jueves, 10 de abril de 2008

Sin esperanza

La escena no es nueva para los guatemaltecos. Un cuerpo en una bolsa negra, bomberos, policías, fiscales del MP, los curiosos que nunca faltan y, por supuesto, el brillo por ausencia de los delincuentes. Ahora fue en la zona 15, pero también se puede dar en cualquier zona de la capital, en la provincia, en aldeas, caseríos y ni siquiera talanqueras o seguridad perimetral la puede detener.

Son la violencia y la inseguridad que azotan a nuestro país desde hace muchos años, durante varios gobiernos; y aunque ministros y funcionarios nacionales y extranjeros vienen y van, estos males persisten. Y al paso que vamos, todo apunta a que seguiremos igual o peor en tanto el Gobierno persista en seguir dilapidando recursos y tiempo en funciones que no le corresponden.

Se ha repetido hasta la saciedad y el hartazgo que las funciones básicas del Gobierno son brindar seguridad e impartir justicia. Las excusas usuales de las que se agarran los funcionarios pueden ser cubiertas por los propios ciudadanos, sin necesidad de que los impuestos sean desviados a actividades que nada tienen que ver con estas funciones primarias. El mísero 14 por ciento del presupuesto que el gobierno asigna a la seguridad y la justicia es una burla a los guatemaltecos, quienes cada día, con la misma escena repetida en diferentes lugares, ven cómo la violencia pasa rozando sus vidas tan cerca.

La escena de las fuerzas de seguridad se queda en eso, en un montaje, y quisiera creer que no es solo por mala fe o falta de competencia, sino también porque los recursos que se asignan después del despilfarro no alcanzan para mantener fuerzas policiales capacitadas y bien entrenadas, sabedoras y cumplidoras de su deber, ni mucho menos un sistema judicial eficiente.

La escena era la del asesinato del venezolano Víctor Rivera, experto en seguridad que colaboró en el esclarecimiento de secuestros y casos de alto impacto en gobiernos anteriores. Y aunque repitan la misma cantaleta y nieguen lo obvio, el Gobierno tiene doble responsabilidad en este hecho sangriento.

En primer lugar, porque es responsabilidad de las autoridades brindar seguridad a todos los que habitan el país, sin importar si es guatemalteco, blanco, morenito, delgado, si vende chicles en la esquina o si es experto en seguridad. En segundo lugar, el asesinato de Víctor Rivera pone en serios aprietos al Gobierno por la forma intempestiva en que lo sacaron del Ministerio de Gobernación y lo dejaron en descampado, especialmente tomando en cuenta que a quienes persiguió no eran caritativos y virtuosos ciudadanos.

Pero indistintamente de quién o quiénes asesinaron a este ser humano, nuevamente, es responsabilidad del Gobierno no dilapidar los recursos que obtiene de los contribuyentes, sino canalizarlos a brindar seguridad y justicia, que tanta falta nos hacen. Puede haber muchas especulaciones acerca de dónde provino el asesinato, pero todas ellas solo refuerzan los temores de la población, en el sentido de que si ni siquiera un experto en seguridad como Rivera está seguro. ¿Qué esperanza podemos tener los demás?

P.S.: no pude continuar hoy con el tema del empresario, pero lo invito a usted a seguir escuchando el programa radial + negocios, que conduzco junto con María Dolores Arias, hoy jueves, de 19 a 20 horas, por la 100.9 FM y www.radiopolis.info.

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 10 de abril de 2,008.

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