probablemente viene de las aves, y que utilizó algún cerdo que estaba en el lugar equivocado, en el peor momento, para mutar y hacer el brinco de las aves a los humanos, proeza que hasta ahora se cree que solo la puede lograr pasando, precisamente, por el trampolín porcino.

La verdadera crisis, a mi manera de ver, es que estas alarmas no hacen más que avivar en muchísimas personas la necesidad de sentirse “protegidas” por algo mayor que ellos y, por supuesto, los políticos no dejan pasar la oportunidad de dejar en claro que “para eso es que están los gobiernos”, y por eso es que debemos todos los tributarios dar más (léase pagar más impuestos), para que ellos tengan los recursos suficientes para actuar en caso de que se presente una crisis.

Aunque no soy partidario de las teorías de la conspiración, como la que indica que toda esta crisis se debió a la decisión de un puñado de políticos para “restaurar la economía”, sí creo que los políticos, de aquí y de todas partes son lo suficientemente aprovechados como para descubrir en estas crisis la oportunidad de jalar agua para su molino y todavía salir en caballo blanco, presentándose como los “salvadores” de la humanidad.

No nos extrañe, pues, que los politiqueros de Guatemala se quieran aprovechar de la gripe A para, por lo menos, aprobar su nuevo paquetazo fiscal, mientras la ciudadanía está preocupada en la “pandemia”. Tan desesperados están porque su paquetazo pase antes de que la gente le ponga coco, que ya hasta llegaron al extremo de amenazar con un golpe de Estado si no se los aprueban. ¿Nos vamos a dejar?

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 7 de mayo de 2,009.

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