Creo que debemos aprovechar la oportunidad que ahora se presenta con el cambio de autoridades en el Ministerio de Gobernación y la Policía Nacional Civil, así como el hecho de que las mismas muy probablemente van a tener una estadía bastante corta (no más de 10 meses), aunado a que estamos en un año electoral, para realizar cambios que nos permitan por lo menos acercarnos a un mejor sistema de seguridad ciudadana.
Estoy convencido que la razón de ser de un gobierno es precisamente proveer de seguridad y justicia a los habitantes de un país, así que considero que ésta debe ser la prioridad de los gobernantes y no estar dilapidando tiempo y recursos en otro montón de cosas que ni hacen bien, ni creo que les corresponda hacerlas.
Ahora bien, ¿cómo entrarle a este problema tan complejo? Primero que nada, creo que debemos entender que no es sólo la PNC el problema, sino que debemos verlo como un todo integral: la PNC, el MP, el Organismo Judicial, el sistema penitenciario. Todos son parte de ese sistema necesario para proteger la vida, la libertad y la propiedad de los habitantes del país.
En el caso particular de la policía, creo que la mejor ruta que podemos seguir es la de acercarla a los ciudadanos. Creo que se debe cuestionar incluso la existencia de una policía nacional y mejor pensar en dividirla como mínimo a nivel departamental y de preferencia a nivel municipal.
Podrá creer que eso es un anatema, pero al final de cuentas, ¿qué sabe un oficial de la policía "nacional", sentado en su escritorio allá cerca de la línea de las estrellas, acerca de los criminales y delincuentes que acechan a los habitantes de un pequeño poblado a 300 kilómetros (o, peor aún, a más de 12 horas) de distancia?
Como contraposición, ¿cómo hacen los habitantes de ese remoto poblado para contactar a las "autoridades" que, nuevamente, están sentadas en un escritorio a 300 kilómetros de distancia?
La mejor forma en que se me ocurre que puede funcionar la policía es que sus miembros vivan, tengan sus familias, sus hijos, sus amigos, sus vecinos en la misma población a la que sirven. Por un lado, les dará mayor sentido de pertenencia así como mayores incentivos para "cuidar de los suyos" y, por el otro, la población tendrá más confianza en ellos pero también más conocimiento para poder fiscalizar sus actuaciones.
Como hemos visto ya en variados ejemplos de comunidades, barrios y colonias que se han organizado, la población es la más interesada en que haya seguridad en su vecindad, es la que tiene la mejor información (saben bien quién es honrado y quién no lo es), es la que sabe cuando llega alguien "de fuera". ¿Por qué, entonces, no aplicamos ese mismo principio a la policía?
Quizá más adelante se pueda llegar incluso a elegir en votación al jefe de la policía local, pero ya que eso conlleva otras reformas, por el momento concentrémonos en lo que se puede hacer rápidamente: acerquemos la policía a la población.
PUblicado en Prensa Libre el jueves 29 de marzo de 2,007
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