¿Estamos condenados a seguir repitiendo la historia?
Un artículo publicado esta semana en la edición de The New York Times que presenta dominicalmente Prensa Libre movió mi interés a investigar un poco sobre lo que está pasando en Zimbabue.
La situación allá es realmente crítica, y los testimonios, sobrecogedores, pero al final no es más que la repetición de la misma historia del “líder revolucionario” convertido en decadente dictador decidido, junto a su camarilla de secuaces, a permanecer usufructuando las mieles del poder a cualquier costo (historia, por cierto, de la que todavía no nos libramos tampoco en nuestro continente).
Robert Mugabe, ex guerrillero maoísta, gobierna Zimbabue desde 1980, primero como primer ministro y luego como presidente. Se ha convertido en un “dictador democrático”, ya que ha sido reelecto tres veces, aunque las mismas han sido bastante cuestionadas.
Durante este período, se le ha acusado de cometer masacres, reprimir la libertad de expresión, tomar represalias contra sus opositores políticos y hasta contra sus seguidores, al grado de destruir barriadas donde vivían más de 700 mil personas.
La situación se ha agravado desde finales de la década de 1990. Como represalia ante los avances de la oposición, implementó una “reforma agraria” que básicamente consistió en expropiar por la fuerza las fincas a sus dueños -la mayoría blancos que las compraron ya dentro de su régimen, y no que las traían como “herencia colonial”- y repartirlas, no entre los pobres, sino entre sus fieles, dejando sin empleo a cientos de miles de trabajadores.
El resultado ha sido que, de ser el “granero” de África, Zimbabue se convirtió en un pueblo hambriento, sin empleo, refugiado -casi cuatro millones de 12 se han ido-, perseguido, oprimido.
La inflación, que es la más alta del mundo, ya pasó este año de 15 mil por ciento, y algunos calculan que podría llegar a un millón 500 mil por ciento a finales del año. En el colmo de la imbecilidad, Mugabe decretó hace unas semanas que los precios de los productos básicos se debían reducir a la mitad, so pena de cárcel. Pues ya van más de cuatro mil personas arrestadas por “especulación” y los precios de los productos que todavía existen siguen duplicándose todos los días.
En una historia que leí, una maestra convertida en prostituta para mantener a su familia cuenta que su salario de maestra de mayo fue de 2.1 millones de dólares zimbabuenses; sin embargo, esa millonaria cifra no le alcanza ni para pagar el bus para ir a trabajar. “Somos los millonarios más pobres del mundo”, declara con triste sonrisa.
Para esconder su corrupción, incapacidad y locura, Mugabe recurre al trillado argumento de los mismos de siempre: los problemas en Zimbabue son ocasionados por una conspiración “imperialista” de Estados Unidos e Inglaterra.
¿Por qué no me extraña que uno de sus principales aliados sea Hugo Chávez? ¿Será porque Zimbabue parece el modelo que éste intenta calcar en la Venezuela socialista? Lo que le podemos garantizar es que terminará igual.
Publicado en Prensa Libre el 16 de agosto de 2007. Fotografía del New York Times.
Links interesantes:
Artículo en el New York Times.
Zimbabwe's horrors. Columna en el Boston Globe por Jeff Jacoby.
Teachers sell sex to buy food as Mugabe cronies get richer. Artículo en el The Sunday Times.
Zimbabwe's silent genocide. Artículo en el The Sunday Times.