Si no fuera por lo serio y preocupante de las implicaciones sobre la vida de todos los habitantes de Guatemala, sería hasta divertido presenciar los acontecimientos recientes en relación con la famosa Cicig.
Aun sin tomar en cuenta las serias lagunas constitucionales en que cae la Cicig –indistintamente de lo que diga la gran corte, ahora lamentablemente políticamente correcta–, lo cierto es que la han tratado de vender como la gran panacea que vendrá a resolver los problemas de inseguridad en Guatemala, cuando las probabilidades de que eso se llegue a concretar son, a lo sumo, exiguas.
No nos engañemos, el problema de seguridad ciudadana no se resolverá en tanto los políticos de turno y la ciudadanía no entiendan que el Gobierno se debe dedicar a sus funciones básicas de proveer seguridad y justicia, y dejar de estar desperdiciando tiempo y recursos tratando infructuosamente de ser todo para todos.
El problema no se va a resolver con que vengan unos superburócratas de las “vacaciones unidas”, así como no se ha resuelto la famosa “guerra contra el narcotráfico” con que le inyecten millones y millones de dólares. Algún paliativo podrá aparentar ser, pero lo más probable es que simplemente sea una agencia de empleo para muy bien pagados burócratas internacionales (y algunos nacionales, que son los que más la pelean).
De nada sirve –asumiendo que realmente lo fueran a hacer los de la Cicig– “detectar” a las mafias, si después resulta que la Policía no logra atraparlos, el sistema penitenciario no puede retenerlos, el Ministerio Público no logra acusarlos y el sistema de justicia no llega a condenarlos.
Todas estas carencias continuarán mientras no entendamos todos que en estos puntos es donde se encuentra una de las principales raíces de nuestros problemas.
Casi todos estamos de acuerdo en que el principal problema de los guatemaltecos es la inseguridad. Incluso uno podría llegar a pensar que los candidatos presidenciales y los candidatos a diputados también lo creen así.
El problema es que, en la mayoría de los casos, no pasa de ser algo del diente al labio. ¿De qué otra manera se puede usted explicar que, si ese es el principal problema, los “esfuerzos” de los gobernantes se enfocan en otras cosas? ¿Quiere pruebas? Sólo hay que ver el presupuesto general de la Nación.
La Cicig sólo es un placebo. Mientras no exista decisión de entrarle al problema de la inseguridad con todos los recursos que se requieran, hasta Superman quedaría en trapos de cucaracha tratando de meter a los criminales a la cárcel en Guatemala.
Publicado en Prensa Libre el 26 de julio de 2007.
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