lunes, 22 de enero de 2007

Carta de un suicida...

"Mi adorada Luisa:

Discúlpame de todo corazón el haber hecho añicos tu vida; yo sé que tú me querés mucho... como la situacón allí en el banco va a tardar mucho tiempo en componerse y yo no quiero ser una carga para nadie, a pesar que yo se que tu nunca me abandonaste, yo he tomado la decisión de quitarme la vida... es una decisión personal y te ruego que la tomés así... Si el dinero se recupera, la mitad es para ti y la otra mitar para Claudia...

Luisita, mil perdones, pero no hay alternativa; te recomiendo mucho a Claudia, ya que con tu cariño ella se sentirá fortificada: Cuidá también a tu mamá y a Julián (esposo), que es un excelente hombre. Gracias por todo lo que me diste, y disculpame pero no hay alternativa, comprendeme, por favor. Te adoro.

Para Luisita."

Esta carta fue una de las tres escritas por Roberto Lemus, quien tenía depositados en el Banco de Comercio los ahorros de toda su vida. La publicó Siglo Veintiuno el pasado viernes. Cuando la leí, me impactó mucho. Es una de las muchas historias personales alrededor de las quiebras de los bancos. Quizá nunca nos enteremos a qué extremos de angustia fueron llevados a raíz de esta crisis los otros miles de personas involucradas. Pero así como esta, le aseguro que hay muchas. ¿Cómo hacer para que no se repitan? A nivel institucional, algo he dicho en mis columnas de las pasadas semanas, y creo que lo seguiré haciendo. A nivel personal, me encuentro en un gran dilema. Precisamente porque supuestamente uno como periodista tiene acceso a mucha información y a muchas fuentes, la gente le pregunta a uno: ¿qué hago con mis ahorros?

La verdad, es que no tengo una respuesta. En algún tiempo creí que podía dedicarme a asesor financiero, pero rápidamente (afortunadamente) me percaté que el dinero ajeno es todavía más peligroso que la mujer ajena. El tiempo me ha dado la razón. ¿Qué hacer con sus ahorros acumulados con tanto esfuerzo? No le puedo dar indicaciones específicas. Lo que sí le puedo decir es que todo lo que ha sucedido recientemente no hace más que abonar a la sabiduría del antiguo dicho popular: "No hay que tener todos los huevos en la misma canasta".

Si usted es uno de los afectados por esta crisis, por lo menos permítame hacerle una consideración. Aún cuando usted crea que el mundo se le acabará si no recupera su dinero. La cosa no es así. Yo soy firme creyente de que "mientras hay vida, hay esperanza". Alguien me podrá decir que para mí es fácil decirlo porque no soy de los afectados, pero créame que he pasado situaciones difíciles en la vida, y siempre, tarde o temprano, puede uno encontrar la luz al final del túnel. Que es difícil, es difícil, pero peor es dejarse vencer. Ojalá que usted decida, no dejarse vencer por las circunstancias, recuperarse y, ahora sí, no depender de una sola canasta.

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