La controversia no podía faltar en la delegación guatemalteca
Para quienes amamos el deporte, la delegación guatemalteca en los
Juegos Olímpicos es un contraste de claroscuros que reflejan mucho de
lo que día a día vivimos en otras facetas de nuestra cruda realidad.
Por un lado está el brillo de los deportistas que se han ganado a puro
esfuerzo, sudor, entrega y dedicación el derecho a participar en esas
competencias, y por el otro están las dudas que se han suscitado
recientemente alrededor del manejo de fondos, no solo en el COG, sino en
todo el deporte “federado”.
Primero, los deportistas. Los 19 atletas guatemaltecos que clasificaron para las Olimpiadas ya
son triunfadores. Solo los mejores del mundo logran las marcas
requeridas para participar. Luego del trabajo de muchos años, creo que
esta delegación tiene más oportunidades que ninguna anterior para
conquistar una medalla. Todo aquel que haya practicado algún deporte más
de alguna vez ha soñado con una medalla olímpica. Pero conquistar ese
sueño es algo que pocos han logrado. Nadie lo ha hecho sin dedicar una
buena parte de su vida a eso, desatendiendo muchas veces la vida
profesional, social, sentimental e incluso familiar, con tal de enfocar
todos los esfuerzos de manera disciplinada en alcanzar ese objetivo.
Hace un par de años entrevisté a Frank Shorter —ganador de la
maratón olímpica en 1972, en Múnich, y subcampeón en la de Montreal, en
1976— y me contó de la dedicación y disciplina que le requirió su
carrera deportiva, al grado de que durante sus 10 mejores años corría un
promedio diario de 30 kilómetros.
Así que todos los atletas guatemaltecos merecen nuestro amplio
reconocimiento por haber logrado la primera meta, clasificar para los
Olímpicos, y esperamos que más de uno vea coronado su esfuerzo con una
medalla olímpica.
Aunque las cosas han cambiado desde que yo participaba en
competencias deportivas de adolescente, me temo que la mayoría de los
atletas guatemaltecos que han llegado a destacar internacionalmente lo
han hecho de la misma manera que sus antecesores: a puro esfuerzo propio
y en algunos casos no me extrañaría que incluso ante la oposición de
los “dirigentes” deportivos.
No es porque yo crea que debería ser de otra manera, ya que estoy
convencido de que así es como debiera ser. Sin embargo, en Guatemala la
Constitución nos obliga a los tributarios a subsidiar el deporte con un
3% de los ingresos del Gobierno. Para su referencia, eso representa
unos Q1 mil 200 millones anuales. La pregunta del millón es: ¿qué se
hace todo ese dinero?
Lamentablemente la fiscalización en Guatemala nunca ha funcionado
muy bien, menos en el deporte. Sólo en actividades como estas nos
enteramos de cosas como que viajan más de 60 personas, pero los
deportistas solo son 19. Cuando los intentan fiscalizar, no responden.
Por ejemplo, el diputado Leonel Lira, durante varias semanas, solicitó
la información del viaje, pero apenas hasta hace poco le respondieron
indicando que viajaban 19 deportistas, 15 entrenadores y seis miembros
del comité. ¿Y las otras 20? ¿Nos enteraremos algún día de cómo se
maneja el dinero “del deporte”?
Les deseo mucho éxito a todos los
atletas guatemaltecos deseándoles que puedan alcanzar su sueño.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 26 de julio de 2,012.
Fotografía: Prensa Libre.
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