Con la excusa de "protegernos" los diputados nos dejarán más desamparados.
En el Congreso se discute una nueva “ley de la actividad aseguradora”, con el supuesto fin de “modernizar” el sistema y velar porque los consumidores guatemaltecos estén “protegidos”. La realidad es muy distinta de las “buenas intenciones” de los diputados.
Utilizando la excusa de que cuando las cosas truenan los guatemaltecos vamos llorando a que papá Gobierno mire cómo hace para devolvernos a nosotros lo que supuestamente nos corresponde y vea a quiénes (los tributarios, por supuesto) les cobra los elotes que alguien más se comió y nos defraudó (como ha sido en el caso de los bancos fallidos), los diputados pretenden ahora aprobar esta nueva ley que, en su punto controversial, prohíbe la venta en Guatemala de seguros de empresas que están domiciliadas en otro país y que no pasen por el proceso de abrir una sucursal aquí.
Ellos pueden utilizar cuanto rebuscado argumento se les ocurra, pero lo cierto es que la propuesta tiene los elementos para considerarse una ley proteccionista para “apoyar” a las empresas nacionales. Y como dice el dicho de mi papá, “no sólo hay que serlo, sino también aparentarlo”. Y esa sospecha se acrecienta cuando uno ve que la ley eleva el “crimen” de vender seguros extranjeros al nivel de secuestros y asesinatos. No digamos la ridiculez de que si en los oferentes locales no encuentro lo que necesito, tengo que ir a pedirles permiso a la autoridades para irlo a buscar fuera. ¡Por Dios!
Si realmente quieren proteger a los ciudadanos, se deben abrir más las puertas a la competencia, en lugar de cerrarlas. Permitir que uno pueda comprar el seguro que quiera, domiciliado en donde mejor le plazca y bajo las condiciones que el ciudadano y la empresa con quien lo contrata convengan voluntariamente.
Y si las autoridades lo que quieren es lavarse las manos y evadir cualquier responsabilidad de los fraudes a los que puede estar sujeto un ciudadano (que de todos modos siempre zafan bulto), lo que podrían hacer es simplemente pedir que en las oficinas de las empresas donde se venden estos seguros “extranjeros” pongan un rótulo en el que se aclare que el Gobierno guatemalteco no es responsable de lo que le pueda pasar al ciudadano que se “arriesgue” a contratar un seguro con una empresa extranjera.
Al final, creo que el problema siempre es de raíz, basado en esa arrogante creencia de que el ciudadano es tan tonto y desinformado que de seguro se lo van a babosear y que, ante tal tamaña injusticia, qué mejor que el “Estado” esté pronto a protegerlo de esos infames abusadores. ¿Tan difícil es creer que las personas son lo suficientemente inteligentes y con sentido común como para saber qué es lo que mejor les conviene?
Que puede haber abusos, los puede haber, pero eso no justifica que entonces, para evitar la posibilidad de que “abusen” de ellos, mejor de una vez los amarramos y los fregamos nosotros. Eso es lo que quieren hacer los diputados.
Aun si fuéramos a creer las supuestas buenas intenciones de los diputados, de todos modos quedamos amolados los ciudadanos, ya que, como precisamente lo demuestran las crisis bancarias recientes, la supuesta “supervisión” de la Superintendencia de Bancos más parece la carabina de Ambrosio, ya que éstas se han dado con todo y el acompañamiento de la “Súper”. De ser aprobada esta ley, así como va, los guatemaltecos quedaremos más inseguros de lo que ya estamos.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 28 de febrero de 2008.