El caldo ya se coció, y a pesar de todas las señas que se hicieron, el “honorable” Congrueso nuevamente aprobó un presupuesto deficitario, insano, y sin tomar en cuenta la situación que actualmente atraviesa, no solo Guatemala, sino el resto del mundo.
El presupuesto es deficitario porque nuevamente los gastos son superiores a lo que “calculan” los expertos que se va a recaudar. Se recurrirá al endeudamiento y a más impuestos para cubrir las aberraciones de siempre, que ahora este gobierno decidió llamar “justicia social” y “solidaridad”. Cubrir un presupuesto de ese tamaño implicará recurrir a un mayor endeudamiento, que no es más que futuros impuestos, lo que es doblemente empobrecedor, pues dispararán las tasas de interés, volviendo todavía más restrictivo el acceso al crédito. Ni habían terminado de aprobarlo y ya estaban pensando en incrementar los impuestos y sacarse de la manga algunos más para continuar esquilmando a quienes los pagamos para alimentar a la pobre criatura, que entre más grande más come.
El presupuesto también es insano, puesto que nuevamente los rubros a los que se les debería dar prioridad han quedado relegados muy por debajo de la “inversión social”. Las asignaciones a justicia y seguridad permiten nuevamente que los dueños de lo ajeno y aquellos delincuentes y secuestradores que nos tienen de rodillas continúen haciendo de las suyas, a sabiendas de que no se les atrapará porque las fuerzas de seguridad no cuentan con recursos, y que en el remoto caso de ser atrapados, la justicia no hará más que darles una pequeña palmadita en la espalda, pues ésta no cuenta con los recursos necesarios. En todo caso, ya tienen la excusa perfecta, porque el chantajista de Colom dijo que si no le aprobaban su presupuesto de Q53 mil millones, que nos olvidáramos de la seguridad.
Para su referencia, si tomamos el presupuesto en números redondos y lo comparamos con el número de personas que integra la Población Económicamente Activa (PEA, aproximadamente unos siete millones), tenemos que cada uno de nosotros aporta alrededor de Q7 mil anuales para los gastos del Gobierno. Y aunque nos quieran babosear con que solo los ricos pagan impuestos, resulta que todos pagamos. Todos pagamos nuestra parte de los impuestos en cada producto que compramos cada día, porque de allí, del precio de venta de los productos, salen todos los recursos para pagar todos los costos de las empresas, incluyendo, por supuesto, los impuestos.
Nuevamente el Gobierno aprobó un presupuesto fuera de toda lógica y contra todo sentido común. Y lamentablemente seremos nosotros quienes pagaremos el pato con los nuevos impuestos que, como el ISO, harán que las inversiones y los capitales que necesitamos para crear riqueza huyan despavoridos a otros países que sí han comprendido que un aumento de impuestos no es la mejor manera de salir de una crisis. Y como si fuera poco, los impuestos a la matriculación no harán más que elevar los precios de los vehículos, sean éstos nuevos o usados, golpeando nuevamente a aquellos que prefieren comprar un vehículo antes de sufrir la paranoia de subirse a un bus.
El vehículo está peor que chatarra y ya no camina más; no importa quién lo conduzca, hay que cambiarlo. La única solución es un cambio en el sistema, por eso yo apoyo ProReforma y lo invito a que usted también lo haga: www.proreforma.org.gt
Artículo publicado en Prensa Libre el 27 de noviembre de 2,008.