Todo recurso en este mundo es limitado y, por tanto, en algún punto escaso. Esa es la razón principal por la que los bienes y servicios cambian de precio, dependiendo de su relativa escasez a cada momento. El petróleo, base principal de mucha de la energía que se utiliza en el mundo, no escapa de esta realidad. Por supuesto, los políticos, aquí y en la China, siempre logran distorsionar los precios, metiendo su mano peluda.
Como es un producto no renovable, algún día se terminará toda la reserva de petróleo que hay en el mundo, por lo que no nos debe extrañar que la tendencia de su precio, en el largo plazo, sea al alza, al reflejar su cada vez mayor escasez. Sin embargo, cuándo se dará ese momento, es un enigma que escapa de nuestro conocimiento; que hay muchas reservas, las hay, simplemente no se ha hecho rentable encontrar más a los precios de hasta hace poco. Ahora que ha subido, le garantizo que se encontrarán otras reservas, como la reciente de Brasil.
Mientras tanto, el petróleo sigue ahí y seguirá por muchos años.
La subida de precios reciente tiene otros componentes, como lo son la pérdida de poder adquisitivo real del dólar, la demanda mundial de energía que ha crecido a un ritmo mucho mayor que la oferta, la saturación de la capacidad de refinación mundial (problema que no tiene visos de resolverse ni siquiera a mediano plazo), las guerras e inestabilidad en regiones productoras del mismo (Irak y Nigeria, por ejemplo), entre otros.
La otra razón, más de tinte político que económico, es que la mayor parte de la producción del mundo es controlada, precisamente, por políticos. Con contadas excepciones, el petróleo del mundo depende de políticos, dictadores o “familias reales”. Para más señas, solo hay que ver al cartel del petróleo, mundialmente conocido como la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), que no es una organización o conglomerado de entidades privadas, sino de “países” (realmente, de sus gobernantes) que exportan petróleo.
Son los gobernantes de esos países quienes ejercen el control del crudo. ¿O no ha visto usted que en sus reuniones acuerdan cuál es la cantidad de petróleo que debe extraerse para mantener determinado precio? Si su retentiva es buena, recordará algunas declaraciones que refuerzan esta teoría, como por ejemplo las de un dictadorcillo del sur que dijo hace poco que el precio “justo” del petróleo era por lo menos de US$150.
Es una mezcla de todas esas causas la que tiene al mundo en esta “crisis” energética y de la cual los guatemaltecos tampoco somos ajenos. Una salida momentánea a esta crisis está muy a la mano. El Impuesto a la Distribución de Derivados del Petróleo debe ser eliminado inmediatamente. No solo porque encarece el precio del combustible y los derivados del petróleo, sino porque ya desde hace varios años la Corte de Constitucionalidad lo declaró inconstitucional. A los diputados de ese entonces la Constitución les vino del norte, y lo volvieron a poner, pero los legisladores actuales tienen la oportunidad de reivindicarse un poco.
Mientras el mundo continúe con sus ideas socialistoides y colectivistas, no tenemos más remedio que soportar las torcidas decisiones de la OPEP. Mientras tanto, podemos, con esta sencilla y acertada decisión, mejorar nuestros niveles de vida y paliar la crisis. Exijamos a los funcionarios públicos la eliminación inmediata de este inconstitucional impuesto.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 27 de marzo de 2,008