A juzgar por las decisiones de muchos inversionistas, la sola mención en un memo “interno”, el martes en la mañana, por parte del CEO del banco más grande de Estados Unidos, de que en los primeros dos meses del año tuvieron utilidades, es un indicador suficiente de que “lo peor de la crisis ya pasó”, y ahora resulta que el “optimismo” sobre el futuro regresó.
Yo no creo que sea tan sencilla la cosa. Si bien es cierto no creo que la crisis sea tan grave como algunos han pensado, sí estoy convencido de que muchas de las acciones de los gobernantes la profundizarán.
No podemos esconder la cabeza en la arena y dejar de ver la inundación de papel moneda que los bancos centrales de Estados Unidos, Europa, Inglaterra y otros están haciendo. Basta con ver un par de gráficas (las puede encontrar en www.jorgejacobs.com) para percatarse de que la consecuencia principal de los “planes anticrisis” es un crecimiento desmesurado de la masa monetaria, que tarde o temprano habremos de enfrentar.
Si no entendemos las causas de un problema, difícilmente podremos encontrar una solución. Quedarnos contentos con los argumentos superficiales de que la causa es el capitalismo y no querer profundizar más en las verdaderas causas de la crisis es una postura fácil y cómoda, pero que no nos ayudará en nada a salir de la crisis.
En el caso de la actual crisis, creo que hubo una conjunción de muchos factores, pero los principales, como ya lo he comentado en anteriores ocasiones, fueron la política monetaria de la Reserva Federal, los créditos de vivienda obligatorios y la obstaculización de las compras hostiles de empresas.
La política monetaria de la Reserva Federal, que a lo largo de su historia ha demostrado hasta la saciedad que es un péndulo con el cual sus directores (Greenspan, Bernanke, et al) tratan de adelantarse al mercado, pero siempre se equivocan, calculan mal y les sale el tiro por la culata. En este caso particular, la baja de las tasas de interés fue la semilla que alimentó la crisis inmobiliaria. Ahora están haciendo exactamente lo mismo, solo que ampliado exponencialmente.
Luego está la política de “casas para todos”, que forzaba a las entidades bancarias a autorizar préstamos riesgosos. Esta fue otra de las semillas de la crisis.
La parte de la crisis que se atribuye a las grandes corporaciones tiene sus raíces en los incentivos que tenían muchos de sus ejecutivos que les llevaron a tomar decisiones equivocadas. Nuevamente, la raíz viene de más atrás. Durante la década de 1990, ejecutivos de las grandes corporaciones presionaron al Congreso para que se pasara legislación para evitar las compras “hostiles” de las empresas. Los políticos les hicieron caso y obstaculizaron el mecanismo de mercado para reemplazar a los malos ejecutivos. En pocas palabras, les dieron impunidad a las consecuencias de sus decisiones. El resultado lo podemos ver en los estados financieros de muchas de esas corporaciones el día de hoy.
El problema es que las decisiones que están tomando Obama y muchos otros líderes no buscan eliminar esas causas, sino las profundizan. Todo lo cual pinta mal para el futuro.
En una nota publicada el martes en los servicios financieros, Randy Frederick, director de una empresa de corretaje de bolsa, llamó a Citibank “el niño símbolo de toda esta crisis financiera”. Y aunque esta es la esperanza de muchos, yo creo que los problemas continuarán mientras se repitan los errores que nos llevaron a la crisis.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 12 de marzo de 2,009.
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