jueves, 27 de mayo de 2010

El fin de Petén





La mejor estrategia de conservación es la propiedad privada.




En estos días que se discute la renovación de un contrato de explotación petrolera en Petén, el tema de la conservación ecológica en ese departamento ha vuelto a estar en el centro del debate. Creo que el problema de la “conservación” en Petén va por el camino equivocado. El principal problema actual no es la explotación petrolera, es el hecho de que la mayor parte del departamento ha sido “invadida” para usos principalmente agrícolas, pero también para el narcotráfico. Y la razón es sencilla: no tiene “dueño”.

Hasta la fecha parece no entenderse muy bien que la mejor manera de “conservar” algo es a través de la propiedad privada, la que le da un valor económico a los bienes. Y eso que hasta forma parte de la sabiduría popular, como lo vemos en dichos tales como: “lo que es de todos, no es de nadie”. Ese es el principal problema con los bienes “gubernamentales”: supuestamente son de todos, pero a la hora de la hora, no son de nadie. No debemos ir muy lejos, ni en tiempo ni en espacio, para encontrar ejemplos. De hecho, el mejor que tenemos es precisamente Petén. Aunque también tenemos otros ejemplos claros locales como el caso del pinabete.

¿Por qué no hay peligro de que se extingan los pollos y las vacas? Simplemente porque se puede ejercer propiedad sobre ellos y tienen un valor económico. Exactamente lo mismo ha pasado con los pinabetes. Mientras sólo crecían silvestres en tierras “comunales” y gubernamentales se estaban extinguiendo, a pesar de que su “explotación” era prohibida. Cuando se permitió que personas pudieran sembrarlos con fines “comerciales”, varias personas se dedicaron a sembrar plantaciones completas de pinabetes y ahora está muy lejos de la “extinción”. La familia de un amigo mío tiene una de estas plantaciones, y el lugar no sólo es precioso, sino que es uno de los que garantiza la preservación de esa especie para muchas generaciones.

En Petén ha sucedido todo lo contrario. La mayoría del territorio es supuestamente “estatal”, lo que en teoría quiere decir que nos pertenece a todos, pero la realidad es que lo utilizan y aprovechan quienes lo han invadido para la agricultura desde hace años. Como realmente no es de ellos y son muy conscientes de la inexistencia de su “propiedad”, pues le extraen lo más que pueden en el menor tiempo posible, y cuando ya no queda más que sacarle, se pasan al siguiente potrero. Lo contrario sucede cuando alguien es dueño de su propiedad, en la que tiene el mayor interés de preservarla y mejorarla. Esa es la triste realidad de Petén, la cual ha sido aprovechada también por algunos narcotraficantes para su beneficio.

Eso de que se le llame un “área protegida” y “parque nacional” es casi una broma de mal gusto, ya que, como la mayoría de cosas que hacen las instituciones gubernamentales en nuestro país, su “protección” ha sido un completo fracaso. Y ahora viene el tema del petróleo.

Me llamó la atención una entrevista que publicaron en un matutino la semana pasada, en la cual un personero de la petrolera que está trabajando en esa área expresó: “Es evidente que nosotros somos la única actividad legal en este lugar. Es irónico que se quiera sacar del parque la única actividad legal que hay allí”.

Sí, es irónico. Son los únicos que están haciendo algo legal y que tienen el mayor interés de que el área donde están operando se mantenga bien. ¿Tan difícil es entender eso? ¿O será que lo que les interesa a quienes no quieren que continúe es precisamente eso: que se termine de convertir en un territorio de nadie?

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 13 de mayo de 2,010.


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