domingo, 31 de julio de 2011

¿Qué pasa ahora?

Lo que sigue ahora en el caso de Sandra Torres:

1. La UNE tiene 48 horas para apelar ante la CC. Si presumimos que fueron notificados el sábado en la mañana, el plazo termina mañana lunes en la mañana. Para no arriesgarse, probablemente interpongan la apelación hoy.
2. La apelación la deben conocer 7 magistrados de la CC: los 5 titulares y 2 suplentes, a menos que algun titular se abstenga de conocerlo, en cuyo caso un suplente lo debe sustiuir.
3. La forma de seleccionar quienes de los magistrados suplentes participan en un caso es a través de un programa de computadora con resultados aleatorios.
4. Se presume que 3 magistrados son afines a la UNE, 1 titular y 2 suplentes.
5. Aún si el "azar" escogiera a esos 2 suplentes, todavía están en minoría, 3 contra 4. Las posibilidades de lograr que se acepte su apelación están en su contra ya que tendrían que "convencer" a alguno de los otros magistrados.
6. Si solicitan una vista pública, ésta se deberá realizar entre el miércoles y el jueves.
7. Los magistrados probablemente resuelvan en 8 días, con lo que deberemos esperar hasta el próximo lunes para conocer el desenlace de esta candidatura.

jueves, 28 de julio de 2011

No hay dinero que alcance


A los políticos del mundo, no hay dinero que les alcance.

Ahora que suenan campanas de “retomar” el pacto fiscal para “asegurar” que el Gobierno tenga los fondos necesarios para funcionar adecuadamente, creo de vital importancia reflexionar sobre una de las principales mentiras de toda la historia: “si se le da a los gobernantes el dinero suficiente, el Gobierno va a funcionar bien y todos vamos a estar mejor”. Esta sola expresión incluye varias mentiras, pero la principal radica en la palabra “suficiente”: para los políticos nunca hay dinero (de otros) que alcance.

Esta no es mi opinión. Es un hecho comprobado a todo lo largo de la historia, desde Mesopotamia y Egipto hasta la fecha, y a todo lo ancho del mundo, desde Guatemala hasta África, pasando por todos los países, desarrollados o no. Con muy contadas excepciones a lo largo de seis mil años de historia registrada, los políticos, gobernantes, reyes, dictadores y buena parte de sus séquitos siempre han encontrado alguna otra cosa en la que se puedan gastar el dinero de los pagadores de impuestos, de tal suerte que no haya dinero que les alcance.

Y si no tiene el tiempo o el interés de conocer lo que ha pasado en la historia, no es necesario —al menos en este punto—. Mire ahorita para cualquier parte y encontrará por todos lados países con graves problemas por el simple pecado de gastar más de lo que tienen.

La “crisis” en Europa es un simple y lógico resultado de los excesos de muchos políticos irresponsables que han derrochado a manos llenas dinero que no tenían. Y eso a pesar de que los acuerdos que formaron la Eurozona establecían límites muy claros y específicos al déficit que los gobiernos podían tener.

Once años después, la excepción son los países que algunos años han cumplido ese límite. A todos los demás, los límites les han valido olímpicamente. Hay que acotar que el problema no es sólo de los políticos, sino también del sistema de Estado Benefactor, del cual los grupos de interés se aprovechan para materializar la máxima que Frederic Bastiat planteó hace más de 160 años: “El Estado es esa ficción por medio de la cual todos buscan vivir a expensas de los demás”.

El otro ejemplo relevante hoy día es Estados Unidos y su “crisis” de la deuda. No se deje engañar por las apariencias. Ese límite de la deuda lo han incrementado 78 veces en los últimos 60 años. El “problema” actual es por el poder político. La deuda les viene del norte a la mayoría de políticos estadounidenses, una vez no les toquen los entitlements (privilegios) de sus grupos de votantes.

No digo que la deuda no sea un problema, sino que a los políticos lo que les preocupa es que no van a poder seguir utilizando el dinero de otros para mantener su cómoda y privilegiada situación. Una vez lleguen a un acuerdo que les permita seguir gastando a manos llenas, otros dos billones —millones de millones— de dólares más de deuda no serán problema. Lo verá.

Y así como Grecia, España, Portugal, Italia, Irlanda y Estados Unidos, está la mayoría de países, incluida Guatemala, que ya dejó atrás el argumento de que porque tenía poca deuda podía seguir endeudándose.

La conclusión lógica es que, para los políticos, no hay dinero que alcance. Por ello, lo importante para los ciudadanos es: ¿cómo hacemos para limitar a los políticos y que no nos dejen endeudados hasta el infinito? Y aquí llegamos a otro de los temas que casi produce placeres orgásmicos a muchos economistas y analistas: la carga fiscal.

Continuará…

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 28 de julio de 2,011.

Grafica tomada de Cato@liberty.Enlace

¿Legalizar o no?


Para mi, es cuestión de principios.

Los recientes artículos que publiqué sobre la legalización de las drogas han motivado la discusión entre mis lectores. He recibido todo tipo de comentarios, desde unos muy respetuosos y bien intencionados hasta otros no tanto, lo cual es bueno, porque considero que es un tema que debemos debatir y discutir públicamente, y no cerrarnos simplemente por prejuicios. El argumento principal presentado a favor de continuar con la penalización de las drogas es que estas crean adicción, arruinan la salud y la vida de sus adictos y ocasionan problemas que llevan a la desintegración de la familia y de la sociedad.

Estas consecuencias son suficientes para que muchas personas justifiquen la penalización de su consumo y la consecuente guerra contra el narcotráfico.

Argumentos parecidos fueron los que motivaron la “prohibition” o ley seca en EE. UU., en las décadas de 1920 y 1930. De hecho, el senador Michael Volstead, impulsor de la nueva norma, declaró con optimismo: “El demonio de la bebida hace testamento. Se inicia una era de ideas claras y limpios modales.

Los barrios bajos serán pronto cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacías; los transformaremos en graneros y fábricas. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno.”

Pero lo que la historia nos muestra es que pasó todo lo contrario y no fue sino hasta después de varios años, millones de dólares en gastos para el Gobierno y una mafia poderosa y violenta, que los gobernados y gobernantes entendieron que el camino no era mantener la prohibición, sino levantarla y dejar que nuevamente los ciudadanos decidieran en forma responsable sobre sus actos y la forma en que deberían llevar sus vidas.

Yo sé que las drogas pueden arruinar las vidas de las personas que las consumen. Sé también que pueden tener efectos dañinos en su salud. Pero creo que esas no son razones suficientes para que los gobernantes se inmiscuyan en las decisiones privadas de cada persona. Creo que todas las personas tenemos el derecho de tomar nuestras propias decisiones sobre lo que queremos y podemos hacer, una vez estas decisiones no afecten el igual derecho que tienen todos los demás —con algunas calificaciones, como, por ejemplo, la minoría de edad—.

Amplío. Si alguien desea consumir drogas, licor o cigarros, a sabiendas de que pueden producirle un daño, está en todo su derecho. Ahora bien, si, bajo el efecto de alguna sustancia, comete una infracción o delito, debe pagar las consecuencias —con agravantes— de esa infracción o delito que cometa.

Esa creo que es la forma correcta de enfrentar los “vicios”. Prohibirlos por ley, por muy bienintencionadas y moralistas que puedan parecer las motivaciones de quienes así lo propongan, ya está comprobado hasta la saciedad, a lo largo de miles de años de historia, que no funciona. Y no se necesita siquiera conocer esa historia; en la actualidad podemos ver que a pesar de la guerra contra las drogas, cualquier persona, especialmente menores de edad, en cualquier parte del mundo, puede conseguir estupefacientes en el momento que así lo desee.

Pero las consecuencias funestas del tráfico ilegal de drogas como consecuencia de esa prohibición las sufrimos y pagamos millones de personas que no tenemos nada que ver en el asunto. ¿Es eso correcto? No.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 21 de julio de 2,011.
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La libertad de Cabral


Por aquellos azares del destino, fui uno de los últimos en entrevistarlo.

La muerte de Facundo Cabral nos tomó a todos por sorpresa. Ya conocíamos su delicado estado de salud y él mismo confesaba que le quedaba poco, pero eso es muy distinto a lo que pasó. Estoy convencido de que fue víctima de haber estado en el lugar equivocado en el momento equivocado. Eso lo hermanó por la eternidad con los millones de guatemaltecos que día a día nos jugamos la vida en esta ruleta rusa llamada Guatemala. Casi todos aquí podemos estar en el momento y lugares equivocados, en cualquier minuto.

De eso tendremos mucho tiempo para comentar. Hoy prefiero transcribir algunas de las últimas palabras de Facundo, a quien, por azares del destino, tuve la fortuna de entrevistar cuatro días antes de su “mudanza”, como el llamaba a la muerte:

“Hay una amistad desde hace muchos años con Guatemala… y he tenido la suerte de una muy buena relación; hemos compartido, he podido compartir con ustedes el mundo caminado, he aprendido tanto aquí de su cultura, de su arte, por eso cada vez que vengo es un placer”.

“Uno es un contador de historias, las canciones aparecen entre historia e historia, entre viaje y viaje, pero creo que lo mío es un testimonio de vida, contar las experiencias que uno ha tenido en el mundo, compartirlas… me ha pasado en todo el mundo, la gente que te viene a escuchar, la gran mayoría, viene por lo que uno cuenta más que por lo que uno canta”.

“El arte es como el amor: vas a tomar un café sin pensar en nadie y te encontrás a la mujer de tu vida en la mesa de al lado… uno nunca sabe y ese no saber hace que la vida sea excitante, porque acá el que decide el juego es Dios…

“Tener la cabeza abierta. El mundo te abre la cabeza, uno es más amplio desde el momento que conoce más gente… Yo le agradezco tanto al mundo porque es tanta la diferencia entre el Cabral que estaba en su pueblo al que tiene ahora 74 años. Yo se lo debo al mundo, también, aprender a amar, por ejemplo, lo más importante que nos puede suceder y que depende de nosotros, que es la libertad. Porque si el hombre no es libre, la vida no es vida… la razón más importante de la vida es el amor”.

“Bueno, aquí, desde que empecé a curiosear el Popol Vuh y los libros de Chilam Balam, aprendí, por ejemplo, que nacer es un dolor que la vida compensa, por muy dolorosa que sea tu iniciación. Indudablemente, las cosas para gozar en la vida son mayoría; hay más en el haber que en el deber, y esa ha sido una de las cosas que aprendí”.

“La libertad es una herencia de mi familia. Mi familia tenía un respeto absoluto y cuidaba mucho a la libertad, principalmente mi madre. Cuando yo salí de mi pueblo, niño todavía, mi madre me dijo cuando subí al tren: ‘este es el segundo y último regalo que puedo hacerte, el primero, darte la vida, el segundo, la libertad de vivirla’. Yo nací con esa barca, yo a veces, cuando he tenido que elegir, incluso hasta entre el amor y la libertad, elegí la libertad, porque el amor, por bello que sea, siempre te hace ceder terreno y no por eso disfrutas toda tu libertad; sin embargo, en la libertad, hasta uno está más cerca de encontrar el amor. Creo que no hay vida sin libertad. Jesús dice: ‘Nadie puede ser esclavo y menos de dos señores’. Es indigno no ser el dueño de su propia vida y es indigno permitir que otro dirija tu vida. Y no es saludable querer dirigir la vida de otro. Yo puedo compartir con otro, no dirigirlo, y no ser dirigido, y ese es el hombre, el hombre esencial, el otro no sé cómo se llama”. Descansa en paz, Facundo.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 14 de julio de 2,011.

jueves, 14 de julio de 2011

Al ojo del ciudadano


Los magistrados deben saber que están jugándose su reputación.

El proceso de inscripción de Sandra Torres como candidata presidencial de la alianza UNE-Gana ha tomado nuevos giros. No pasó en el TSE; ahora le falta salvar los obstáculos en la Corte Suprema de Justicia y en la Corte de Constitucionalidad. La diferencia principal, creo yo, entre este proceso y el de la inscripción de Ríos Montt, hace ocho años, es que cada vez más personas están dispuestas a participar, velar y emitir su opinión en los temas que nos afectan a todos en Guatemala. En otras palabras, los funcionarios públicos ya no pueden tan fácilmente como antes tomar cualquier decisión sin tener que cargar con la responsabilidad y las consecuencias de la misma ante la ciudadanía.

De hecho, creería que esa fue una de las principales razones por las cuales la candidatura fue rechazada por el pleno del TSE. Mucho se es-peculó sobre la cantidad de magistrados que la UNE tenía “colocados” en ese organismo con el propósito ex profeso de avalar su candidatura, pero lo cierto es que, a la hora de la hora, las magistradas María Eugenia Villagrán, Patricia Cervantes y Mirtala Góngora no se doblegaron ante las presiones y votaron en contra de la inscripción. No así los magistrados Ulises Gómez y Marco Tulio Mellini, quienes votaron a favor de la inscripción y cuyos nombres quedarán en la “mente colectiva” de las redes sociales precisamente por esa decisión.

Para que no queden dudas, debo hacer la aclaración aquí, como ya lo he hecho en ocasiones anteriores, que yo estoy plenamente convencido de que la candidatura presidencial de Sandra Torres, en este período, viola flagrantemente la Constitución. Y también considero que su intento de candidatura convalida con mucho las razones por las cuales los constituyentes dejaron esa prohibición: evitar el uso y abuso de los recursos de los tributarios para mantener artificialmente el continuismo. ¿De qué otra manera podemos denominar al despilfarro de miles de millones de quetzales con el único propósito de hacerle imagen a la primera dama, para que luego fuese candidata presidencial?

Ahora el balón está en la cancha de los magistrados de la CSJ, y luego pasará a los de la CC. Todos ellos deben saber que los ojos de la ciudadanía están puestos en su decisión y que cargarán con la misma por mucho tiempo. No me malinterpreten. Esto no es amenaza ni coacción. Si algún magistrado sinceramente está convencido de que la candidatura de Sandra Torres no viola la Constitución está en todo su derecho de votar a favor de la misma. Lo que le recomiendo es que sustente muy bien su decisión para que no queden sospechas sobre los motivos de su actuar.

Pero lo importante de todo esto es rescatar ese concepto fundamental de que la autoridad reside en la ciudadanía. Que los funcionarios públicos no son los amos y señores de los habitantes de un país, sino son sus empleados, sus mandatarios, pero nada más que eso; los mandantes, es decir, quienes emiten el mandato, son los ciudadanos, no los funcionarios públicos. Y por lo mismo, a quienes se deben es a los ciudadanos y no a nadie que por ahora detente algún “poder” y que, quizá, haya abusado del mismo para nombrarlo en algún cargo.

Y a los ciudadanos nos queda la responsabilidad de velar porque los funcionarios no abusen del poder. Si se les dejan las arcas abiertas, hasta los justos pecarán. Parafraseando el dicho: al ojo del ciudadano, se limita el poder.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 7 de julio de 2,011.

Foto: Congreso de la República de Guatemala.