¿Por dónde se encuentra al Estado de Derecho?
Para que podamos vivir en un Estado de Derecho se necesita, como requisito inicial, que las leyes sean generales, abstractas, pocas y conocidas. ¿Se cumplen estos requisitos básicos en Guatemala? Ni siquiera remotamente.
Nadie sabe la cifra exacta, pero en los últimos años se ha dicho (no sé cuál es la fuente, aunque más parece leyenda urbana) que existen entre 35,000 y 70,000 leyes en Guatemala. Si ni siquiera los abogados ni los legisladores se pueden poner de acuerdo en esta cifra es por demás obvio que, sin mayores análisis, los requisitos de que las leyes sean pocas y conocidas no se cumplen en nuestro país.
Por si eso no fuera suficiente, las que más o menos se conocen también, en su mayoría, incumplen los otros dos requisitos: no son generales ni abstractas. Lo peor de todo es que eso viene desde el nivel más alto en la jerarquía jurídica de nuestro país: la Constitución.
Si poco falta para que hasta nombres de personas tenga nuestra Carta Magna. Algunos de los constituyentes, por ejemplo, no han tenido empacho en confesar que aquel famoso artículo, "lo pusimos por Ríos Montt".
Y allí no termina la cosa. Nuestra Constitución está llena de concesiones y privilegios específicos para determinados grupos o instituciones haciendo poco menos que imposible que todos podamos ser iguales ante la ley. En palabras de algunos políticos, "es que hay unos más iguales que otros".
No nos debe extrañar pues que el resto de nuestra legislación también esté plagada de privilegios, prebendas y dedicatorias, muchas de ellas ganadas a pulso por quienes han sabido manipular las decisiones legislativas a lo largo de los años, con la complicidad, a veces vendida y otras muchas por simple y crasa ignorancia, de los diputados.
Todo ello hace que las leyes ni sean legítimas ni sean respetables. El resultado es un sistema como el que vivimos, que ni siquiera llega a lo que algunos llaman "estado de legalidad" ya que al no cumplir la legislación con los requisitos necesarios para establecer un estado de Derecho, no son respetables y, de hecho, no son respetadas, como sucede todos los días alrededor nuestro.
Si queremos encaminarnos hacia un verdadero Estado de Derecho, debemos hacer un alto en el camino, reconocer que la senda que seguimos es errada y empezar a hacer los cambios necesarios. Alguien podrá pensar que es imposible hacer estos cambios, pero habemos otros que creemos no sólo que sí es posible, sino que vale la pena intentarlo. Si a usted le interesa ser parte de ese cambio, lo invito a que visite el sitio http://www.proreforma.org.gt/ y se entere de una propuesta que busca ese cambio para nuestro país.
P.S.: Al igual que la semana pasada, le sigo recomendando que lea el libro "La Ley" de Frédéric Bastiat. Lo puede conseguir en el CEES, al 2338-7828.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 9 de Febrero de 2,006
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