domingo, 19 de agosto de 2007

Los millonarios más pobres


¿Estamos condenados a seguir repitiendo la historia?

Un artículo publicado esta semana en la edición de The New York Times que presenta dominicalmente Prensa Libre movió mi interés a investigar un poco sobre lo que está pasando en Zimbabue.

La situación allá es realmente crítica, y los testimonios, sobrecogedores, pero al final no es más que la repetición de la misma historia del “líder revolucionario” convertido en decadente dictador decidido, junto a su camarilla de secuaces, a permanecer usufructuando las mieles del poder a cualquier costo (historia, por cierto, de la que todavía no nos libramos tampoco en nuestro continente).

Robert Mugabe, ex guerrillero maoísta, gobierna Zimbabue desde 1980, primero como primer ministro y luego como presidente. Se ha convertido en un “dictador democrático”, ya que ha sido reelecto tres veces, aunque las mismas han sido bastante cuestionadas.

Durante este período, se le ha acusado de cometer masacres, reprimir la libertad de expresión, tomar represalias contra sus opositores políticos y hasta contra sus seguidores, al grado de destruir barriadas donde vivían más de 700 mil personas.

La situación se ha agravado desde finales de la década de 1990. Como represalia ante los avances de la oposición, implementó una “reforma agraria” que básicamente consistió en expropiar por la fuerza las fincas a sus dueños -la mayoría blancos que las compraron ya dentro de su régimen, y no que las traían como “herencia colonial”- y repartirlas, no entre los pobres, sino entre sus fieles, dejando sin empleo a cientos de miles de trabajadores.

El resultado ha sido que, de ser el “granero” de África, Zimbabue se convirtió en un pueblo hambriento, sin empleo, refugiado -casi cuatro millones de 12 se han ido-, perseguido, oprimido.

La inflación, que es la más alta del mundo, ya pasó este año de 15 mil por ciento, y algunos calculan que podría llegar a un millón 500 mil por ciento a finales del año. En el colmo de la imbecilidad, Mugabe decretó hace unas semanas que los precios de los productos básicos se debían reducir a la mitad, so pena de cárcel. Pues ya van más de cuatro mil personas arrestadas por “especulación” y los precios de los productos que todavía existen siguen duplicándose todos los días.

En una historia que leí, una maestra convertida en prostituta para mantener a su familia cuenta que su salario de maestra de mayo fue de 2.1 millones de dólares zimbabuenses; sin embargo, esa millonaria cifra no le alcanza ni para pagar el bus para ir a trabajar. “Somos los millonarios más pobres del mundo”, declara con triste sonrisa.

Para esconder su corrupción, incapacidad y locura, Mugabe recurre al trillado argumento de los mismos de siempre: los problemas en Zimbabue son ocasionados por una conspiración “imperialista” de Estados Unidos e Inglaterra.

¿Por qué no me extraña que uno de sus principales aliados sea Hugo Chávez? ¿Será porque Zimbabue parece el modelo que éste intenta calcar en la Venezuela socialista? Lo que le podemos garantizar es que terminará igual.

Publicado en Prensa Libre el 16 de agosto de 2007. Fotografía del New York Times.

Links interesantes:

Artículo en el New York Times.

Zimbabwe's horrors. Columna en el Boston Globe por Jeff Jacoby.

How to kill a Country, por Samantha Power

Teachers sell sex to buy food as Mugabe cronies get richer. Artículo en el The Sunday Times.

Zimbabwe's silent genocide. Artículo en el The Sunday Times.


¿Indecisos?

¿Por qué tanta indecisión?

Estamos a un mes de las elecciones generales, y resulta que quien continúa escapado en las encuestas es el candidato indeciso. Y no es que algunos de los candidatos no lo sean, sino que son los electores quienes a estas alturas del partido no se han decidido por qué candidato votar para las elecciones generales y por qué listas partidarias votar para el Congreso.

La mayoría de “estrategas” de campaña le está apostando a tratar de convencer a este gran grupo de indecisos a que su candidato es la mejor opción que se le podría presentar. Con tal de lograrlo, hacen que los candidatos digan y hagan cualquier cantidad de cosas, por ver si de esa manera logran tornar la indecisión en su favor.

Mi lectura es distinta. De lo que he podido percibir en conversaciones escuchadas al pasar y en unas con un poco más de involucramiento directo, la indecisión de la gente no estriba en por cuál candidato votar, sino más bien en si vale la pena votar, si sirve de algo el voto, o da igual, ya que, sea Juana o sea Chana, igual de malos y corruptos serán.

Los votantes están cansados de falsas promesas, de que le ofrezcan el cielo y la tierra; lo que es más, de que les ofrezcan el “cielo en la tierra” y de que, al final, todos salimos igual de fregados, menos, por supuesto, quienes pasaron a “mejor vida” porque llegaron a un lugar “donde hay”.

Los potenciales votantes, simplemente ya no creen en el sistema. Y es allí donde está el verdadero quid del asunto. El problema es el sistema, y mientras no se cambie, no podemos esperar que el barco cambie de rumbo.

El “Estado” seguirá en su desenfrenada carrera por absorber cuanto dinero pueda de los indefensos tributarios para entregar a cambio: nada. Nada de nada. Sólo vacías promesas y advertencias de que lo que se necesita para estar mejor es que paguemos más impuestos y que cuando lleguemos a pagar esa elusiva cantidad de tributos (la que misteriosamente por más que avancemos siempre aparenta estar más allá), habremos encontrado el cielo en la tierra.

Y los candidatos actuales, tanto al Ejecutivo como al Legislativo, poco hacen por reducir esa indecisión. Antes bien, diría yo, abonan a ella.

No nos engañemos. No importa quién llegue al Ejecutivo. Mientras no se cambie el sistema, todos los que lleguen tratarán de hacer funcionar un sistema que no puede funcionar. Algunos tendrán un poco mayor éxito que otros, y algún otro será incompetente hasta en eso, pero en general, la cosa seguirá igual para los que no estamos involucrados en la administración pública.

Así que si usted está entre los indecisos, no se preocupe, comparte espacio con un buen grupo de guatemaltecos que ya se pregunta qué hacer para que la cosa no siga igual. Por el momento, lo único que le puedo recomendar es que por lo menos vote para el Legislativo, de preferencia por uno de los partidos que no encabeza las encuestas para el Ejecutivo, para que al menos no haya aplanadora en el Congreso.

Publicado en Prensa Libre el 9 de agosto de 2007.

Mirador

La historia todavía está por reescribirse.

Este fin de semana tuve el gran privilegio de conocer el sitio arqueológico de El Mirador, en la cuenca del mismo nombre, al norte del departamento de Petén. Realmente es una experiencia inigualable que le recomiendo a todos que la intenten en algún momento.

El Mirador es sólo uno de los muchos sitios arqueológicos que se encuentran en la cuenca.

Según me explicaba el doctor Richard Hansen, nueve de estos sitios (si hay algún error en las cifras de seguro se debe a mis frágiles apuntes mentales y no al conocimiento enciclopédico sobre el tema que tiene Richard) son mayores que Tikal. No logré siquiera conocer todo el sitio de El Mirador, mucho menos el resto de sitios de la cuenca, pero le puedo garantizar que sólo lo que hay en ese lugar es suficiente para dejar boquiabierto a cualquiera que se precie de tener algún aprecio por la historia.

Tuve la oportunidad de conocer varias de las pirámides en las que está trabajando un gran equipo de arqueólogos, investigadores, restauradores, dibujantes, fotógrafos y expertos en otras ramas, tratando de desentrañar los secretos de más de dos mil años atrás escondidos bajo la selva.

Por supuesto, las joyas del sitio son las dos pirámides más altas: al oriente, La Danta, y al poniente, El Tigre. La Danta está considerada como la pirámide más grande, volumétricamente hablando, del mundo antiguo. Sí; incluso tiene mayor volumen que las de Egipto. Sólo para que se dé una idea, la base de la primera plataforma tiene 300 metros de frente por 600 de lado. Sus más de 70 metros de altura sobresalen sobre el mar verde de la selva que la rodea.

Como muchas de las otras edificaciones del sitio (por lo menos las que tuve oportunidad de conocer), La Danta es un triádico, es decir, en su plataforma más alta hay tres edificaciones, tres templos, el que está frente a la escalinata, siempre el mayor, y a los lados, dos menores. En La Danta se han excavado solamente partes del templo mayor y del menor a la izquierda de la escalinata; el tercero continúa cubierto por la selva.

La subida hasta el punto más alto de la Danta es todavía algo complicada, pero es precisamente el clímax del recorrido al sitio. La vista de la selva desde ese punto es impresionante, pero todavía más lo es comprender que está uno parado sobre un edificio con más de dos mil años de historia, una historia, por cierto, que todavía está por reescribirse, ya que algunos de los hallazgos en la cuenca de El Mirador apuntan a conclusiones distintas de las que se tenían hasta hace poco sobre el desarrollo de la cultura maya.

Pero no sólo las pirámides impresionan, están también las calzadas de ocho metros de ancho y en algunos lugares muy por encima del nivel del suelo, calzadas que rivalizan en tiempo, y quizá hasta en diseño, con los caminos de su Roma contemporánea.

En fin, hay tantas cosas que todavía nos falta conocer, tantos secretos todavía ocultos bajo la selva, que estoy seguro de que más adelante nuevos hallazgos nos permitirán conocer un poco mejor la increíble historia de nuestro país. ¿Cómo preservarlo? Ese es el dilema, sobre el cual espero continuar la reflexión.

Publicado en Prensa Libre el 2 de agosto de 2007

La Carabina

El problema se resuelve encarándolo, no haciendo amagues.

Si no fuera por lo serio y preocupante de las implicaciones sobre la vida de todos los habitantes de Guatemala, sería hasta divertido presenciar los acontecimientos recientes en relación con la famosa Cicig.

Aun sin tomar en cuenta las serias lagunas constitucionales en que cae la Cicig –indistintamente de lo que diga la gran corte, ahora lamentablemente políticamente correcta–, lo cierto es que la han tratado de vender como la gran panacea que vendrá a resolver los problemas de inseguridad en Guatemala, cuando las probabilidades de que eso se llegue a concretar son, a lo sumo, exiguas.

No nos engañemos, el problema de seguridad ciudadana no se resolverá en tanto los políticos de turno y la ciudadanía no entiendan que el Gobierno se debe dedicar a sus funciones básicas de proveer seguridad y justicia, y dejar de estar desperdiciando tiempo y recursos tratando infructuosamente de ser todo para todos.

El problema no se va a resolver con que vengan unos superburócratas de las “vacaciones unidas”, así como no se ha resuelto la famosa “guerra contra el narcotráfico” con que le inyecten millones y millones de dólares. Algún paliativo podrá aparentar ser, pero lo más probable es que simplemente sea una agencia de empleo para muy bien pagados burócratas internacionales (y algunos nacionales, que son los que más la pelean).

De nada sirve –asumiendo que realmente lo fueran a hacer los de la Cicig– “detectar” a las mafias, si después resulta que la Policía no logra atraparlos, el sistema penitenciario no puede retenerlos, el Ministerio Público no logra acusarlos y el sistema de justicia no llega a condenarlos.

Todas estas carencias continuarán mientras no entendamos todos que en estos puntos es donde se encuentra una de las principales raíces de nuestros problemas.

Casi todos estamos de acuerdo en que el principal problema de los guatemaltecos es la inseguridad. Incluso uno podría llegar a pensar que los candidatos presidenciales y los candidatos a diputados también lo creen así.

El problema es que, en la mayoría de los casos, no pasa de ser algo del diente al labio. ¿De qué otra manera se puede usted explicar que, si ese es el principal problema, los “esfuerzos” de los gobernantes se enfocan en otras cosas? ¿Quiere pruebas? Sólo hay que ver el presupuesto general de la Nación.

La Cicig sólo es un placebo. Mientras no exista decisión de entrarle al problema de la inseguridad con todos los recursos que se requieran, hasta Superman quedaría en trapos de cucaracha tratando de meter a los criminales a la cárcel en Guatemala.

Publicado en Prensa Libre el 26 de julio de 2007.