jueves, 14 de enero de 2010

CEES


Las ideas tienen consecuencias...

Ayer se cumplieron 50 años de la fundación del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES). Esta institución ha sido de vital importancia para Guatemala. Ha sido un faro de libertad que ha permitido que en nuestro país se conozcan y aprecien los principios de una sociedad de personas libres y responsables como en pocos lugares del mundo. Para mí, es una institución muy querida y respetada.

Recuerdo muy bien la primera vez que llegué. Fue hace más de 16 años. En ese tiempo estaba en una casa antigua de la zona 4. Me invitaron al almuerzo de los lunes. Hasta donde sé, esa reunión de los lunes ha sido una tradición casi inamovible durante los 50 años de vida de la institución. Nunca imaginé, esa primera vez, que mi vida, de allí en adelante, estaría vinculada al CEES y a los almuerzos de los lunes.

De esa reunión, y de las muchas que siguieron, surgieron amistades entrañables que hasta la fecha aprecio y me enorgullecen sobremanera. La amistad se ha ido fortaleciendo a medida que hemos recorrido el camino de las ideas, lleno de mucho aprendizaje, de muchas aventuras, de muchas batallas, de muchas alegrías y tristezas, pero siempre con mucho ánimo, convencidos todos de que trabajamos por un futuro mejor para los guatemaltecos.

El amor y la pasión por la libertad, que ya era incipiente en mi corazón y mente cuando llegué al CEES, se fortalecieron gracias al apoyo, las enseñanzas, las discusiones, con un grupo de personas verdaderamente comprometidas, de ánimo y principios inquebrantables, que han sido un verdadero ejemplo para mi vida y para la de muchos otros.

De los fundadores, sólo conocí a Manuel Ayau, Félix Montes y Estuardo Payo Samayoa. De lo que conozco de la historia, un grupo de amigos, liderados por el doctor Ayau, inconformes con las teorías económicas que en aquellas épocas prevalecían, se empezaron a reunir para estudiar economía. Conforme avanzaron en su estudio fueron decantándose por el liberalismo clásico y la escuela austríaca de economía. Luego, decidieron fundar el CEES, para dar a conocer lo que estaban aprendiendo.

Más adelante, convencidos de la necesidad de educar a las generaciones venideras en los principios de la libertad, se dedicaron a la tarea de fundar una universidad, la que ahora conocemos como Francisco Marroquín.

Mucho ha sucedido en 50 años. En Guatemala pasó el conflicto armado, en el mundo pasó la Guerra Fría. Pero los principios que llevaron a ese grupo de amigos a fundar el CEES se mantienen. La batalla de las ideas continúa y seguirá por siempre. Que “el precio de la libertad es una eterna vigilancia” sigue siendo tan válido ahora en el siglo XXI como cuando se planteó hace varios siglos. Y esa es una labor que, en Guatemala, el CEES ha sabido sobrellevar con mucho éxito.

Nos pueden tildar de extremistas, de intransigentes, de retrógrados, y de cuanto otro épiteto se le pueda ocurrir a los enemigos de la libertad, pero de lo que nadie nos puede acusar es de flaquear en la defensa de los principios de la libertad.

Estamos claros de qué es lo que se necesita en Guatemala y el mundo: más libertad. Y seguiremos, mientras Dios nos de la vida, defendiendo el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de todas las personas, porque estamos convencidos de que ese es el camino hacia la paz y el desarrollo.

Me considero muy dichoso de haberme topado con el CEES y sus miembros. ¡Brindo por los siguientes 50 años!

Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 19 de noviembre de 2,009.

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