Tenga mucho cuidado con los taxis que toma, y si ve este, ¡huya!
El joven había asistido a una reunión después del trabajo y no tenía cómo volver a su casa, así que esperó un tiempo a ver si pasaba algún taxi rotativo vacío. Para su mala fortuna el taxi que pasó le deparaba una aterradora aventura.
El taxi no despertaba mayores sospechas. Era blanco y pequeño, como tantos otros que circulan a diario por la capital. El chofer no tenía planta de marero, asaltante o secuestrador. Abordó el taxi. Pasadas unas cuantas cuadras en la dirección convenida, sus temores y niveles de adrenalina comenzaron a disminuir.
Sin embargo, un poco antes del final de la avenida La Castellana, repentinamente, el taxi viró a la derecha, adentrándose en la zona 8. Su primera reacción fue abrir la puerta y tirarse del carro. La adrenalina voló por las nubes cuando se percató que las puertas tenían puesto el "seguro de niños" y no se podían abrir desde adentro.
La siguiente reacción fue recordar al chofer toda su parentela y forcejear con él. El gancho de izquierda lo dejó medio atolondrado. No se había todavía repuesto del golpe del chofer cuando vio que éste cruzaba nuevamente, ahora a la izquierda, para desembocar en un callejón sin salida que daba al final, gradas de por medio, con el Boulevard Liberación.
El callejón estaba medio iluminado por una lámpara de alumbrado público al centro. El taxi se detuvo cerca del final. De las sombras, rápidamente surgieron un par de sujetos, estos sí con cara de presidiarios recién salidos del Infiernito, que lo bajaron a empujones del vehículo, lo golpearon y procedieron a despojarlo de todas sus pertenencias, incluyendo la ropa. Uno de los sujetos, su cara llena de lascivia, lo tiró de bruces en la calle de adoquín y abusó de él durante unos interminables minutos que más parecieron una eternidad.
Satisfechas sus "necesidades", los asaltantes y violadores se subieron ágilmente al taxi, en el que desaparecieron a la vuelta de la esquina. El quedó sólo, desnudo; lastimado y asqueado, intentando recobrar la compostura para volver a la vida que por un momento pensó acabaría en la fría noche de viernes…
Antes que crea que esta es una historia de "halloween" déjeme decirle que no tiene nada de ficción. Es una escena que se repite hasta tres y cuatro veces por noche en el callejón arriba descrito. Por más que los vecinos del lugar han llamado innumerables veces a la Policía, la historia se sigue repitiendo. Los vecinos incluso han dado hasta los datos del taxi a la policía, Taxi blanco, pequeño, con el número de unidad 3683, placa 737BBI, y hasta lleva pintado un número de celular 5216-9167(que está desconectado). Ya que la policía no hace nada por capturar a los taxistas criminales, lo único que queda es advertir a la ciudadanía: si ve ese taxi, no lo pare, ¡huya!
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 3 de noviembre de 2,005
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