A los políticos del mundo, no hay dinero que les alcance.
Ahora que suenan campanas de “retomar” el pacto fiscal para “asegurar” que el Gobierno tenga los fondos necesarios para funcionar adecuadamente, creo de vital importancia reflexionar sobre una de las principales mentiras de toda la historia: “si se le da a los gobernantes el dinero suficiente, el Gobierno va a funcionar bien y todos vamos a estar mejor”. Esta sola expresión incluye varias mentiras, pero la principal radica en la palabra “suficiente”: para los políticos nunca hay dinero (de otros) que alcance.
Esta no es mi opinión. Es un hecho comprobado a todo lo largo de la historia, desde Mesopotamia y Egipto hasta la fecha, y a todo lo ancho del mundo, desde Guatemala hasta África, pasando por todos los países, desarrollados o no. Con muy contadas excepciones a lo largo de seis mil años de historia registrada, los políticos, gobernantes, reyes, dictadores y buena parte de sus séquitos siempre han encontrado alguna otra cosa en la que se puedan gastar el dinero de los pagadores de impuestos, de tal suerte que no haya dinero que les alcance.
Y si no tiene el tiempo o el interés de conocer lo que ha pasado en la historia, no es necesario —al menos en este punto—. Mire ahorita para cualquier parte y encontrará por todos lados países con graves problemas por el simple pecado de gastar más de lo que tienen.
La “crisis” en Europa es un simple y lógico resultado de los excesos de muchos políticos irresponsables que han derrochado a manos llenas dinero que no tenían. Y eso a pesar de que los acuerdos que formaron la Eurozona establecían límites muy claros y específicos al déficit que los gobiernos podían tener.
Once años después, la excepción son los países que algunos años han cumplido ese límite. A todos los demás, los límites les han valido olímpicamente. Hay que acotar que el problema no es sólo de los políticos, sino también del sistema de Estado Benefactor, del cual los grupos de interés se aprovechan para materializar la máxima que Frederic Bastiat planteó hace más de 160 años: “El Estado es esa ficción por medio de la cual todos buscan vivir a expensas de los demás”.
El otro ejemplo relevante hoy día es Estados Unidos y su “crisis” de la deuda. No se deje engañar por las apariencias. Ese límite de la deuda lo han incrementado 78 veces en los últimos 60 años. El “problema” actual es por el poder político. La deuda les viene del norte a la mayoría de políticos estadounidenses, una vez no les toquen los entitlements (privilegios) de sus grupos de votantes.
No digo que la deuda no sea un problema, sino que a los políticos lo que les preocupa es que no van a poder seguir utilizando el dinero de otros para mantener su cómoda y privilegiada situación. Una vez lleguen a un acuerdo que les permita seguir gastando a manos llenas, otros dos billones —millones de millones— de dólares más de deuda no serán problema. Lo verá.
Y así como Grecia, España, Portugal, Italia, Irlanda y Estados Unidos, está la mayoría de países, incluida Guatemala, que ya dejó atrás el argumento de que porque tenía poca deuda podía seguir endeudándose.
La conclusión lógica es que, para los políticos, no hay dinero que alcance. Por ello, lo importante para los ciudadanos es: ¿cómo hacemos para limitar a los políticos y que no nos dejen endeudados hasta el infinito? Y aquí llegamos a otro de los temas que casi produce placeres orgásmicos a muchos economistas y analistas: la carga fiscal.
Continuará…
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 28 de julio de 2,011.
Grafica tomada de Cato@liberty.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario