
Hace un par de semanas estuvo en Guatemala uno de los miembros del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) y, si lo citaron correctamente en un matutino local, dijo que para estabilizar la atmósfera hay que reducir las emisiones de CO2 en 80 por ciento. A pesar de que soy un escéptico de la teoría antropocéntrica (que es culpa del hombre) sobre el calentamiento global, es interesante ver que, aun si fuera cierta, la solución al problema la daría el mismo mercado y no necesariamente la “voluntad de los tecnócratas”.
¿Se imagina usted lo que implicaría para el progreso (o más bien retroceso) de la humanidad esa reducción? Sin ser tan conocedor del tema, con la tecnología actual me imagino que tendríamos que renunciar a mucho de lo que actualmente conocemos como “progreso”.
Ahora bien, en una gráfica que se presentó en el reportaje mencionado, se hace una proyección de la concentración de CO2 a unos 300 años en el futuro, que me hace preguntarme: ¿y no que ya solo quedan reservas de petróleo para unos 50 ó 75 años? ¿De dónde saldrán las emisiones de CO2 cuando ya no haya petróleo?
Yo creo que las reservas son mucho mayores; sin embargo, también soy consciente que conforme más se exploten los yacimientos, más caro va a ser encontrar y extraer lo que vaya quedando. Esa futura escasez hará que el precio de los derivados del petróleo aumenten (tendencia que ya empezó), lo que a su vez hará más rentable y codiciado encontrar nuevas y más baratas fuentes de energía (tendencia que también ya se inició).
La mayor fuente de energía a la que tenemos acceso y, para efectos de la humanidad es casi infinita, es precisamente el motor principal de toda la vida en nuestro planeta (y según algunas teorías recientes, hasta del calentamiento global): el Sol. A paso lento, pero seguro, las nuevas tecnologías solares que se están desarrollando irán reemplazando a los hidrocarburos y, por consiguiente, asumiendo que la teoría antropocéntrica es correcta, el mercado la resolverá, en el mediano plazo. La ventaja de dejárselo al mercado es que podrían encontrar además otras fuentes.
Otro aspecto que se mencionó en el reportaje es el efecto que la deforestación. Nuevamente, el problema principal no es creado por “el hombre” como especie, sino más bien por los gobiernos. Las áreas más deforestadas son las que son de los gobiernos; las que son privadas están mucho mejor cuidadas, tal vez no con selvas tropicales, pero para efectos de la neutralización del CO2 es mucho mejor cualquier plantación comercial que un cerro “nacional” pelón.
Entonces, mi conclusión es que, aun si fuera cierta la teoría antropocéntrica del calentamiento global (que no lo creo), la mejor solución son el mercado y la propiedad privada, no la intervención gubernamental para obstaculizar el progreso. ¿Usted qué piensa? Si le interesa el tema, escuche hoy Todo a pulmón, a las 12 horas, en el 100.9 FM.
Artículo publicado en Prensa Libre el jueves 7 de febrero de 2008.