La Navidad se ha independizado de su supuesto objetivo.
Lejos de servir como recordatorio del nacimiento de Jesús, la Navidad, como la vivimos en la actualidad, se ha convertido en una celebración de otras cosas. Para la mayoría, es una carrera desenfrenada por agradar a sus seres queridos a través de regalos y dádivas.
Ante esa realidad con la que a todos nos toca vivir en estos días, yo me pregunté qué pasaría si una persona decidiera, por propia voluntad, no gastar nada relacionado con estas fiestas. ¿Qué le pasaría? ¿Cómo lo enfrentarían sus familiares?
Veamos como podría discurrir la conversación de nuestro sujeto experimental, al que llamaremos Juan, con su familia:
Juan: Este año he decidido que vamos a darle a la celebración de la Navidad el verdadero significado que debe tener, por lo que no gastaremos nada en juegos artificiales, regalos o adornos, sino que simplemente celebraremos recordando el nacimiento de Jesús con una cena familiar.
Esposa: A no, Juan, eso sí que no. ¿Cómo se te ocurre pensar semejante cosa? ¿No ves que todos nuestros vecinos adornan su casa? ¿No ves que todos nuestros familiares esperan que les llevemos regalos? ¿No ves que los niños necesitan divertirse con sus amiguitos quemando cohetes y canchinflines? ¿Qué querés, que vayan como mendigos a pedirle a sus amigos que les regalen cohetes porque al tacaño de su papá se le ocurrió este año no gastar?
Juan: Es que el propósito de la Navidad no es competir con los vecinos a ver quién adorna mejor su casa. Tampoco es competir con los familiares a ver quién gasta más en los regalos que le da a los otros. Mucho menos gastarse el dinero quemando juegos artificiales.
Hijo: Ala, papá. Pero entonces, ¿qué vamos a celebrar? ¿No vamos a quemar cohetes? Y, ¿no nos vas a dar regalos?
Juan: Pero hijo, el propósito de la Navidad es que recordemos el nacimiento del señor Jesús, no que nos gastemos todo el aguinaldo en regalos.
Hijo: Pero eso estará bien para los viejos pero para nosotros los niños lo importante son los regalos que vamos a recibir y quemar cohetes, volcanes y estrellitas.
Juan: Si, hijo, pero esas son costumbres que se han ido adquiriendo con el tiempo que nada tienen que ver con el verdadero sentido de la Navidad.
Hijo: ¡Pero tú si la gozaste cuando eras niño y ahora no querés que nosotros la gocemos!
Esposa: Además, no nos vengás con esos cuentos. ¡Lo que pasa es que con el tiempo te has ido haciendo más tacaño y ahora querés privarnos a nosotros de la alegría de la Navidad!
Juan: Definitivamente, ustedes no entienden mis razones. No les importa el verdadero significado de la Navidad. Está bien, vamos a hacer lo que hace toda la gente y seguir sus costumbres. ¡Pero que conste que yo quise que fuera diferente!
Y para usted, ¿qué significa la Navidad?
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 22 de Diciembre de 2,005
1 comentario:
Claro, yo tambien pienso igual !
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