¿Se reducirá la violencia prohibiendo las armas de fuego?
Cada cierto tiempo resurge en la palestra pública el tema de la
prohibición de armas de fuego como método para reducir la criminalidad.
Suele suceder luego de que algún asesinato conmueve a las personas. Sin
embargo, no creo que sea esa la forma de solucionar el problema de la
criminalidad. Es entendible que la primera reacción emocional de las
personas ante un crimen impactante -todos lo debieran ser, pero la
recurrencia de los mismos tiende a volvernos indiferentes- sea el
condenar las armas con las que se cometen y, como corolario, creer que
si se eliminan estas, se resolverá el problema.
Por ello no me extraña que en una consulta electrónica hecha por
Prensa Libre, el 84% de las personas responda que sí a la pregunta:
“¿Cree que debería prohibirse la tenencia y portación legal de armas de
fuego en Guatemala?”.
Lamentablemente, esa no es la solución. Las armas simplemente son
una herramienta, tan así que de hecho puede ser utilizada tanto para el
bien —las personas defendiéndose de los criminales y las autoridades
combatiendo el crimen— como para el mal —como las usan los criminales—.
Aún si no existieran las armas de fuego, algunos seres humanos siempre
encontrarían alguna otra herramienta con la cual dañar e incluso
asesinar a otros humanos. No hay que escarbar mucho para probar ese
punto: tres mil años de historia previa a las armas de fuego lo
comprueban ampliamente.
Adicionalmente, como bien lo dice la pregunta de la encuesta de
Prensa Libre, lo que se puede prohibir es la “tenencia y portación
legal” de las armas de fuego, no su existencia. Lo que implica que, al
igual que como sucede ahora, los criminales seguirán armados, mientras
que los ciudadanos honrados que utilizarían las armas legales para
defenderse de los criminales se quedarían indefensos.
Por definición, los criminales, delincuentes, ladrones, asesinos,
actúan fuera de la ley, de otra manera sus acciones no serían ilegales.
Por lo tanto, es tremendamente ingenuo creer que los que ya de por sí
actúan fuera de la ley van a dejar de utilizar armas de fuego solo
porque la ley se los prohíba. De hecho, la “tenencia y portación” de las
armas de fuego de los criminales actualmente ya está prohibida por la
ley, porque en su mayoría son armas “ilegales” las que ellos utilizan
para cometer fechorías.
Y yo me pregunto: si las armas de fuego que actualmente utilizan
los criminales son ilegales, ¿en qué los afectaría una ley que prohíba
la tenencia y portación “legal” de las mismas? La respuesta es sencilla:
En nada. De hecho, los beneficia, porque van a incrementarse las
posibilidades de encontrar víctimas sin capacidad de defenderse.
El problema de la criminalidad no son las armas, especialmente las
legales. El problema de la criminalidad se debe a una completa falta de
certeza de castigo. Mientras los criminales sepan que pueden actuar
impunemente, a plena luz del día, y que las posibilidades de que los
persigan, capturen, enjuicien y condenen son ínfimas, seguirán
cometiendo fechorías.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 30 de agosto de 2,012.
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