La semana recién pasada empecé a analizar la propuesta que el Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES) presentó a los gobernantes sobre las decisiones que les recomienda tomar para salir de la crisis, proceso en el cual sigo esta semana.
El tercer punto que proponen es incentivar la instauración de empresas. Pareciera algo obvio que, para salir de una crisis económica, lo que se necesita es generar más riqueza, pero a juzgar por las decisiones que toman los gobernantes en muchas partes, incluyendo Guatemala, resulta que no es tan obvio.
Si aceptamos que, en efecto, lo que necesitamos para salir de la pobreza en general, y de las crisis en particular, es generar más riqueza, pues lo que debemos ver es cómo hacemos para fomentar esa producción de riqueza. Y lo que la historia ha demostrado hasta la saciedad es que la riqueza se crea mediante la inversión. Alguien tiene que invertir algo, trabajarlo, esforzarse, para que, luego de algún tiempo, pueda ver los beneficios de esa inversión y generar riqueza. Ese proceso de inversión es el que a la vez redunda en generación de empleo, porque quien invirtió el dinero, el “capital”, por lo general necesitará trabajadores para lograr que éste le produzca beneficios. El proceso es un poco más complejo, pero ese es el resumen.
Entonces, ¿cómo fomentamos la inversión? La mejor manera es no poniéndole obstáculos, y de los principales, además de la falta de seguridad e infraestructura, son los impuestos, en particular los directos, que en este caso se presentan como Impuesto Sobre la Renta (ISR).
Este impuesto debería denominarse Impuesto al Rendimiento de las Inversiones, porque ese es su verdadero efecto. Esto lo entienden todos los políticos y funcionarios, aunque casi nunca lo reconozcan. Y se nota que lo entienden porque cuando de repente se les ocurre que, para que el país progrese, se debe fomentar algún tipo de industria específica, como por ejemplo las maquilas o el turismo, lo primero que proponen es darle a quienes inviertan en esas industrias el “incentivo” de reducirle o quitarle completamente el pago del ISR. Y eso lo han hecho aquí, en Estados Unidos y en casi cualquier otra parte del mundo.
Entonces, la pregunta del millón es, si entienden que con quitar el ISR se “fomenta” la inversión, ¿por qué solo hacerlo con una industria determinada, y no con todas? Si lo que se necesita en esta crisis es “fomentar” la inversión, ¿por qué no de una vez eliminar el ISR a todas las empresas? El argumento que utilizan para responder a estas preguntas es que se quedarán sin ingresos fiscales, aunque por lo general, la principal razón es simplemente un prurito ideológico por el cual creen que de esa manera van a “redistribuir” la riqueza.
Puede ser que los ingresos fiscales se reduzcan un poco al inicio, pero se compensaría con creces, primero con la creación de empleo que las nuevas inversiones generarían y luego, en el mediano plazo, con los ingresos fiscales que esa más grande actividad económica produciría, aun ya solo con impuestos indirectos.
Por cierto, esto es algo que ya políticos de otros países empiezan a reconocer, como lo demuestra que hasta en los países desarrollados bajan las tasas del ISR, para atraer inversiones, particularmente en estas épocas de crisis, aunque todavía no se atreven a eliminarlo, pero no le extrañe que pronto alguien lo haga. ¿Será tan difícil de entender por nuestros gobernantes? ¿O simplemente no les interesa?
Continuará…
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