No han pasado ni dos semanas desde el accidente del bus en la Curva del Chilero y ya la mayoría parece haberse olvidado del asunto. Lo que es peor, los funcionarios a cargo del “transporte pesado”, en un súbito arranque dizque de conciencia, han decidido que ahora sí van a hacer algo; sin embargo, las decisiones que empiezan a tomar son tan absurdas que no nos debería extrañar que pronto enfrentemos nuevos casos similares al del Chilero.
La principal decisión que tomaron es prohibir los buses “expresos” durante la Semana Santa. Según ellos, así se evitarán accidentes, ya que esos automotores no están “supervisados” por ellos para efectuar tal faena en las carreteras, y entonces no pueden “responder” por ellos. ¡Como que lo hicieran por los que sí están bajo su supervisión!
Esta decisión denota la mentalidad de los funcionarios, que es la verdadera raíz de los problemas actuales: el mercado es “imperfecto” y, por tanto, requiere la “supervisión” de los burócratas para “perfeccionarlo”.
El resultado de esa intromisión de la mano peluda de los burócratas en el servicio de transporte de pasajeros en particular, pero que se replica en toda actividad económica que se meten a regular, es un sistema más imperfecto que el que el mercado proporcionaría, a precios generalmente mayores, con menor oferta de la necesaria y con el problema adicional que a la hora de que hay problemas todos los “responsables” se lavan las manos, como lo expliqué en mi artículo de la semana pasada.
Pues bien, en el caso de esta nueva prohibición, ¿cuál cree usted que será el resultado? En ese momento en el cual la demanda por transporte extraurbano para movilizarse a los departamentos llega a su pico máximo del año, la oferta será todavía más insuficiente de lo que ha sido en los años anteriores, cuando alguna de esa demanda era satisfecha a través de los buses “expresos”. En otras palabras, habrá muchas más personas buscando un medio de transporte para llegar a su lugar de origen o destino de descanso de lo que ha habido en otros años, y una oferta de transporte que no ha crecido al mismo ritmo.
Esos factores, aunados, redundarán, como mínimo, en bastante frustración para muchas personas que ven en este feriado largo su única oportunidad para salir de la ciudad, y, más seguramente, en sobrecarga mayor de la usual en los buses que forman parte del cartel autorizado por la Dirección General de Transportes.
¿Tan difícil será entender que lo que se necesita es eliminar las restricciones de rutas establecidas por los funcionarios? ¿Tanto les costará comprender que el resultado natural de esas restricciones es la formación de un cartel cuyos miembros se vuelven ineficientes, inseguros y poco competitivos, precisamente por la falta de competencia?
¿Alguna vez se les habrá ocurrido a los funcionarios preguntarse por qué nunca es suficiente la cantidad de buses que hay para la demanda que existe (si no, no habría sobrecarga de las camionetas)? Por lo visto, no.
Sólo espero que esta decisión no pare ocasionando más accidentes que los que pretende evitar. Y si lo hace, no hay que buscarle tres pies al gato, la culpa es de los funcionarios que no entienden lo que hacen, pero se creen capaces de controlarlo.
Le aconsejo mucha precaución en esta Semana Santa, y si tiene que utilizar un bus y no está tranquilo con el chofer, es mejor que no se suba y pierda su “descanso” a perder la vida.
Artículo pulblicado en Prensa Libre el jueves 13 de marzo de 2,008.
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