La presión social de muchas personas puede contribuir a la justicia.
Aún en la impune Guatemala, cuando la ciudadanía ejerce la
suficiente presión, se pueden encontrar visos de justicia. Así lo
demuestra el caso del asesinato de la niña de 8 años, Jennifer
Castañaza, y su abuela Argentina de Castañaza. Ambas fueron asesinadas
por el ahora confeso Jefrey Castañaza, primo de la niña y nieto de
señora. Pero el caso probablemente hubiese sido uno más de los 17
asesinatos diarios que quedan sin resolver en Guatemala, de no ser
porque saltó a la opinión pública, y de allí a las redes sociales.
Todo empezó hace poco más de un mes, cuando un viernes en la noche,
Jefrey, quien vivía en la misma casa que ellas, las asesinó cruelmente a
golpes, y se le acusa también de haber violado a la niña. Él huyó esa
noche de la casa, en el vehículo de la abuela, luego de haber intentado
borrar la evidencia que lo incriminaba. El carro apareció abandonado una
semana después. Jefrey estaba desaparecido.
La mamá de la niña, Ana Lorena —quien también había sufrido la
muerte violenta de su esposo, cinco años atrás—, se armó de valor y
empezó a buscar justicia para su hija y su suegra. Tocó muchas puertas,
pero los funcionarios le decían que su caso lo verían después de las
elecciones —en noviembre—, aunque sí logró que un tribunal emitiese
orden de captura contra el sospechoso.
La semana pasada, Estuardo Zapeta, del programa Contravía en
Libertópolis, se enteró del caso y conversó con ella en la radio. La
entrevista fue conmovedora e impactó a muchísimas personas. Luego
subimos al Internet la orden de captura, así como fotos del prófugo y de
la niña y la abuela asesinadas. Casi inmediatamente las mismas se
empezaron a propagar por las redes sociales, ya que muchas personas se
encargaron de trasladárselas a sus amigos y conocidos. Luego tomaron la
historia algunos de los medios impresos, radiales y televisivos, lo que
hizo que la noticia se difundiera todavía más lejos y más rápido.
La cobertura que se le dio al tema, en los medios tradicionales,
pero especialmente en las redes sociales, creo que fue el factor clave
para que Jefrey, este martes, decidiera entregarse a las autoridades.
Ahora empieza todo el proceso en los tribunales, el que esperamos
que concluya con una severa condena al acusado, quien ya reconoció ser
el autor material de los asesinatos. Si bien es cierto esto no le
regresará a la destrozada mamá su niña, es lo mínimo que esperamos para
que se haga justicia.
De este caso debemos sacar varias enseñanzas: 1. La presión social
puede dar resultados —no están garantizados—. 2. Esta tecnología no es
más que una herramienta, algunos la pueden usar para mal, pero otros
podemos usarla para el bien. 3. Los vínculos familiares no son
suficiente barrera para evitar crímenes.
Le deseo mucha suerte y fortaleza a Ana Lorena, para sostenerse hasta que se llegue a la condena y que se haga justicia.
P.S.: Si quiere escuchar la entrevista original con Ana Lorena, la encuentra en www.libertopolis.com.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 6 de octubre de 2,011.
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