A juzgar por los sucesos de los días recientes en la isla tropical, la familia presidencial, con su derroche de admiración y pleitesía, parece tomar el sistema socialista cubano como un muy buen ejemplo para Guatemala. ¿Será que ese es el ejemplo que nos conviene seguir? ¿Será que incluso es el mejor ejemplo de la “social democracia”?
Indistintamente de la controversia que puede haberse creado alrededor de la entrega de la Orden del Quetzal a Fidel Castro o la pedida de disculpas (¿no debió haber sido un ofrecimiento, en lugar de solicitud?), temas que, la verdad, me parecen que simplemente azuzan el hormiguero y caldean los ánimos ideológicos innecesariamente, y que lo más que demuestran es la “calidad” de quien los entrega más que de quien los recibe, creo que el verdadero quid del asunto es qué ejemplo queremos seguir.
En el caso de la pareja presidencial, es claro que sus corazones se derriten por el sistema socialista que representan actualmente Cuba y Venezuela. No nos debe extrañar entonces que lo que quieran implementar en nuestro país sea algo similar.
Ahora bien, yo me pregunto: ¿será que lo que queremos los guatemaltecos es vivir bajo una eterna dictadura? Cuba, por ejemplo, acaba de celebrar con bombos y platillos 50 años de los mismos en el poder. Llegaron a tal grado de “monarquizar” la revolución, que Fidel le heredó la isla a su hermano cuando ya no pudo sostenerse en el trono. Venezuela va por el mismo camino. Aunque el inicio tenga un poco más apariencia “democrática”, el final pinta a que, si nada más sucede, Chávez “monarquizará” también ese país, y dentro de algunas décadas seguirá en el trono. Ya Álvaro Colom manifestó su inquietud por probar eso de la reelección. ¿Será casualidad?
Luego está cómo realmente funciona el sistema en la Isla. Un matutino local está publicando los domingos una serie de reportajes sobre cómo realmente es la vida de los cubanos de a pie. Si no le tiene miedo a la verdad, le recomiendo leerlos. Muy distinto a lo que pregona la propaganda políticamente correcta, dentro y fuera de la Isla, la vida en Cuba es muy difícil. El sistema obliga a la gente a vivir doble vida para sobrevivir. Una cara ante al sistema, otra muy distinta la necesaria para salir adelante. Si en algo han logrado “igualar” a las personas es en la miseria y en la hipocresía de un sistema corrupto. Por supuesto, siempre hay unos más “iguales” que otros, es decir, tal vez eliminaron a los “ricos” entre la población, pero quienes forman parte de la “dirigencia” se dan la vida de ricos, aunque sean camaradas. Le echan la culpa de la miseria al “embargo”, pero eso no es más que una excusa conveniente para justificar el fracaso del socialismo.
Para que se sostenga un sistema así se debe restringir la libertad de todos, pero especialmente de quienes se oponen al sistema. A esos se les trata como parias, enemigos, delincuentes, criminales. Aunque su único crimen sea desear vivir en paz y libertad. Por eso es que no a cualquiera dejan salir de la Isla. Solo a aquellos que han “demostrado” su lealtad al sistema.
Y aún a éstos se les retiene a sus familiares en la Isla, para “inmunizarlos” contra la traición de no querer regresar. Y Venezuela también va por ese camino.
¿Y eso es lo que nuestros gobernantes quieren copiar? ¿Un sistema que, de no ser porque la frontera (el mar) es muy difícil de salvar, ya se hubiera quedado casi deshabitado? Yo, paso. ¿Y usted?
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 19 de febrero de 2,009.
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