jueves, 25 de mayo de 2006

Pico-placa-no

La propuesta, aparte de absurda, es inconstitucional.

El gobierno presentó una propuesta denominada pico-placa para prohibir la circulación de vehículos en algunas arterias del área metropolitana, durante algunas horas,dependiendo del número de placa. A mi parecer, la medida es absurda, abusiva e inconstitucional.

El argumento básico detrás de la propuesta es que el precio del petróleo ha subido mucho y que de esa forma se logrará economizar un poco de combustible y "aliviar la factura petrolera del país". La idea, pienso yo, será que al reducir los vehículos circulando en las horas pico, el tráfico será más fluido, lo que redundaría en ahorros de gasolina para los usuarios. Hasta allí, la teoría parece bonita. El problema es que para que esto suceda se tiene que pasar sobre el derecho de libre circulación de las personas, el que, por si los gobernantes no saben, es un derecho que defiende nuestra Constitución.

Alguien podrá argumentar que no seamos tan extremistas, que todos tenemos que "sacrificar un poco" por "el bien común". Este argumento es el peor ya que justifica la violación de los derechos de todos, o de algunos, y pasa por encima de nuestra Constitución, en aras de un supuesto "bien común". En ese sentido sí me considero extremista: creo que los derechos individuales deben respetarse sobre todas las cosas, si queremos llegar algún día a vivir bajo un verdadero Estado de Derecho.

Esta "idea" no es más que un nuevo brote de esa fatal arrogancia de funcionarios que consideran saber lo que más le conviene a las personas, incluso más que las mismas personas. Por si no están enterados, todos y cada uno de los individuos que se conducen en su vehículo están conscientes de su propio gasto de gasolina. Lo que cada persona evalúa, consciente o inconscientemente, son las alternativas que tiene. ¿Está dispuesto a gastar tanto en gasolina, o estaría anuente a algunos días utilizar el transporte público para ahorrar un poco? Si no se arriesga a utilizar los buses pero necesita ahorrar un poco para llegar a fin de mes, ¿estaría dispuesto a levantarse más temprano para pasar antes de la hora pico, o quedarse en su trabajo y esperar que pase la hora pico antes de regresar a su casa?

Finalmente, el gobierno no debería siquiera atreverse a hacer una propuesta tan absurda, si no existen alternativas para los afectados. Algunos se quejan de que existen muchos vehículos en la ciudad, pero el problema es que no hay alternativas. Le puedo garantizar que el sueño del 99% de personas que ahorita se trasladan en transporte público es algún día comprarse aunque sea un pichirilo, con tal de liberarse del riesgo y la incomodidad que ahora padece. Y yo creo que no sólo tienen razón, sino tienen todo el derecho de hacerlo, sin que algún funcionario se crea con el derecho a sacrificarlo por "el bien común".

Publicado el 25 de mayo de 2006.

jueves, 18 de mayo de 2006

Leer o no leer, ver o no ver


Mañana se estrena una de las películas más controversiales de los últimos años, "El Código Da Vinci", basada en el libro del mismo nombre escrito por Dan Brown. La controversia, muy bien manejada por el autor, radica en poner en duda valores y creencias cristianas, así como ataques directos a la institución de la Iglesia Católica y el Opus Dei.

Desde mi humilde perspectiva, creo que Dan Brown es un genio del "marketing" que ha sabido aprovechar muy bien la controversia para vender libros. Y creo que quienes se han rasgado las vestiduras y lanzado todo tipo de ataques contra Brown y su libro, no hicieron más que caer ingenuamente en el anzuelo que él les tendió. Lo más probable es que Brown, cada vez que recibe su cheque de regalías, se ría a lo grande de todo el dinero que le han hecho los detractores de su obra.

No nos perdamos. Brown no es el anticristo, ni nada que se le parezca. Simplemente es un buen escritor de novelas que sabe qué cuerdas tocar para apasionar a la gente, lo que se traduce en $$$.

Como buen amante de las novelas desde pequeño, creo que "El Código Da Vinci" está muy bien lograda para cumplir el cometido de las obras de su tipo: entretener al lector. No nos perdamos aquí tampoco, no es un libro diseñado para destronar a "Los Miserables" ni nada por el estilo, sino para brindar unas horas de solaz a la mayor cantidad posible de lectores.

Que Brown utiliza algunas creencias gnosticas, "new age" y de teorías de la conspiración, es cierto; pero esos son precisamente los recursos que le sirvieron para generar la controversia y vender más libros. Yo leí hace dos años el libro y le puedo decir que no movió para nada mis creencias.

Lo que hay que entender bien es que el libro simplemente es una novela, y como tal, una ficción, una historia imaginada que sólo existe en la mente del autor. Podrá estar ambientada en lugares reales, y citar algunos sucesos históricos y/o legendarios, pero eso no lo hace más verdadero. Por otra parte, Brown tampoco nunca dijo que escribió un libro de teología ni de historia; es simplemente una novela.

De hecho, si algo ha logrado Brown, a través de su novela, es renovar el interés por conocer cuál es la verdad detrás de todo esto, lo que al final, creo yo, redundará en un beneficio espiritual para algunos. De entrada, han salido muchos libros y sitios en Internet al respecto. Le puedo recomendar, por ejemplo, el sitio www.davinciverdadyficcion.com elaborado por un amigo mío junto con otras personas de Guadalajara.

Entonces, la pregunta es: ¿ver la película o no verla? ¿leer el libro o no leerlo? Creo que uno, como dice en la Biblia, debe escudriñarlo todo y retener lo bueno. Y recuerde, no es un libro de teología, es simplemente una buena novela con un mercadeo todavía mejor.

Publicado en Prensa Libre el 18 de mayo de 2006

jueves, 11 de mayo de 2006

ISR: una propuesta (3)

Si no competimos, todos nos dejarán atrás, pero lo peor es que será en la peor de las miserias.

Me preguntan ¿por qué tanta insistencia en eliminar el Impuesto Sobre la Renta? La respuesta es sencilla: es la única forma que tenemos los guatemaltecos para salir de la pobreza aceleradamente.

El nombre más apropiado para el ISR es Impuesto al Rendimiento de las Inversiones, IRI, porque ese es su verdadero efecto: desincentivar las inversiones.

Los inversionistas analizan muchos factores, pero sopesan cada uno de esos factores en cuanto al efecto que tienen sobre el rendimento de sus inversiones. Nada más. Y no nos debe extrañar que uno de los factores que más pesa sobre este rendimiento es precisamente el IRI (ISR, pues).

Cada día se toman decisiones de miles de millones de dólares basadas en estos análisis. No nos debe extrañar que hasta los políticos alrededor del mundo, tanto de los países pobres como de los ricos, finalmente se hayan percatado de esto y que todos ahora estén sumamente interesados en atraer inversiones a través de reducciones en sus tasas del ISR.

Un estudio presentado recientemente por la Tax Foundation indica que los países miembros de la OECD (30 de los países con economías más grandes del mundo) han estado reduciendo sus tasas corporativas del ISR durante todo lo que va del siglo XXI. En el año 2,000 el promedio de esa tasa impositiva era del 33.6% y ahora, en el 2,006 bajó a 28.7%. Japón* tiene la tasa actual más alta, en 39.5%, e Irlanda, la más baja del grupo en 12.5%.

Para nosotros, lo más importante es que nuestra tasa corporativa del ISR, al 31%, resulta estar por arriba incluso del promedio de la que existe en los países desarrollados. ¡Y todavía tienen el descaro algunos de decir que hay que incrementar aún más las tasas!

¡Imagínese usted! Si a esta tasa por encima del promedio de los países desarrollados le sumamos todos los demás factores que en nuestro país incrementan los riesgos a la inversión, como son la inseguridad, física y legal, la falta de respeto a la propiedad privada, lo complicado de los trámites y regulaciones, no nos debe extrañar que por más de 5 años seamos el país de la región que menos atrae inversiones.

No nos engañemos. La ruta, marcada incluso por los países desarrollados, va hacia la reducción y eventual eliminación de ese impuesto tan absurdo como empobrecedor. ¿Para qué esperarnos cruzados de brazos mientras todos los demás compiten arduamente por atraer las inversiones, cuando podríamos tomar la delantera mundial de un solo golpe audaz? ¡Eliminemos ya el impuesto sobre la renta y sus apéndices y encaminémonos de una vez hacia el desarrollo!

La hoja con la propuesta la puede encontrar aquí:

Archivo de Proyecciones

El estudio citado aquí:

Tax Foundation


* En el artículo publicado en Prensa Libre indiqué que era Alemania el país con la tasa más alta, pero estaba equivocado, es Japón. La tasa si está correcta.

Artículo publicado el día 11/05/06 en Prensa Libre

jueves, 4 de mayo de 2006

ISR: una propuesta (2)

Sólo se necesita ser visionarios para vencer los prejuicios ideológicos.

Complemento mi artículo de la semana pasada exhortando a los gobernantes a que no se dejen paralizar por los prejuicios ideológicos que nos han mantenido en el subdesarrollo por ya tanto tiempo. No nos engañemos, la principal razón para mantener vigente un impuesto empobrecedor como lo es el ISR es simplemente el temor al qué dirá la "corrección política", especialmente la de los tecnócratas internacionales enquistados en los organismos financieros.

Que el ISR es un impuesto empobrecedor que desestimula la inversión es aceptado y reconocido por todos los gobiernos del mundo. Eso es un hecho indiscutible. ¿No me cree? Cuando un gobierno quiere "fomentar" un tipo determinado de inversiones o quiere que una empresa internacional se instale en su país, ¿qué es lo que hace? ¡Adivinó! Le elimina o, por lo menos, le reduce el pago del ISR.

La pregunta es: Lo que es bueno para una industria o empresa en particular, ¿no es bueno también para todas las demás industrias y empresas? Creo que la respuesta es obvia. Y entonces, ¿por qué no se generaliza y se "fomentan" todas las industrias y todas las inversiones? Por puros prejuicios ideológicos, desconocimiento de la acción humana y falta de visión.

De que se genera más inversión y, como consecuencia, más trabajo y más riqueza, no hay duda. De otra manera, en ninguna parte del mundo existirían "Leyes de Fomento".

Eso sin contar los recursos productivos que se liberarían al no tener que tener, tanto las empresas como el gobierno, una gran cantidad de empleados dedicados exclusivamente a perder su tiempo miserablemente para cumplir con los requisitos del ISR.

Pero, por si todavía les quedan dudas de que con esta visionaria decisión también se incrementarían los ingresos fiscales, déjeme plantearles algunas ideas complementarias para el fisco.

La principal razón de la "informalidad" es el costo de vivir en la "formalidad". Un componente muy importante en ese costo es, precisamente, cumplir con los requisitos necesarios para reportar el ISR (además de pagarlo, por supuesto). Si se elimina ese requisito, le garantizo que se "fomentará" -aunque no se eliminaría- la "formalidad".

Luego, todos los recursos de la SAT se podrían concentrar en fiscalizar el cumplimiento del IVA, que adicionalmente es un impuesto más facil de fiscalizar que el ISR con todas sus subjetividades.

Existen algunos otros beneficios para la administración fiscal, sin embargo, la razón principal para justificar la eliminación de los impuestos directos sigue siendo la misma de siempre: Si se eliminan los impuestos directos, aumenta la inversión y la actividad económica lo que redunda en una mayor recaudación fiscal, en este caso, a través del IVA.

Si quiere revisar el cálculo que presenté la semana pasada, puede encontrarlo en www.radiopolis.info.

Publicado en Prensa Libre el 4 de mayo de 2006.