Ahora que ya se aprobó la Cicig y el malinchismo local ha quedado requetecomprobado, es bueno que sepamos la calidad de gente que vendrá a enseñorearse de Guatemala, para que estemos preparados para lo que nos espera.
Mis compañeros de radio, Marta Yolanda Díaz-Durán y Estuardo Zapeta, han estado recomendando el libro ONU: Historia de la corrupción, escrito por Eric Frattini -y yo me uno a esa recomendación-, como una lectura obligatoria para quienes queramos conocer un poco sobre todas las movidas chuecas que se dan dentro de los entretelones de ese organismo supragubernamental.
Y, aunque usted no lo crea, son muchas, y algunas, bastante feas. Van desde lo que conocemos por acá de funcionarios de la ONU que se han aprovechado de su estatus de inmunidad hasta para no pagar las rentas de los alquileres de apartamentos, hasta cientos de millones de dólares que se han ido de las arcas unidas a las billeteras de personajes y familiares cercanos a los altos funcionarios de esa institución, pasando por encubrimientos de las consecuencias de muchas malas decisiones, así como el abuso de utilizar los fondos de los tributarios del mundo para avanzar sus agendas muy personales.
Y no son sólo cosas del pasado, como alguien ingenuamente podría pensar. Para no ir tan lejos, hace menos de un mes, el actual secretario general, el surcoreano Ban Ki-moon, se pasó por el arco del triunfo las mismas reglas de la organización que preside, al arrogarse la autoridad de rechazar la solicitud de Taiwán para ser aceptado como miembro de la ONU, autoridad que sólo le corresponde al Consejo de Seguridad y a la Asamblea General.
Llegó al colmo la arrogancia de don Ban Ki-moon -quien de seguro se ha de sentir cuasi emperador-, que dijo que la había rechazado (dos veces) porque “la posición de las Naciones Unidas es que Taiwán es parte de China”, citando la resolución 2758, de 1971, en la que se le dio a China el sitio que antes ocupaba Taiwán.
Por supuesto, la citada resolución no dice nada al respecto, y ni siquiera menciona a Taiwán, aparte de que no está dentro de sus atribuciones hacer una interpretación así.
Siempre he dicho que no entiendo la posición de Taiwán de querer entrar en la ONU, cuando muchos quisiéramos salirnos, pero claro, yo no vivo en una isla con miles de misiles apuntándole, ni bajo el acoso de un gigante totalitario que se ha encargado de hacerlos un país paria en el mundo.
Pero el punto al final es que no debemos caer bajo el embrujo malinchista de que, porque son funcionarios de una organización internacional del calibre de la ONU, entonces son los superhombres (y supermujeres, por supuesto), inmaculados, incorruptibles y todopoderosos, que vendrán a resolver todos nuestros problemas con tan sólo esgrimir su varita mágica. Nada que ver. Pero ni modo, como así los vendieron los que hicieron hasta lo imposible por conseguir un hueso, digo, por aprobar la Cicig...
Publicado en Prensa Libre el 23 de agosto de 2007.
2 comentarios:
Otra recomendación: DE BRAZOS CRUZADOS: El fracaso de la ONU en los conflictos internacionales, por Linda Polman
Queridos amigos, muchas gracias por recomendar mi libro 'ONU, Historia de la Corrupción'. Mucha gente y muchas manos oscuras intentaron que no llegase a suficientes personas. En fin...!!! cosas de los misterios. De cualquier forma muchas gracias por recomendarlo.
Un fuerte abrazo
ERIC FRATTINI
efrattiniautor@yahoo.com
www.ericfrattini.com
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