La libertad no se pierde de repente, se va perdiendo poco a poco...
Los casos más representativos de la represión a la libertad de expresión en América Latina comenzaron como una leve brisa de tiranía de parte de los gobernantes de turno, que hoy se han convertido en piezas fundamentales para la perpetuación de dictaduras e ícono de quienes desearían seguir esos mismos pasos para eternizarse en el poder.
Estos procesos de toma del poder siempre han incluido la anulación, parcial o total, de la libertad de expresión. Pues es solamente cuando se logra acallar a quienes critican a los gobernantes y sus abusos de poder que estos personajes y sus maquinarias logran por fin establecerse con total impunidad.
La libre emisión del pensamiento es esa herramienta ciudadana que permite emitir opiniones sobre las acciones y conductas de los gobernantes, y es una de las herramientas fundamentales para preservar la libertad de todos los habitantes de un país, ya que donde los gobernantes pueden actuar impunemente sin que nadie se atreva a cuestionar esas actuaciones se acaba la libertad y reina la tiranía. Y es muy importante entender que este no es un derecho exclusivo de los periodistas, como algunos pretenden hacer creer, sino que es un derecho fundamental de todos los habitantes de un país. El que cualquier habitante sea libre de expresar su opinión ha permitido, a través de la historia, un balance sano en los sistemas políticos.
Son incontables en la era moderna los casos de políticos sacudidos por escándalos de corrupción, de compadrazgos e incluso sexuales, que han debido dejar sus cargos, y en algunos casos hasta enfrentar juicios, gracias a que sus abusos de poder han sido evidenciados a través de esa libertad de expresión. Sin ir muy lejos, en Guatemala nos enteramos casi todos los días de nuevos escándalos en la administración pública, gracias a la labor de periodistas que se dedican a investigar las actuaciones de los funcionarios. Pero eso podría pronto cambiar.
La libertad de expresión está bajo acecho de quienes desearían actuar impunemente sin que nadie se atreva a revelarlo. Está bajo acecho de quienes quisieran perpetuarse en el poder y echar mano de todos los recursos de los habitantes del país. No nos debe extrañar, ya que así ha sucedido en otros países de nuestro continente.
Por eso es tan importante que el artículo 35 de la Constitución Política, y la libertad de expresión que defiende, sean comprendidos a profundidad como un derecho inalienable de todos los habitantes del país. Y más importante aún, que a partir de este conocimiento se comprenda que es parte importante del ejercicio ciudadano ante cualquier amenaza por parte de los gobernantes.
Por eso es preocupante que ante una amenaza real contra la libertad de expresión en nuestro país, materializada en un dictamen de la CC que deniega un amparo a la periodista Marta Yolanda Díaz-Durán contra el vicepresidente Rafael Espada, quien la persigue penalmente como funcionario público por ejercer su derecho a la libre expresión, sean pocos quienes hayan medido la dimensión de tal aberración constitucional, que abre las puertas para que las brisas de la tiranía y el autoritarismo comiencen a soplar en nuestra tierra.
Ya no será necesario irnos hasta Sudamérica o el Caribe para contemplar la pérdida de la libertad, sino será en nuestra propia casa, con una mordaza intelectual ajustada, donde sentiremos los embates de aquello que tanto temimos que pasara. ¿Nos quedaremos callados desde ya?
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 26 de agosto de 2,010.
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