Dinero para resolver el problema agrario ha habido, el problema es quiénes se quedaron con él.
La marcha que llegó esta semana a la capital pretende elevar el
perfil del “problema agrario” con el supuesto fin de resolverlo. Con
solo revisar un poco los números, lo único que puede uno concluir es que
el dichoso problema no se ha resuelto no por falta de dinero para
hacerlo, sino porque quienes se han vendido como los “salvadores” de los
campesinos han utilizado y despilfarrado la plata para avanzar sus
fines y no para lo que dicen que lo utilizarían.
De entrada manifiesto
que no considero que el uso de recursos de los tributarios
para el “desarrollo rural” sea la ruta correcta para sacar de la
pobreza a la gente. Lo que es más, lo que ha sucedido en Guatemala es la
mejor prueba que confirma esta aseveración.
En el caso de los tributarios de Guatemala, desde la firma de la
paz hasta el año pasado hemos puesto más de Q2 mil 450 millones solo en
las instituciones directamente involucradas en el tema —Contierra,
Secretaría de Asuntos Agrarios y Fondo de Tierras—. Eso sin contar los
otros miles de millones de quetzales que se han destinado a programas de
fertilizantes, ayuda y capacitación. A juzgar por lo que argumentan los
“líderes” campesinos, este dinero se desvaneció en el aire porque la
situación está igual que siempre. En pocas palabras, pasó lo mismo que
con las carreteras: solo en el gobierno anterior se gastaron casi Q30
mil millones, pero dejaron las carreteras peor que nunca.
En el campo parece haber pasado lo mismo. Se han gastado miles de
millones de quetzales, y la situación parece no haber cambiado. La
pregunta principal que surge es: ¿qué se hicieron todos esos miles de
millones de quetzales? Pues hay que preguntarles a los mismos “líderes”
campesinos, ya que muchos de ellos han participado en algunos de estos
programas.
Pero no solo se han utilizado —y desvanecido— fondos de los
tributarios guatemaltecos. También fondos de los tributarios europeos se
han destinado para resolver el “problema agrario”. Según la guía de la
Unión Europea en Guatemala, en su versión del 2011, se les han otorgado
en los últimos años al menos Q35 millones en “cooperación” a algunas de
las instituciones que “defienden” los derechos de los campesinos, entre
ellas el Comité de Unidad Campesina (CUC), la Fundación Guillermo
Toriello y la Plataforma Agraria.
Aunque la cooperación tiene el supuesto fin de ayudar a resolver
la “conflictividad agraria”, de acuerdo con lo que hemos visto que hacen
estas organizaciones, más parece ser que lo que pretenden es azuzarla.
De todo esto concluyo que dinero no es lo que ha faltado. Lo que
ha faltado es, por un lado, saber qué es lo que hay que hacer para que
las personas salgan de la pobreza, lo que a todas luces ha escapado al
conocimiento de todos los funcionarios públicos y los “líderes”
defensores de los campesinos, pero todavía más importante, realmente
querer sacarlos de la pobreza y no, como parece ser por los resultados,
perpetuarla para mantener el modus vivendi de todos los involucrados en
“acabar con la pobreza”.
La solución no es tirar a la basura —o a los bolsillos de algunos
funcionarios y líderes— más dinero de los tributarios. Esa no es la ruta
para salir de la pobreza.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 29 de marzo de 2,012.
Foto: Alvaro Interiano, Prensa Libre.
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