La Corte de Constitucionalidad debe evitar que se legitime la corrupción.
Como en Guatemala siempre la realidad supera con creces la más
increíble ficción que algún escritor se pueda imaginar, ahora resulta
que los corruptos se pueden salir con la suya, sin temor a que les
cuenten las costillas y vayan a tener que pagar sus robos, gracias a
una sentencia de un tribunal que dice que ningún ciudadano, ni siquiera
los diputados, pueden pedirles cuentas de sus fechorías, sino solo el
Ministerio Público y la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH).
Aunque usted no lo crea, este es un caso verídico del cual, de
hecho, ayer se llevó a cabo una vista pública en la Corte de
Constitucionalidad para dilucidar si los ciudadanos tenemos el
“privilegio” de poder perseguir legalmente a los funcionarios corruptos
que se roban el dinero de los tributarios.
El caso en cuestión es un amparo presentado por la diputada
Nineth Montenegro, ante el desvío ilegal de más de Q100 millones del
Ministerio de Educación hacia los programas de Mi Familia Progresa. A la
diputada se le concedió el amparo provisional, luego se emitió la
sentencia de culpabilidad contra los funcionarios responsables de las
transferencias ilegales, pero luego otro juzgado detuvo el amparo
argumentando que la diputada no puede presentarlo, porque no es “parte
interesada”.
Indistintamente de los vericuetos legalistas que están siendo
discutidos actualmente en este caso, a mí me preocupa sobremanera que
funcionarios corruptos se escuden en esos vericuetos para escapar de las
garras de la justicia. Me preocupa, angustia y molesta todavía más que
un tribunal no solo preste atención, sino que dictamine a favor de los
corruptos utilizando esos argumentos.
Y lo que más me encoleriza es que no solo es tan difícil que en
Guatemala alguien se tome la molestia de seguirle las huellas a los
corruptos, sino que ahora resulta que nadie pueda iniciar acciones
legales en su contra, ni siquiera un diputado que constitucionalmente
tiene la obligación de contarles las costillas a los funcionarios
públicos sobre cómo se gastan el dinero de los tributarios.
Eso simplemente es inadmisible. Si a los funcionarios corruptos
solo los puede enjuiciar el Ministerio Público y la PDH, demos por
sentado que en Guatemala nunca se va a perseguir a los corruptos, y los
tributarios tendremos que resignarnos a contemplar impotentemente cómo
los criminales que por el momento detentan el poder se apropian
impunemente de nuestros recursos.
Tenemos todavía alguna esperanza de que los magistrados de la
Corte de Constitucionalidad no vayan a legitimar esta atrocidad, ya que
hacerlo sería darle el tiro de gracia al ínfimo estado de Derecho que
todavía queda en nuestro país. Si lo hacen, Guatemala se convertirá,
oficialmente, en la primera dictadura de la corrupción —todas las
dictaduras son corruptas, pero esta lo sería “legalmente”—.
Le recomiendo que le siga la pista a este caso, el cual la Corte
de Constitucionalidad debe resolver en las próximas semanas o meses. Su
futuro está en la balanza.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 13 de Octubre de 2,011.
1 comentario:
"Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y
por influencias mas que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada." - Ayn Rand -
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