La frase, "hay tres tipos de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas", que con el tiempo se le ha atribuido a varias personas, encierra mucha verdad: las estadísticas pueden ser fácilmente manipuladas para que digan lo que uno quiere que digan.
Adicionalmente, el generalizado desconocimiento sobre cómo funcionan las estadísticas y lo que representan, hace que la mayoría de las personas se tome una idea errada de la realidad, con base en las estadísticas que se le presentan. Un buen ejemplo de esto es el que pone el Ing. Manuel Ayau al decir que si yo me como dos pollos y usted ninguno, en promedio nos comimos un pollo cada uno.
Sin embargo, con todo y sus problemas, las estadísticas son necesarias para tomar decisiones, tanto a nivel público como privado. Y la peor estadística es aquella que no existe. Es muy difícil tomar decisiones de inversión cuando uno no tiene las herramientas adecuadas, una de las cuales son precisamente, las estadísticas.
Definitivamente, es más fácil aplicar una mirada crítica a un juego de estadísticas pobres y quizá deficientes, que sacarse los números de la manga y utilizar "el dedímetro" para tomar decisiones. Esto es especialmente cierto mientras más grandes son los intereses que dependen de las decisiones en cuestión.
Debido a la amplia injerencia que el gobierno tiene en las actividades económicas en Guatemala (aunque algunos crean que todavía debería hacerlo más), una de las principales fuentes de estadísticas son precisamente las diversas entidades gubernamentales.
Es precisamente por ser el gobierno la fuente principal de estadísticas, que creo que debemos verlas con bastantes granos de sal. Quizá el principal ejemplo lo tenemos en las famosas cuentas nacionales del Banco de Guatemala, que ahora resulta que están infladas y, muy a su pesar, los gobernantes tendrán que corregir.
Las nuevas cifras nos ilustrarán un país más pobre, por un lado, pero por el otro, resulta que por obra y gracia de las estadísticas una de las metas más cacareadas y manipuladas por la burocracia, nacional e internacional, la del famoso 12% de carga tributaria, desde hace tiempo fue sobrepasada y los guatemaltecos ya tributamos más del 15%.
Por supuesto que, fieles al axioma inicial, los burócratas de seguro encontrarán una forma de manipular las nuevas cifras para justificar el continuar exigiendo que los guatemaltecos paguemos más impuestos. Recuerde, lo más importante con las estadísticas es verlas siempre con ojo crítico, no vaya a ser que le den gato por liebre.
Artículo publicado en Prensa Libre el domingo 12 de Febrero de 2,006
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